viernes, 29 de enero de 2010

Okupas

                                                                      
                          Con cariño a "Los Manolos"(1), presentes y futuros.

 Nueva York es "La Gran Manzana" y la pintan roja, redondica y brillante. Más que una manzana es un corazón. 

 Así lo imagino, mi corazón como la gran manzana, como un edificio de todo NY entero, con una alta densidad de población que se apila en rascacielos con parques.

Hay muchas formas y maneras de habitar un corazón.

Algunos son propietarios de pleno derecho. Han entrado en el corazón y, como en esas normas de derecho antiguo, nunca podrán abandonar la propiedad, ni el corazón conseguirá nunca alejarlos de sus predios.

Otros están de alquiler, con esos contratos de los de antes, para toda la vida. Imposible el desahucio. Las rentas, mínimas, son en especie: basta con una llamada, innumerables recuerdos, echar una mano siempre.

También hay muchos que simplemente están de visita, y algunos turistas, que nunca volverán, pero seguirán enviando postales de otros paisajes.

En mi corazón han entrado okupas. 

Entraron por la ventana que dejan abierta mis propietarios, basándose en una remota ley inglesa, que permitía a los squatters invadir una casa, siempre que no destrozasen su puerta principal.  

Han tomado el dominio del amoroso inmueble con idéntica intensidad que los propietarios. Pero no tienen papeles ni títulos de dominio. El corazón los siente dueños completos, pero no sabe muy bien si le es legítimo. 

Claro, son okupas, y en su condición pueden volver a cruzar la ventana sin preaviso. El corazón tiene miedo de notar su ausencia, porque sabe que ningún compromiso les ata, y no tiene facultad que le otorgue el privilegio de su compañía. 



(1)Manolos: Dícese de los granos gordotes que salen de repente en medio de la cara.En lenguaje familiar, los novios.




miércoles, 27 de enero de 2010

Estrellas Anónimas (II)


Mariángeles, la del forestal.

Siempre aparentó los mismos años, por eso es muy socorrido situarla en esa etapa en la que empieza el primer tinte y la hidratante todavía dura algo en la frente.
Vivía encerrada en un pisito oscuro, sólo la ventana de su habitación daba a la carretera. El resto miraba al Ésera, que extendía humedad y frío hasta las escaleras de la entrada, con balaustrada de cemento alisado por las manos, que se agarraban mil veces para apoyarse. Son incómodamente altas.
Su padre es el forestal, Manolo. Cachazudo, mira con ojos abultados y medio cerrados, habla con sílabas lentas. No recuerdo a su madre.  Mariángeles era una princesa solitaria encerrada en la torre.

Borda ajuares para desconocidas. Con una Singer de pedal y tres bastidores de madera para estirar bien las piezas de “la Viuda de Tolrá”. Acertar en el ajuste de los aros es crucial, evita que las letras queden como gurruños encogidos, ilegibles monogramas.

Debió conocerlo mirando por esa única ventana que da a la N-260. Seguramente en noviembre, cuando los plataneros estaban deshojados, y pudo  desenmascararlo en la cabina del Pegaso.
Por esas misteriosas casualidades, a través de las ramas él descubrió sus ojos en el espejo retrovisor, cuando iniciaba la maniobra para aparcar el camión. Girando el descomunal volante, timón horizontal al que obedecen  18 ruedas, con los brazos extendidos, como queriendo acaparar a una moza recia. Fue en ese preciso instante.

En alguna versión juvenil de esta historia el flechazo fue inmediato, pero en sucesivas ediciones se ha ido perfilando el momento, dotándolo de un mayor realismo.

-¿Quién coño será? - gritó con el puro entre los dientes- ¡Mecagüenlá… el susto que ma dao! Paice un fantasma.

Toño es de natural impulsivo. Panza cervecera, la gorra de cuadros tapa una calva brillante, morena de aire oxigenado. Una vez apaciguado el camión, con todas las ruedas alineadas siguiendo el arcén, salta de la garita, y sin tapujos, como se suelen hacer las cosas por sus tierras, exclama:
-¡Asomatéee, mañaaa!

Toño es de Ainzón, y no sabe que en la Montaña las expansiones no son tan  reveladoras.

Mariángeles se esconde detrás del visillo, como mandan los cánones de cualquier novela que se precie, pero en un arrebato, por un no-sé-qué, un qué-sé-yo, se desplaza veinte centímetros hacia el centro de la ventana, y saluda con la mano.

Ese fue el punto. El momento mágico en que empieza una historia de amor.

