jueves, 30 de junio de 2011

Cuadernillo de verano




Tengo que pintar la hortensia.
Con la misma urgencia con la que hay que darle una mano de minio a la verja.
Antes de que empiece a perder el rosa de ternura infantil, antes de que deje de estar jugosa y se rompa la cadencia desparramada sobre la escalera.
Tengo que pintarla...y los desconchones oxidados de la puerta.
Que no se me olvide.




martes, 28 de junio de 2011

El carrico del helao



Después de una conga tras otra, las fiestas de los agostos solían poner el final con "el carrico del helao".
A esas horas ya no entiende nadie qué se canta, pero todos sabíamos el estribillo.
Este verano que empieza como el aceite hirviendo, el carrico tendrá otra cara.

Nunca más podré mirar con indiferencia al camarero que me sirva un cucurucho. Nunca más dejaré de sonreír al que me ponga una horchata, o un granizado.

Ahora soy madre de heladero.

Si os tomáis un cucurucho, aunque sea de una bola, no dejéis de sonreír al chico de la gorra. Podría ser mi hijo.

lunes, 27 de junio de 2011

Samaritanos

El bloguerío ha entrado en la penumbra del verano.
Con las persianas bajadas se hace más íntimo, anima a las confidencias  en voz bajita y a sorbos cortos.

He ido al cine, a ver la de Darín,"Un cuento chino". Peli argentina con toques de "Amelie", dibujada con el esfumato de las fotos de los setenta, con los colores pardos del antiglamour y la belleza sencilla de una taza blanca y desportillada.

Un cuento para calentar el corazón, la historia de un buen samaritano solitario y gruñón.

Hace unos años también fué el buen samaritano. Una lectura rompió mi cascarón de acostumbramiento bienpensante, el libro "Jesús de Nazaret".

Como en la película del chino, explica el sentido de la existencia,  que a rachas parece absurda monotonía.
Como en la película del chino, el guión de la vida es sencillo, sin estridencias de Holliwood: ser "el prójimo", como el samaritano con el apaleado,desde dentro y en concreto. Sin teorías, incluso a veces... a regañadientes.






jueves, 23 de junio de 2011

Ladrón de bicicletas

Los héroes del oeste americano susurran requiebros de amor a la oreja de su caballo.
La intimidad que da viajar juntos, apoyando el cuerpo y la confianza en el lomo del bicho tiene esas escenas de amor.

Una bici no es un caballo, y vería con preocupación que alguien cuchichease tiernamente balbuceos de enamorado junto al manillar. Pero quien ha tenido bici, sabe hasta dónde puede llegar el romance.

La bici es la materialización de la primera independencia. Cuando quitamos "las rueditas" de las bicis de los niños, entregamos la llave de su libertad.

Las bicis de mis chicos tienen nombre de mujer: Paquita, Rafaela,Miguelona... Con eso lo digo todo.

... y el martes nos la raptaron. Ella, la más bella. Miguelona, seis años de compañía sobre ruedas.
Se había quedado sujeta con una cadena como ronzal, mientras su dueño nadaba un rato, y al salir, la habían secuestrado.

Se la llevaron y en el suelo dejaron una infancia con heridas de consideración.

Ahora su corazón debe aprender a vivir sin ella y al mismo tiempo luchar por mantener el rasguño limpio, sin la infección del rencor hacia el injusto que se la llevó.








miércoles, 22 de junio de 2011

Educación para la ciudadanía

El 14 va rebosante desde las primeras paradas.
Ni un asiento libre, toca aguantoformo.
El calor acaba con cualquier visión romántica del transporte público: el olfato y la vista se muestran despiadados.
Cerca del Clínico ya suben a empujones, y los afortunados que van sentados se hacen los despistados, para no apabullar con su privilegio.

Una anciana intenta mantener el equilibrio bailando con la barra.
Nadie la mira, nadie quiere verla.
Es muy socorrido  evadirse, mirar hacia la ventanilla y atontar  la conciencia . 

Un chico gordito,  con la cara chata y los ojos rasgados, está absorto en sus auriculares.
En cuanto la ve le sonríe y de un salto le cede su asiento.  Después sigue con su música y  la sonrisa puesta.

El niño Down ha sido el único capaz .  No tiene el corazón enfermo con la cardiopatía comodona, y nos regala educación ciudadana.



martes, 21 de junio de 2011

Gordología





Ya sé por qué engordo.
Es el champú.
Hoy me dí  cuenta  de que en la botella dice
"Para dar cuerpo y volumen".

