viernes, 11 de diciembre de 2009

Seira's Nigths

Aunque la estructura de madera parece un hueso roído después de un banquete de  termitas, debe ser cierta la versión de mi padre, y el balcón resiste por unas escondidas vigas de hierro.


El balcón de Seira es un Tesoro Pirenaico.


No sólo por ser postal  panorámica, aérea, siempre cambiante. El balcón de Seira es el salón multiusos, local social y comunitario con más vida que conozco.


A primera hora era el Oratorio de mi madre.


Después, la mejor y más potente secadora. Nunca el sol ha blanqueado tanto, nunca el aire oreó con tanta velocidad las sábanas.


A pleno sol, es un balcón-solarium. Testigo de extraños ungüentos para morenear, que escandalizarían a cualquier dermatólogo con sentido común,  y ponen en duda las teorías sobre la capa de ozono. Untarse con grasa de vaca y yodo es un modo original de freírse, como un pollo al ajillo. Si es cierto lo del agujero, mi generación sería restos carbonizados, como el famoso “pollo negro” de nuestras “barbacues dominicales”.

Al atardecer  se produce la gran metamorfosis. Hay que ir descubriendo el misterio en las sombras de Baciero, cada vez más moradas, oscuras y profundas en contraste con el reflejo naranja de los últimos picachos. En verano todavía quedan manchas de verde brillante, tierno y fresco. Al perderse la luz, van dejando  fosforescencia y parecen borrones azules antes del negro.

Desde el balcón  se oye el mantra polifónico de las vacas y ovejas que no han salido de vacaciones a otros pastos.
¡Priii, Priii! Celso acompaña al rebaño.“Rubia”, pequeña y con mala baba, ladra nerviosa a la pobre güella que se queda atrasada.

Se calla, por fin, la cigarra, mucho más aburrida que el coro de grillos que cogen la tanda.

Unos momentos de calma, dentro se cena y el balcón va preparando las candilejas del escenario.


Después del postre llega el espectáculo. Con su mínimo medio metro de ancho, tiene aforo ilimitado: dos sillas del comedor como tronos en la puerta. Los demás, acurrucados o estirados, según gustos contorsionistas y ausencias, nos alineábamos frente al plató.

Una guitarra. Mi padre siempre sabe la segunda voz: Clavelitos, Te voy a hacer unos calzones, Eres alta y delgada, alguna jota y las novedades del momento…un repertorio costumbrista, intergeneracional. El público calienta los ánimos del anfiteatro. Con risas y canciones inventadas, nos vamos quedando quietos contemplando. Lluvia de estrellas, un deseo. La vía láctea, Luna llena,Venus…¿cuál será la Osa Mayor ?

Las noches del balcón me dieron la primera nostalgia de Eternidad.  Vértigo ante la oscuridad estrellada, la seguridad de ser algo más que un ahora. Ecos de Infinito, de lo Eterno.

Es curioso, porque ese mismo balcón me puso ante otra realidad: el límite ante el tiempo. Sentí celos de las montañas, ellas seguirán, y yo no estaré para contemplarlas. 




jueves, 10 de diciembre de 2009

Shakira



Princesita rizada. Es nuestra pequeña.


Me desmonta tu mirada de devoción confiada para papi (adoración correspondida, por supuesto)


Me fascina el desparpajo con el que nos tomas el pelo, sabedora de tus poderes. El primor al calentar la leche para la abuelita. Incluso ese "genio-de-repente", indicador de que ya estás creciendo.


Adiós Chiquitina, Hola Loreto.


                                                          ¡¡¡ FELICIDADES!!!

martes, 8 de diciembre de 2009

SanSe

No está de moda, y las feministas me tacharían de machista y desertora, pero ir de consorte es una suerte.


Más suerte si se trata de ir  a SanSe.


Matermaníacos, poned la voz en off de los videos “Oficios para el recuerdo” del abuelito:”Mientras el tío Pedro labra con ahínco sus Business, la tía Pilar se patea en libertad las calles y plazuelas del desconocido hábitat”.




Conocía varias facetas de Donostia.