Festejaban cada dos semanas. Los domingos, a las 3:30 y hasta las cinco. Mariángeles saltaba del Pegaso, y al instante roncaba el motor al arrancar. 
Toño volvería en quince días a buscar más madera para las tierras bajas, y más calor para su corazón.

Cuatro años cada quince días.  Siempre en la cabina del camión aparcado bajo su casa.

Un domingo no volvió, y ya sólo vi a Mariángeles pasear del bracete de su amiga Tere, al sol del domingo. Los morritos pintados siempre de rojo, marcando el pico del labio, el pelo con el tinte más evidente. Mantuvo siempre un rostro crionizado, por el que no pasaba el tiempo, quizá gracias al microclima que creaba la humedad del río.
No recuerdo su voz, pero sí que era amable.
Cuidó de sus padres.  Cariñosa, heroína tierna de amor filial.
Tal vez no tuvo fuerzas para elegir entre Toño y esos ancianos que quedarían tan solos mirando todas las tardes la N-260.
Tal vez  tenía taquicardias cuando sentada frente a la Singer oía el motor inconfundible de un Pegaso, frenando al tomar la curva. Porque tal vez siempre esperó que volviera a aparcar bajo su casa.

Siguió bordando sábanas de algodón. La desahuciaron del minúsculo piso que era su mundo, para construir apartamentos que están aún por estrenar.

Murió.  Mil veces he imaginado distintas versiones para esta protagonista anónima de novelas inexistentes. Toda una estrella de lo cotidiano y aparentemente anodino.





martes, 26 de enero de 2010

Estrellas Anónimas(I)


La madrugada me confunde. Buscando en mi sonotone el sustituto de las  tradicionales ovejas, me informo sobre cual pudo ser la estrella, planeta, nova o supernova que guió a los auténticos Reyes Magos.

Y me interesa tanto, que en lugar de lograr el adormecimiento necesario, quedo hechizada y me espabilo por completo.
Desde la hipótesis de que hubiese podido ser el cometa Haley, hasta la explicación  mística que dio en el siglo XVII Kepler. Era un científico alemán que sitúa el viaje de los Magos con la conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, por el año7 a.C…. hay tantas posibilidades y soy tan ignorante…

Estrellas brillantes, que han iluminado en sus bailes orbitales al universo, pero desconocidas, anónimas. Nadie está seguro de si su luz fue azul  y fría, o si supieron subir los colores a los planetas cercanos. Si iluminaron en intermitentes ráfagas o fueron hálito suave de luz flojita, como de cena antigua. Nadie sabe, son anónimas, pero astros, al fin y al cabo.

He conocido muchas estrellas humanas  que reúnen las mismas características. En realidad, creo que la inmensa mayoría de los hombres somos ese tipo de protagonistas, actores principales de las mejores novelas anónimas, que permanecerán  escondidas en las librerías de viejo.  Auténticos artistas, haciendo filigranas en la monotonía cotidiana. 

Mis libros preferidos-esos que me hacen sufrir cuando me doy cuenta de que ya quedan pocas páginas, que la historia terminará en unas líneas y tendré que separarme de sus personajes-son historias de lo cotidiano, de protagonistas anodinos, con aventuras de monotonía diaria[i].

Desde “El camino” de Delibes, releído mil veces, hasta el último que me atrapó, “En un lugar seguro”, de Stegner.

Son aventuras en la normalidad. No necesito escenarios exóticos para sentirme cautivada por las peripecias de estos héroes corrientes y molientes.

Incluso las historias de “sisinatos” tienen especial encanto si se desarrollan en lo cotidiano. Junto a una taza de té bien caliente. El cianuro puede esconderse en el emparedado de pepino. Esa perversidad enredada en detalles y minucias, describiendo la vida en el tranquilo cottage, la bordan Agata Chistie y  P.D. James.

Las invisibles estanterías de mi imaginación están llenas de  novelas que he inventado basándome siempre en estrellas anónimas reales. Este tipo de literatura tiene muchas ventajas. Nadie cuestiona el estilo, ni la debilidad del argumento, nunca hay problemas editoriales si se cambian los detalles, admiten infinidad de versiones y finales.

Estrellas anónimas. Protagonistas de  Best Sellers inmateriales. ¿Os comparto alguno?

Primer grupo.  Mujeres concretas, reales. Las he conocido, pero sobretodo las he imaginado basándome en lo que cualquier niña oye en un pueblo, descubre en los silencios y miradas suspicaces si pregunta, y se inventa a partir de un atisbo de realidad.

