lunes, 17 de marzo de 2014

Al dente








Entra precedido por su sonrisa.

-"Soy el esclavo de Iacomus Fico, ¿dónde puedo encontrarlo?"

-"Creo que ha ido a las termas...digo ... a tomar un café..."




De golpe despierto de mi sueño romano, confundiendo "becario" por "esclavo", aunque en realidad sean dos especímenes del mismo rango.


Viajar no deja de ser una forma privilegiada de soñar, y me está costando despertar de esta pequeña siesta.
Tres días.
Roma infinita, con primavera prematura, adornada con mimosas.
El Tiber se desliza desbordante, desafiando a los puentes centenarios, las fuentes de mármol blanco, bromean con el viajero, salpicando su frivolidad milenaria.
En cada despojo de la historia he encontrado mensajes escondidos, porque allí se hace realidad lo de "hablar las piedras".
Roma,caput mundi, me roban el corazón  sus dorados y sienas, los morados del tramonto, "il degrado"de su  belleza.
Roma, decadente, despertando medio amodorrada, como sus millares de gatos repantingados al sol.

Roma, casi no me he ido, y ya deseo volver a tenerla.