miércoles, 29 de febrero de 2012

Ovejas y similares



Tengo una habilidad insustancial e inútil, como casi todas las que me acompañan: Imito a las ovejas con perfección.
Tantos veranos en el frescor del Pirineo tenían que tener su premio. Han sido muchas mañanas viendo partir el rebaño, alejándose en un tropel de berridos,  tantos atardeceres escuchando cómo se acercan los cencerros con una polvarerda de balidos, y miles de noches, con tormenta o  con cielo raso y sereno, llenas de quejidos ovejunos rompiendo el silencio.
Puedo imitar a la oveja perdida, atontada y temerosa, o hacer todas las voces  de la ganadería, como en un canon.

Cuando mis niños eran pequeños siempre me pedían el numerito:
- Mami, haz la oveja...
-Beee-be-beeeeee-be-beeeeeeeee

Alternaba con maestría los distintos tonos y posibilidades de balido, y ellos me miraban con admiración y arrobo.
Ahora lo piden menos, y cuando lo hacen, observo un tonillo de guasa, que me desata la risa floja, y soy incapaz de balar a derechas. Es una costumbre que se extingue.

A pesar de esta innata facilidad para balar sin parar, las ovejas me resultan antipáticas. Tan bobaliconas, aparentemente "obedientes", son en realidad obtusas y testarudas. Su docilidad es fruto del miedo al perrico ladrador, no sereno abandono y confianza. Obedecen con ceguera, por eso, si una "güella" descerebrada se arroja por un barranco huyendo de un trueno, tooodas le siguen descontroladas.

Soy más de cabras. Como a ellas, me tira el monte, y prefiero su puntito de chaladura al gregarismo bobo ovejil. Las cabras "ramonean", prefieren curiosear levantando la cabeza y estirando el cuello para comer hojitas verdes de las ramas, saltar triscando para buscarse la vida, y no  "pastorear " agachando la cabeza con la mirada fija en la hierba como los corderos.
Aunque no he aprendido a "berrear" como mis amigas caprinas, preferiría ser una de ellas.
Y si irremediablemente tuviese que ser oveja, me pido ser la negra.













lunes, 20 de febrero de 2012

Exploradores




Tengo una "misión imposible", una incursión en praderas desconocidas, y he mandado exploradores para comprobar las dificultades del terreno, y hacerme un estudio de mercado entre sus iguales.

No me han defraudado, han confirmado mis sospechas.

El primer explorador ya me había advertido:

- Es muy sencillo, si quieres que te presten atención, tienes que aprender a venderte, y  sólo tienes que decir :"SEXO, SEXO, SEXO ".

- Pero yo quiero hablar de otra cosa...

- No importa, si quieres su interés, sea el tema que sea, debes empezar así.

El segundo de mis esbirros ha corroborado esta idea.

- He hecho averiguaciones y encuestas, y lo que más "NOS" interesa, es el sexo,(para ser justos, mi sicario utilizó un término más exacto: sexualidad).

- Pero oye, si a estas alturas, creo que tenéis toda la infomación del mundo mundial...¿qué novedad se puede aportar?

- Qué sé yo...necesitamos saber porqué somos diferentes, queremos saber cómo conocernos, si es posible un amor incondicional...cómo saber si el otro/a es el definitivo...

- Pero éso no es sexo, y es mucho más que "sexualidad"...

- ¿¡Ah, si!? Pues a mi me parece lo mismo.

- ¿Y no te gustaría hablar de si es posible el compromiso... otros temas más "filosófico-antropológico-interesantes"?

- Pues eso, de sexo.



viernes, 17 de febrero de 2012

De colores



(Léase con ironía, por favor)


Me rebozo y regodeo en la incomprensión.
Es uno de esos placeres masocas. Muy del estilo de esas heroicidades con revancha que nos ayudan a creernos buenas madres, cuando nos hacemos las sacrificadas y entonamos a pleno pulmón, o en silenciosa cara larga, ése estribillo pegadizo y ramplón: "¡Ayyyy, cuanto sufro y qué poco me quejo!".
Viene a ser lo mismo pero en la vena artística.
Esas risas de incomprensión con displicencia, me hacen sentir más intensamente  el desaire social que da pose de artista.

Se parten cuando digo que estoy trabajando el color, y las carcajadas me dan ínfulas de grandeza bohemia, y cara de vinagre al óleo... Ese rictus tan femenino de incomprendida dignísima.

Aunque os  de a todos la risa floja, el color tiene importancia. Y disfruto estudiándolo y haciendo pruebas.
Vivimos en colores, incluido el blanco, el negro como suma de todos ellos y la escalera de grises. 
Nada como un baño en el color para un fin de semana con chispa.
Cada tono, cada matiz, puede definir un concepto.
Pensamos con colores, y por supuesto, para gustos, ahí están ellos con su variedad y riqueza.

Como muestra, esta genial campaña publicitaria " #5citas1color".








jueves, 9 de febrero de 2012

Dickens








 Hace frío, también por dentro.
Me he fijado en él porque tiritaba tanto, que hacía crujir el papel de estraza con el que se protegía. Ni siquiera eran cartones. Un hombre de unos sesenta años, vestido con una americana heredada en una recogida de caridad, temblaba tendido en un sopor de borrachera, con los zapatos puestos, por si amanecía sin ellos.
Me ha helado el alma comprobar que me he acostumbrado. He necesitado que el frío haga ruido para despertar. Han pasado a formar parte del mobiliario urbano. Nuevos pobres para la miseria de siempre.

No sólo las cumbres, el gorgoteo de un río o el mar sin límites transmiten transcendencia. No de forma exclusiva.
Pasear por la ciudad desvela también oraciones escritas en las cornisas, belleza edificada, huellas amorosas del hombre sobre la tierra, realidades para el siempre.
Pero hay otras piedras negras, constantes.Las calles están salpicadas de miseria, evidente o vergonzosa. A primera hora, cuando aún puedo oír mis pisadas, o a última hora de la tarde, con la oscuridad borrando vergüenzas, existe otra transcendencia, doliente, que esconde su belleza a los ojos humanos.

Estos días se recuerda a Dickens, que denunció hipocresías de su época, tan parecidas a las nuestras. Todos los personajes de sus cuentos y novelas tienen un actor en el presente, una identidad nueva que sale en los periódicos, que encontramos en el metro, en casa, en nosotros mismos. ¿No es una réplica del especulador Merdle en Little Dorrit la historia de Madoff? ¿No nos sentimos en "La oficina del Circunloquio" al enfrentarnos a la burocracia cotidiana? ¿No vemos a Oliver Twist en esas bandas infantiles de pedigüeños ?
Pero como detalla la obra de Dickens, no se trata sólo de hacer denuncia social y retratar un mundo poco comprensivo, incapaz de distinguir entre pobres, holgazanes y enfermos, sin piedad, sin compasión ante el sufrimiento ajeno. Como Dickens creo que el mal no sale siempre vencedor. Junto al dolor y el mal hay sitio para la compasiçon, la generosidad y la redención
La pequeña Dorrit nace y vive entre los presos de Marshalsea pero mantiene clara la distinción entre el bien y el mal, y el avaro Scrooge oye al fin las campanas de la Navidad. También se oyen con el crujir del frío en las sábanas de papel.


viernes, 3 de febrero de 2012

Gritos









Juega como la luz y la sombra. El grito subraya la palabra.
Y el silencio.