Desde mañana, empiezo a  ducharme con lavaplatos, que dice: "Disuelve la grasa. Hasta la más difícil"

jueves, 16 de junio de 2011

Antiguallas

 Exposición y Pliego de descargo





Las vitrinas de los objetos cotidianos son las más atractivas de cualquier museo.
Junto a ése trocito de madera roída, se ha quedado una patricia romana desenredándose el pelo. Y en ése “lachrimatorium” azul aún hay vapor de lágrimas, que acompañó la pena de una madre tartesa.

En casa no tengo tesoros tan antiguos y valiosos, pero va pareciendo un museo.

En cajas apiladas he acumulado porciones de tiempo. Está envasado al vacío, aislado de modas, materializado en objetos obsoletos y trasnochados.

Con el cambio de armario he tenido que quitarles el polvo y el letargo, y molestos con la sacudida, escupen “saudade”,  y la conocida alergia.

Salen desperezándose, con terquedad amarilla que intentaré blanquear al sol, y curiosamente, ahora, no me parecen tan inútiles.

Hay muchas razones para su destierro, no sólo es cuestión de talla y moda.
No encajan en la temática Kleenex de usar y tirar.

Son la respuesta a otro concepto de vivir.

Debe ser que también soy antigualla, empiezo a ablandarme, y a arrepentirme de haberlos castigado a ése ostracismo en el cartón.

Ahí están, por ejemplo, algunas prendas expulsadas: un peinador, una mañanita, manguitos para la cocina y varias bolsas para el pan.

¿Quien puede usar algo así, a quien se le ocurrió que tenían utilidad? No lo entendía cuando “aparecieron” en mi ajuar.

Probablemente los crearon unas mujeres que conocían a fondo la realidad y limitaciones del ser humano. Que valoraban sus posesiones, y cuidaban los detalles de la cotidianidad para hacer más amable su monotonía.



Por partes.

Acabo de descubrir que todavía se venden “peinadores”, y no sólo como antigüedad. 
Nunca llegué a usarlo, firmé la sentencia sin conocer los hechos. No me había dado cuenta de que todos los días se nos cae el pelo(a unos más que a otras) y que no se evaporan, no, que se quedan pegadicos a la ropa, o rondando por el suelo.
Pero aquellas mujeres eran previsoras, y el peinador les ahorraba trabajo, les facilitaba la tarea cariñosa del cuidado. Y encima, tenían la paciencia de bordarlo.

Igual con los “manguitos”. Ya me he desencantado de la publicidad engañosa, que las manchas de aceite son traicioneras hasta la muerte...y ¿quién es la que sabe freír sin que salpique?
Ellas, aquellas históricas, no estaban dispuestas a enriquecer a Amancio Ortega, y hacían durar las blusas, las batas o lo que fuera. Además, ¿hay algo menos romántico que el olor a fritanga en una caricia?

¡Ah, las bolsas !Va a resultar que no es novedad, que no lo idearon los del “carreful”. Nuestras precursoras ya se habían percatado de que el pan en bolsa de plástico se queda como el blandiblú, y esas bolsitas floreadas son mucho más personales y ligeras que las que nos regalan en el super, y siempre olvido en casa.

Y llegamos al meollo, a la “mañanita”, que algunas no sabrán ni qué es.

Dice la RAE:"Prenda de vestir, de punto o tela, que cubre desde los hombros hasta la cintura y que las mujeres usan principalmente para estar sentadas en la cama".

Estas sabias antecesoras valoraban la visita a los enfermos y convalecientes. Como sujeto activo o pasivo. Sabían que cuando en la clínica aparece el primo segundo de tu jefe, y estás en plena “subida”, o bajada, que da igual, se agradece llevar encima algo más que una camiseta descolorida, con propaganda del Banco.

(No sé si ha sido suficiente y te he convencido. Intentaré “tunearla”, le quitaré lazos y puntillas, y a ver si hay suerte. Siempre me quedará el "Lachrimatorium").


miércoles, 15 de junio de 2011

Gratis, cada día



"Así es como funciona la vida".

No sé nada de economía, pero la intuición no falla. La mejor inversión es regalar. 
Saber perder el tiempo cuando no tenemos tiempo. Invertir en "El Otro", una compañía de acreditada solvencia.

sábado, 11 de junio de 2011

Cine para un sábado

En contadísimas ocasiones  Miguelón levanta la vista de los libros.
El miércoles se mide con "La Selec". Pero siempre fiel a su espíritu, intenta no desatender sus obligaciones de animador cultural, y nos presenta buen cine para un sábado.





