martes, 22 de enero de 2013

Estáis avisados...




Aunque parezca que estoy sorda y ciega.
Aunque creáis que duermo profundamente.
Aunque mi boca se calle.
Aunque mire hacia otro lado.
Aunque me haga la tonta.

LO SE TODO.
     
                               Mami.

                           



lunes, 21 de enero de 2013

Ciclogénesis





Mientras aparcaba, ya estaba arrepintiéndose de haberse plegado a mis deseos.

- ¡Estas ideas"jipis" …!

MiGeorge es un hombre sensato y tranquilo, y aún no entiendo, después de tantos años, cómo se deja engatusar por mis ocurrencias.

Un ventarrón con halitosis de yodo nos untaba la niebla hasta los huesos. 
Todo eran grises. La niebla mezclada con las olas.
La lluvia en gotas gordas, imposibles de esquivar con el paraguas: Una deliciosa mezcla de sabores al relamer el agua dulce con el salobre que se escurría por la cara.

Solos. En kilómetros de playa, nadie. 
Caminamos cerca de las olas, sorteando sus disparos imprevisibles. Absortos en la belleza, ensordecidos por el estruendo del agua, sin palabras, abrazados.
Al final del paseo vimos a dos aún más locos surfeando. Y sentimos envidia.

Chorreando lluvia y risas volvimos a casa.
El café con leche y la ropa seca nos devolvieron  la rutina de una tarde de sábado. 
Como tantas otras tardes de sábado invernales, con las habituales borrascas de frío y nieve, como suele ser normal en enero.
Menos mal que ahora le llaman ciclogénesis explosiva, y así nos abrirmos a nuevas y apasionantes oportunidades...



jueves, 10 de enero de 2013

Infusiones





El orden sobrio de las cajas metálicas en los estantes y el aroma de tantas hierbas mezclándose en algarabia, contrasta con su silueta postmoderna : Pelo pincho bicolor, pelirojo natural, y las puntas teñidas en magenta.
Un delantal negro intenta darle un poco de formalidad. 
Sus ojos tienen demasiada fuerza, redondos y pequeños. La intensidad del azul oscuro bajo las pestañas rubias, centran la atención más que un rótulo luminoso, y el piercing de la ceja se mueve al compas de su voz. 

          -   Disculpa, no encuentro las bolsitas con manzanilla.

          -   Puej ej que no nos quedan, ej que la peña esta mu crispá, no quieren mas que  pa dormir.

No puedo evitar la carcajada

           -   ¿Y que vas a hacer con tanto té?

           -   Puej ya ves... es lo que hay...

Sobran tés y se han acabado las infusiones desestresantes, relajantes y antioxidantes... Será verdad, que a la peña le sobran nervios y trajines, prepotencias y malos modos.

Este invierno, más cálido que de costumbre, nos vestimos en grises y pardos. Anodinamente serios.
Se extiende en la calle la sensación de ahogo, como una mancha de aceite, y aunque nos deseamos un feliz año, los "expertos" nos van preparando, repitiendo el mantra "2013 va a ser peor".
No pretendo frivolizar.
Ni taparme los ojos ante la que está cayendo.
Pero la infusión que nos haría bien se llama "Amabilidad". 
No como sinónimo de cortesía, que se queda corta de sabor. 
Para limpiarnos el barro que nos dejan estos caminos de desencanto, necesitamos una amabilidad como proximidad afectuosa con los demás, que automáticamente ordena el corazón y la mente y nos da fuerza para afrontar miedos e inseguridades.
La amabilidad es una infusión que tiñe y hace medicinal la desazonada taza de agua hervida que es hoy nuestra realidad. Porque no toda la felicidad depende de la prima de riesgo. 