Es que no vi la televisión hasta 1967. Y entonces fue demasiado tarde para frenar esa costumbre de fantasear.



[i] Recuerdo a un bebote, hoy “medio doctorsito”, que cuando oía que la cuchara empezaba a sonar al entrar en el plato de papilla lloraba…ansioso…. que se acababa. 

lunes, 25 de enero de 2010

Inglés para Museos




La ventaja de aprender inglés con las series de la BBC, es lograr un vocabulario rico en términos obsoletos, pero que son muy oportunos en determinadas ocasiones. 
"Is my mistake" puede sonar extraño si en Oxford Circus le piso el callo a un pakistaní, pero ante la bamboleante luz del fuego en un castillo escocés, suena de maravilla. 
Y nunca se sabe cuando nos encontraremos "depronoto" en una de esas coyunturas inéditas y desconocidas, en las que necesitaremos esas expresiones aparentemente trasnochadas, pero que encierran todo el significado de conceptos para los que el lenguaje actual ha dejado de tener palabras. 

La situación en la que se pasa a ser lo que ya se era, pero de modo distinto, y  sin llegar a ser lo que un día llegará, es precisamente la realidad que me invade desde el sábado de madrugada, cuando fui despertada de mis sueños en la fase REM, con la singular aunque no menos esperada noticia. Y el término mágico que la define con precisión es este: "The Engagement".

Miss G me envía un link interesante, previendo que toda ayuda será poca para salir airosos. Lanza una primera idea... para ir perfilando el estilo de los fastos. ¿Os sentís "intificados"?


http://www.youtube.com/watch?v=qmXmQN1KMgs


P.D. Un chiste de historia, con palabras atemporales.







Alas


En una homilía dominical escuché unas palabras que han influido en mi vida cotidiana y que procuro recordar a menudo: "En el amor y el saber, si dices basta estás perdido". Este estribillo me ha descubierto que hasta en lo más insignificante o lo más prosaico hay algo que aprender, siempre podemos estar descubriendo cosas nuevas. 

Ayer, mientras cosía para Miss G., me acompañaba como siempre la radio. Esta vez sin "sonotone".  Con voz de seriedad científica se informaba de un problema crucial, capaz de hundir al género humano, en concreto al sector femenino, en la más desastrosa catástrofe si no se ponen los medios adecuados: "Las alas de murciélago". 

Subí el volumen. Cuando en verano cenamos en el porche, los murciélagos nos acompañan, se dan su festín particular. Les estoy agradecida, creo que nos libran de un buen número de mosquitos tigre, y dan un toque tipo "Crepúsculo" a la ensalada.

Pero el problema "Alas de Murgiélago" tiene otras zoologías: El enigma es mucho más complicado, y puede arruinar la felicidad de cualquier mujer que sufra sus devastadores efectos. Como muy bien explica el experto científico.
Es  frustrante no poder desperezarse en la playa con total seguridad, tiñe de tristeza cualquier vida el hecho de no poder indicar levantando el brazo "mira un pajarico", porque sufrimos ese mal desconocido: Alas de Murciélago. 

Osea: Los efectos de la gravedad en las chichicas  de los brazos.

La operación reconstructora son tres mil leuros del ala... Yo con eso me voy volando a Niuyorc.


Eso sí, me pongo una decorosa media manga.


viernes, 15 de enero de 2010

Homeschooling


Amanece en rosa. Pero la tarde ayer fue gris sobre fondo negro muy negro.
Eso sí, no faltaron las iriscencias azules del humor socarrón. Con MiGeorge escuchamos la conferencia del Juez Calatayud. Sabe ganarse al público que cae rendido. Sabe presentar una realidad cruda, sin ocultar el verdadero nombre de las cosas y dejar espacio a la esperanza.
Su análisis de la ley del Menor revela las contradicciones, las hipocresías en las que todos participamos : padres, escuela, sociedad.


Esta madrugada he buceado por mis favoritos,  llegando a unas páginas sobre un fenómeno curioso de tipo “americanada”: Homeschooling.


Inmediatamente la productora cinematográfica de mi cabezota comienza a filmar escenas.


Escena 1
Ataviada con una capota  de encaje y delantal de percal blanco, abro el horno de una cocina “económica” de hierro colado.


- Miren niños, horneé estas delissiooosas galletas de jengibre, y les explicaré como una semillita de trigo llegó a ser este delissioooso  manjar. Tomen sus cuadernos!