La historia de siempre (2009) from Roger Batalla on Vimeo.

viernes, 10 de junio de 2011

Hasta los gatos quieren zapatos

"Until cats want shoes" para el público internacional

Porque recorrer tantos tejados deja los pies hechos polvo.
Y ya no digo cómo macera las plantas ése subeybaja del metro. Ni el juego “talón-punta” de la jota tiene tanta matraca.

Es una ironía del destino que una antisistema confesa como yo, sea propensa a la “fascitis plantar”.

Por eso repito modelo, el año pasado eran “rosa atardecer”, y la temporada 2011 viajaré en “azul madrugá”.

Aquí están, mis compañeras del alma, compañeras.



(Es que hay viernes lluviosos que diluyen la inspiración. Pero la foto es chula)


jueves, 9 de junio de 2011

El jardín del género

Aunque delante lleve muy clarito un artículo en masculino,"rosal" es mujer.
El tacto dulce  de los pétalos y los colores apasionados de las rosas incluso vestidas de blanco, las espinas gordas, que arañan como el despecho de la amada, y esos pinchitos pequeños, escondidos detrás de las hojas, azuzando de forma invisible, chinchando a la callada...todo muy femenino.

El hombretón de nuestro jardín es el magnolio. Siempre vestido de oscuro liso.
Con la luz ocre de la mañana le relampaguean las hojas “double-face”. Como las manos de un hombre son duras, rasposas, pero amplias para la caricia generosa.

Ha crecido junto a la valla, ansioso de libertad, con el mismo “estirón” que suelen dar ellos, que los deja desgarbados hasta que empiezan a dar algún paso al derecho.
Y cuando se luce y florece, su estilo es muy de hombre. A lo grande y muy pocas veces, con flores blancas gigantes, nacidas sólo para fardar, para gallear dos días y después, si te he visto no me acuerdo. Eso sí, dejan las noches acicaladas con perfume de verano al limón.


martes, 7 de junio de 2011

Aprendizaje inverso

En esto del vivir, suelen utilizarse metáforas de montañas y caminantes. Se esboza la vida como una ascensión: la dificultad de la pendiente, la paciencia y monotonía de los pasos, las distracciones y peligros del camino.
No le quito mérito al “subir”. Pero cuando “se hace” un pico, la excursión no termina en la cima. Queda el descenso. ¡Cuánto duelen las rodillas, cómo aprietan las llagas que nos han dejado las piedras, qué cansancio acumulado!.
Y ya no esperamos la brisa en el mirador, la vista amable del valle,el agradecimiento del triunfo.

Es el momento de aprender a desaprender y a desprender...cuánta sabiduría en una pintada.


                                                                                                    (Pintada en Montjuic)

domingo, 5 de junio de 2011

Anatomía de una cena

No hablar de la crisis era la condición. Una cuestión de principios.

Cuesta mucho arrancarlos del sillón después de las 9, y si va a ser para dar vueltas al gorro, mejor que se queden en el sofá, y sigan envejeciendo prematuramente en duermevela preocupada, agarrados al mando de la tele como tabla de salvación.

Casi siempre somos los que abrimos el restaurant. Ya no hay que bañar niños, eso da mucha libertad de horario, y así nos retiraremos pronto. Es el truco para que ellos no se cierren en banda, prometerles que no trasnocharemos.

El camarero viene dos veces para tomar nota, se nos olvida leer la carta. Ya nos hemos enzarzado en política y antes de que traigan el primero ¡hablamos de la crisis!. Si es que no tenemos palabra.

En el postre  estamos desataos. Los más viejos y los más gritones. Hemos logrado sacudirnos la preocupación con la euforia que da poder decir las mayores memeces y burradas entre incondicionales.

La sobremesa es tan larga que con el local ya casi vacío, el dueño nos invita a un limoncello, porque- dice-  sin “digestivo” no es una cena de amigos.


Seguimos la tertulia en la calle. Cuesta despedirse, olvidamos el cansancio, y nos juramos otra cenita,  "con lo bien que lo pasamos..."

Será el licorcito o lo que descansa la risa floja, pero aún trasnochando, hoy estoy como nueva.





viernes, 3 de junio de 2011

Tristeza hermosa

La belleza tiene unos golpes...