Me voy a hacer un té. Para estimular la imaginación, para que el corazón palpite, para calentar las manos entumecidas.
Y antes que nada, repetiré como mi amiga, la jovencísima vendedora de la casa de té: "Ej lo que hay, ej lo que hay..."

viernes, 4 de enero de 2013

Dejarse Querer





Empezamos a tener reacciones de viejos. 
Llegan sin darnos cuenta, como las gafitas para ver de cerca. Un día nos descubrimos repitiendo eso de "que no quiero nada, no me regaléis nada…" 
Es una suerte que los hijos sean tan desobedientes.  No queremos regalos lujosos, no queremos ningún regalo. Nos duele que gasten en nosotros, y no son palabras, queremos TODO para ellos.  Es lo que nos da la felicidad. 
Pero lo de la tozudez se hereda, y ayer nos empapuzaron unas entradas de circo,"que-si-quieres-como-si-no".

Han sido dos horas en la fantasía de la infancia. Más que un circo, era un ballet de emociones, luz pintando colores, música alertando a la imaginación. En este tiempo de separaciones y distancias, alegraba el corazón comprobar cómo es posible reír al unísono con la sencillez de un payaso, asombrarse en un "OH" unívoco ante el salto del trapecista.

Enseguida empezó a reverdecer el impulso que me hace desear unirme a cualquier troupe de saltimbanquis y recorrer el mundo, con la misma fuerza que cuando en la adolescencia soñaba con fugarme cantando con "Viva la Gente". Al fin y al cabo, si el otro George Clooney  anda anunciando cafés, el mío, el verdadero, estaría estupendo tocando los bongos en la actuación de los malabaristas con antorchas de fuego. Yo en el trapecio ya no me veo, y las rodillas no están para el numerito de las camas elásticas, ni siquiera en la troupe, haciendo de pajarico agitando un marabú…pero podría ir de sastra, entre bambalinas,cosiendo lentejuelas, ideando mallas coloridas, retocando las capas de enormes plumas blancas que arrastraban las contorsionistas coreanas…

Qué dos horas. Cuánto agradecíamos su cariño envuelto en aquel regalo. 
Cuánto los queremos al aceptarlo. 
En la apoteosis del aplauso final, me di cuenta: también hay que aprender a dejarse cuidar para seguir queriendo más y más. Dejarse querer es también un regalo.

¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! 

jueves, 3 de enero de 2013

Escaramujos








El primer día ha tenido una madrugada a trompicones, con el sueño cosido a punto flojo. El dormir de las madres se salta todas las fases REM y NREM. Sólo hay vigilia, atenta somnolencia esperando el regreso de cada uno. Se han apagado las luces casi con el alba, y hoy la soledad del desayuno ha sido larga. 
La cucharilla dando vueltas en el café con leche sonaba a campanadas. Tan quieta y dramática se ha puesto mi cocina que me he concentrado en la ventana: Un jardín pajizo, con sfumatto de niebla. El frío aún no ha secado del todo las hojas y no hemos podado los rosales, que se desgañitan en ramas largas y desordenadas, buscando un sol que no llegará hasta la primavera.

También para ellos es tiempo de frutos. 

También ellos parecen cansados. 

Y sin embargo... es tiempo de frutos.Brillantes, pintados en bermellón anaranjado y chillón. Entre el gris de la niebla y las ramas muertas brillan como estrellas diurnas, dado luz al invierno. A pesar del colorido son frutos secos, con sobriedad decorativa, no necesitan hojarasca para adornar un rincón aburrido.

Son letreros luminosos, señales para entender que la alegría no es sólo cosa de jóvenes, que los años y esa amiga con cara de suegra, "la experiencia", tienen también otras risas. A lo mejor menos chispeantes, menos escandalosas, pero más seguras, como la redondez coloreada del fruto del rosal.

Esta mañana de estreno, entre los escaramujos había un regalo: Una romántica rosa rosa, tierna, tímida y solitaria, con pintas de quinceañera. Mientras todos dormían ella solita se desperezaba en el jardín.

Ha sido un placer para el primer día del año, una promesa de ternuras.
Una rosa a destiempo.
Sorprendente incoherencia como presagio, un esbozo de la belleza en los contrastes, una llamada para rebuscar entre lo que parece monotonía impuesta. 
La flor y los frutos, revueltos, como estos días con los nuestros.