Escena 2
7 A.M. Embutida en un anodino sastre oscuro, busco desesperada la manga de un abrigo infantil y atornillo el gorro al bebé en la silla del “maxicosi”.


-¡Mierda de críos! ¿Cómo he de deciros que llego tarde ? Y vuestro padre a lo suyo…espero que al menos os recoja a tiempo, yo tengo cena de trabajo! ¡Joé, Tatín, no me digas que ahora tienes pis. Háztelo encima, que te he puesto el pañal…que te enseñen en el cole el manejo de esfínteres! No tengo tiempo para estas simpladas.


Imagino que la realidad tiene un punto medio, pero el cine no triunfa sin un cierto histrionismo.


Sigo leyendo. Recuerdo la conferencia.


Hijitos míos. Habéis tenido suerte de ser ya mayores. Me estoy convirtiendo al homeschooling por momentos.


Con apenas año y medio hay tanta prisa por “socializaros”… y a los quince pretenden que haya vida familiar capaz de transmitir valores.


Cuando es tiempo de roturar y sembrar, os alejamos, y queremos cosechar en tiempo de barbecho.


Aviso: Ya no puedo hacer “homeschooling parental”, pero os acecha una amenaza de “homeschooling intergeneracional”.



jueves, 14 de enero de 2010

Donde caben ocho caben diecinueve.


Esa manía que tenemos de celebrar la Navidad en el monte se puso complicada este año. Pocas veces he visto tanta nieve en la carretera.
Buscando la madre patria me cargué algo que parece vital para el “prostatic”: el carter. No se exactamente qué es, pero sólo mencionarlo, los varones circundantes cambian de color, como si hubiese anunciado el quinto jinete del Apocalipsis.

Día 24: La nieve impide llegar en coche a Seira…sigue nevando y se anuncia más intesidad para la tarde. Si hay que quedarse aislado, decidimos que es más prudente quedarnos en Castejón…TODOS=19

Gracias a esas condiciones metereológicas he comprobado la realidad elástica de entes que desde una visión superficial no lo aparentan.

El famoso chiste de “cómo pondrías cuatro elefantes en un seiscientos”, ya no tiene secretos. ¿Cómo sentarías diecinueve humanos a una mesa de ocho? Pues uno junto a otro: las paredes son elásticas, las sillas se multiplican, los tableros se recomponen.  Surgen platos y cucharas, se inventan servilletas. Incluso es posible el glamour de un toque dorado sobre fondo rojo, y hay sitio para la cunita del Niño Jesús, arrebolado con el calor de tantos "bueyes y mulas". Comprobado, doy fe de que así sucedió y lo vi con estos ojicos que se comerán los gusanos.

Esta manifestación  empírica de elasticidad, demuestra la falsedad de una teoría muy extendida, que entiende el cariño como un kilo de azúcar que hay que repartir. Y cuantos menos seamos a más tocamos. Viene a ser la concepción maltusiana del amor. 

Oí decir  P.J.Viladrich que el auténtico enemigo de la “verdad” no es la mentira, sino los topicazos y las medias verdades. Como toda teoría peligrosa, esta visión del amor como unidad divisible, tiene parte de verdad: amar exige poder entregar algo. Atención, tiempo, regalos, mimos, cuidados…y somos limitados.  Si queremos mucho a alguien gastamos esos recursos, y no hay para otros amores.  Al dividir nuestras fuerzas bienes y fortuna defraudamos la necesidad de amor de los otros.

Pero estos maltusianos azucarados no conocen la elasticidad infinita del corazón. No se han dado cuenta de que el único “músculo” que no se atrofia por el uso, que no degenera por exceso de  utilización, es la capacidad de amar.
No pierde intensidad, sino que adquiere fuerza cuanto más se estira. No se queda sin recursos aunque aparentemente se acaben, porque estimula la imaginación, regala fortaleza y multiplica las posibilidades de encontrar tiempo, atenciones, mimos, sillas, mesas, platos , turrones y regalos para todos. 

Siempre me deja un punto de amargura la canción ”se nos rompió el amor de tanto usarlo…”. Mentira podrida. No se habrían leído las instrucciones, fijo.

Os dejo unas imágenes del 25 y el belén de Seira, que merecería un post para él solito.

miércoles, 13 de enero de 2010

¡Matermanías ataca de nuevo!

Matermaníacos: El blog no ha muerto. Ha sido un tiempo de... "descanso", el retroceso necesario para dar el gran salto. En breve, nuevas entradas.

Empieza la cuenta atrás. 3-2-....Bueno, mejor 100-99-98...