No voy a caer en la cursilería de decir que padezco el Síndrome de Stendhal, pero tengo la suerte de que me abofetee lo Bello. No es una caricia, es un guantazo. De emoción que atrapa o de rechazo visceral ante lo feo del mismo modo que asquea la mentira o el odio. La Belleza me acerca a Dios, a mayor velocidad que el Bien y la Verdad.

Es una condición que no se elige, es algo con lo que se nace. Lo compruebo con mi prole. Casi todos, cuando empiezo a fibrilar ante un cuadro, un atardecer o el tornasol de la seda, piensan que fumo porros, que éso no es sano ni natural. Pero he visto como un niño de pocos años se paraliza al entrar en una catedral embrujado por los frescos de la bóveda. Veo que la saga continúa, que para gracia o desgracia, alguno lleva el gen. Es una tara con la que se puede sobrevivir, basta con conformarse a ser algo "rarito". No passsa ná.

Tampoco una escoge el momento o el "qué" desencadenante. Pueden ser las manos frágiles y arrugadas del pasajero de un tren, la ermita románica entre árboles, la obra de un pintor consagrado, o el colage del artista anónimo.  Alguno de éstos impactos, la luz de la Sainte Chapelle por ejemplo, los recordaré siempre, me dejaron un moratón considerable.

No siempre el reconocimiento de la belleza coincide con lo que pienso o me gusta de antemano. Pertenece al mundo de las emociones que por definición no son del todo controlables. Además crea adicción.

Todo este rollo para compartir un golpe traidor de belleza, agazapado en la aparente frivolidad  de youtube.

Poesía con música o Música de poetas.

Desesperanzadamente bella.

Belleza brutal.


 Aviso: Es muy alternativo. Acaba de pasar un asesor técnico-crítico de arte y su conclusión ha sido fulminante: "madre, es un auténtico "co--zo".



jueves, 2 de junio de 2011

Reglamento de Transporte

El anden anda abarrotado, y el cronómetro luminoso tranquiliza a los puntuales, falta 1 minuto para el próximo tren. Con el ritmo inventado del tiempo caen los segundos 59 - 58 - 57 - 56 ... ... ...

Viajar en metro tiene códigos secretos, invisibles pero eficaces.
Está rigurosamente prohibido establecer contacto visual con otro viajero.
Podemos estar más apretados que en un chotis, pero siempre sin rozarnos con los ojos, eso se mira muy mal.
Podemos reírnos a carcajadas con nuestra única sombra, gritar en soliloquio o hacernos el harakiri, pero nunca sonreír mirando a alguien a la cara, eso es imperdonable.
Quien incumple alguna de estas normas es castigado con más aislamiento del habitual.





miércoles, 1 de junio de 2011

Buenos oficiales

En plena edad del pavo, cuando íbamos de excursión, solíamos cogernos del bracete y cantar cosas tal que así: "Un, dos, que guapa que soy, que tipo que tengo que bien que estoy "
(¡Silencio... esas risas...! Sólo constato datos sociológicos...)

Era una inyección de autoestima.  Estábamos en "grano vivo", intentando adaptarnos a un cuerpo desconocido y éste tipo de cantinelas ahuyentaban el miedo.
Entendí entonces porqué  los ejércitos antiguos siempre llevaban una banda tocando  la corneta y el tambor,  azuzando a la infantería que corría con la bayoneta, y daba a los soldados seguridad de victoria .

Que sí, que entiendo que es bueno mantener la autoimagen en unos niveles mínimos para la supervivencia.

Pero hay realidades para las que no encuentro explicación:  cuando estoy en ése tipo de reuniones o cenas en las que "somos" tan buenos, tan entregados, tan rematadamente los mejores, tan mártires y sacrificados... los únicos y exclusivos frente a la barbarie universal...se despierta el "perroflauta" que hay en mí...y me entran unas ganas  irresistibles de escandalizar.

Es que no puedo con los "buenos oficiales", sentados ya en el palco a la derecha de Dios Padre, incluso antes del Juicio Final.

Tanto complejo de  superioridad, de bondad envasada al vacío para que no se contamine con la mugre que envuelve el mundo,  me parecen tan ridículos como aquellos paseos de adolescencia subiendo la cuesta, cantando cogidicas de la mano: "y si somos las mejores bueno y  qué... y si somos las mejores bueno y quééé, y si somos las mejores, y si somos las mejores y si somos las mejores bueno y  quéééé"

Y la verdad es que me enfado, y debería sentir mucha pena. Porque cuando uno ya es taaaan oficialmente perfecto pierde cualquier oportunidad de mejora.