viernes, 29 de junio de 2012

El magnolio y la plancha,

o la eternidad de lo efímero.     

   


                                                                                       

Gracias R.
 Por la incondicionalidad y los ánimos para continuar escribiendo.







Hay que abrir las ventanas en cuanto empiezan a piar sin control esos pajarillos desconocidos que convierten el jardín en una jauría de picos.
La luz todavía está desperezándose, y hay que actuar rápido. Después le entran al sol unos genios ardorosos que nos derriten.

Mirando al magnolio que aún florece lentamente, enchufo la plancha y comienza el ritual.

Casi siempre son camisas.

                                      Primero el cuello, el canesú, los puños. 
                                      Humedeciendo y tensando las entretelas.

Tal como me enseñó mi madre, y a ella la suya, y a mi abuela, su tía abuela, que a su vez lo aprendió de una sirvienta mora que acabó escapándose con el hijo del "mediero"…
Esa tradición histórica  da un aire de misterio a cualquier ritual, lo envuelve con la solemnidad de lo recibido, y hace posible que lo nimio transmute en importante.

                                  Preparo las mangas alisando con una caricia,  
                                  sello con el hierro los pliegues y estiro las costuras.

Es una tarea pequeña.
El esplendor durará muy poco. Como el amanecer.
Volverán las arrugas casi tan solo con el contacto del cuerpo, como se oscurecen los pétalos de esas flores grandotas y blancas del magnolio, que se tiñen y marchitan con el mínimo roce de una mano

Pero así es es el amor. Hace eterno lo efímero. Se alimenta de gestos mínimos, disfrazados de inutilidad, y no puede vivir sin ellos.



viernes, 15 de junio de 2012

GifNovela (3)



El cigarrillo ha sido la excusa.
No aguantaba más… tenía que salir y romper la tirantez con un poco de aire viciado.
No lo entiende, le enerva ésa actitud, el silencio con el que reacciona, si es que reacciona... lo que precisamente le encabrita es su aparente falta de respuesta. Porque si realmente la quisiera, lo sabría.   Sí, si realmente estuviese pendiente de ella, sabría interpretar sus señales…

Y mientras inhala el humo reparador, le va subiendo desde el estómago al cerebro una sombra morada, que se desparrama  lenta,  imperiosa, pegajosa. Se van oscureciendo otros días que estaban tranquilamente guardados en el rincón del cariño.

- SIEMPRE ha sido así…en el primer aniversario, no se le ocurrió otra cosa que regalarme¡ una olla a presión!…y luego se excusaba en que si había estado diciendo que la necesitaba…NUNCA cambiará, es como su madre, sin imaginación, tan cerebral, tan lineal,tan tan tan… y pensar que eso es lo que me enamoró...el contraste ...

Una lágrima de autocompasión empezaba a desperezarse, y con el ojo medio inundado intuyó sus manos reflejándose en el cristal de la ventana.
Y se le lanzaron en tropel las imágenes de esas mismas manos, acariciando su rostro, limpiando las lágrimas y el sudor después del parto, recorriendo su cuerpo, bañando a los niños,enlazadas con las suyas paseando,  fregando platos, arreglando bicis, sujetando biberones.

Parecía que el naranja brillante de esos recuerdos frenaría la oscuridad amoratada.

- Pero es que el amor si no tiene chispa no vale la pena, y él no sabe quererme, no sabe intuirme ¿o no es así como deben entenderse los enamorados?.
¿Es que no estaba suficientemente claro?¿Es que no podía darse cuenta de  que cuando decía que me gustaría celebrar mi cumpleaños con sencillez, en un sitio económico, y que no quería ningún regalo, lo que en realidad quería es que me sorprendiese con un ramo de rosas rojas, de tallo largo, y una cena especial en un restaurant de esos cool, de los de arreglarse …? No, claro, es incapaz de pensar en nadie más que en él…no se ha fijado en las señales…
sólo ve lo que tiene en las narices...

Y la mancha azulada de la tristeza va acelerándose.

- ¡…y encima me dice que porqué no se lo decía si eso es lo que me hace ilusión!¿Es que no se entera…?¡si lo que precisamente quiero es que me sorprenda…! Si se lo digo ya no tiene gracia. Es un analfabeto emocional...es un , un...un...

En el corazón algunos chisporroteos de ternura intentan llegar a la altura de las ideas.

La última calada.

- ¡Se acabó!

Tira la colilla, y la retuerce con fuerza desproporcionada, como si al pisar la pavesa pudiese acabar con otros fuegos.

Al entrar en el bareto, él está jugueteando con el móvil, nervioso. Al descubrirla, la mira esperando, sin saber qué hacer.

Se acerca orgullosa, y en un susurro, entre beso y suspiro  le roza la oreja.

- ¡Perdóname!

martes, 12 de junio de 2012

Perico





Han pintado la plaza con geranios rosas, intensos, casi magenta.
De fondo musical, una trompeta resopla sin canciones, son sólo notas que llegan como el humo, más presentidas que reales, con el murmullo de la gente,  pisadas que se acercan y pasan mientras escribo en esta sombra tan fresca, que sube desde el verdor de los jardines, la misma que debían respirar los reyes y toda la corte esperando el veraneo en Aranjuez o La Granja.

Esta ciudad tiene una vida íntima y "chulita", con las señoras más señoras y de mayor concentración aristocrática, y putas, y guiris, y hombres con gomina de punta en blanco, y sudacas ofertando el mejor precio para el oro, y a unos metros de mi banco,  dos mujeres mucho más orientales que la plaza, ofreciendo masajes para los pies del turista caminante.

Madrid. Con caras de desconocidos tan conocidas, que nunca sé quien son, pero que habré visto en la tele o alguna revista.

La plaza de Oriente es un descanso en este sábado de paseos individuales e intransferibles.
Y  una cancion de infancia, la que  que cantaban los chiripitiflaúticos:
             
                                       " Perico, Perico eres un gran borrico.."

Justo esa canción. Como al burrito, me saludan las estatuas dejando la rigidez de piedra, devolviéndo  la imaginación a  aquella tele en blanco y negro, y a otros "madriles" de otros tiempo, llenos de cuadros y músicas, que descubría por primera vez.

lunes, 4 de junio de 2012

Feligreses



Suelen sentarse en los bancos del final, cerca de la puerta. 
Todos los domingos en Misa de 12: 30, allí están puntuales, cinco o seis ancianos con su cuidadora. 

Son viejos distintos aunque tienen canas,  arrugas, artrosis y reuma como los demás viejos. Incluso la lentitud, ése ritmo cadencioso que va esculpiendo la vida en las articulaciones, es diferente en ellos. Su falta de celeridad es amodorrada, está en sus huesos desde siempre y  sus ojos parecen mirar sin rumbo, desenfocados. Pero son miradas con brillo. Sutil y fugaz,  una centella les da vida.

Juntan las manos arrugadas y sin embargo infantiles y rezan con una piedad dulce, como sólo lo hacen los niños pequeños. Después les llega el cansancio y duermen o se enredan unos a otros, o llenan de besos y arrumacos a la cuidadora, que emociona con su cariño y paciencia.

Si hay sitio libre, me gusta sentarme detrás de ellos, para poder disfrutarlos, y agradecerle a Dios que nos quiera tanto, a todos. Y para preguntarme cuáles son los parámetros de lo que llamamos normalidad.