Un San Sebastián en sepia, imaginado desde los documentales, lleno de niñeras vestidas de piqué y encajes, con casetas  de playa en un blanquiazul de rayas. Niños rubios de rizos y lacitos. En mi imaginación todas las nurses tienen el rostro de la Regente Mª Cristina.


También fantaseado el San Sebastián de la guerra, con militares de bigotito tieso, reponiéndose de sus heridas en paseos por el Urgull y excursiones en barca a la isla de Santa Clara, mientras surgían amores con jovencitas bien,  vestidas de muselina y labios pintados de rojo china.  Ciudad de novelas.


En los veranos de Pamplona hice un día de playa . Con mis amigas mejicanas,  nos bañamos en la Concha y recorrimos las callejas, repletas de turistas, para que compraran alpargatas.


Nada que ver con el SanSe de ayer.  Grises en el cielo y en el agua.
Toda la ciudad huele a playa.  Suenan olas en un canon monocorde, con voces roncas. Pasa el tiempo frente al mar y ni me entero.


Cenamos sobre el Igueldo, detrás de un cristal frente al mar abierto. Todo son gentes de “titantos”, como nosotros. Todos con las gafitas de media luna leyendo con afán la carta de vinos, casi diría que estudiando a conciencia la lista de denominaciones.


Al llegar a los “titantos”, el peligro es hacer de lo banal filosofía de  vida.





P.D  Un tesorito encontrado en SanSe: Servilletas del mismo modelo en ¡12! colores distintos.  Tenemos para los abuelos y “manolos”.  Ya sabéis: mesa con Policromía como ayuda a la Higiene doméstica.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Esperar





“MiGeorge” está convencido de tener el don de bilocación, que hace posible la traslación de su cuerpo de un lugar a otro sin tener en cuenta las leyes del tiempo y el espacio. Esta teoría le permitiría salir de casa a las 9 y llegar a Provenza a las 9, como mucho a las 9:05.


La puesta en práctica de esta creencia, de momento, tiene fallos de sistema. Algo no cuadra, tiempo y espacio se rebelan y hacen que parezca que llega tarde a los ojos de los mortales que estamos sometidos a las leyes físicas.




Estos experimentos y sobre todo los fallos del invento, me han permitido ser una experta en esperar.


Ahora ha perdido mucha intríngulis, el móvil le quita glamour.


-¿Andestás?
-Mancuentro en “la Ronda”- dice si no ha salido.


O bien:


-Mancuentro en la esquina, mira ya casi te veo…


Pero hubo un tiempo sin móvil. Esperar tenía misterio.


Y hay una gran variedad en las esperas: en plan “hoy-voy-a-ser-buena”(Angelico,habrá encontrado tráfico o se habrá quedado sin pila en el reloj)


Espera tipo”agatacristi” (En cuanto llegue lo mato!)


También espera-protesta (¡Nunca mais, Nunca mais, Nunca mais… ¡)


En las oportunidades que me han dado estos tiempos de reflexión, he deducido que esperar no es sinónimo de esperanza.


Esperar con esperanza es otra cosa. Es el modo de esperar necesario  para ser feliz.


Porque la esperanza tiene mucho que ver con esa felicidad de la que habla mi admirado Ricardo Yepes:
“Hay modos de ser feliz más altos que la simple huida del dolor, el crédito a la moral individualista o el triunfo a corto plazo”.


Esperanzar es ser optimista, podemos ir a más. Nada que ver con la felicidad simple y bobalicona del que espera un nirvana aplatanao.




La esperanza tiene un olor característico (oh!¿a qué huelen las nubes?...).


Olor a pino verde que te quiero verde, a acebo con chispitinas de rojo, a boj mojado.


La esperanza tiene el olor del frío cuando en invierno hace sol. Aroma que araña los pulmones . Seco, intenso.  Olor que llena de  oxigeno puro cada glóbulo rojo, que impulsa a lanzarse y bajar rodando por la nieve. 


Es el aliento frío que necesita el ímpetu. Nada de edredones tibios y cojines en el sofá.
¡Tiene tanto que ver con amar!