¿Qué pensaría de mi vida la niña que fui? Creo que en algún rincón, en algún pliegue del alma aún encontraría su ADN.
Curiosamente, a mayor número de arrugas, cuando las canas se ponen más farrucas que nunca y amenazan con la invasión, la infancia se abre paso con mayor fuerza. Para simplificar, subrayando sólo lo importante, desechando lo que no es fundamento.
Al final, sólo dos o tres cosas son verdaderas y bellas y buenas. Las mismas que me importaban cuando era niña, las únicas que quisiera tener presentes en el momento de la muerte.
Haber sabido querer ...y que me quieran.
Yo te quiero. Muchísimo y para siempre. Y la niña de la foto es idéntica a la mujer magnífica que admiro con todas mis fuerzas.
ResponderEliminarUn beso
A
¡Hasta el ordenador escacharrado me ha permitido comentarte una reflexión tan sincera como hermosa!
Cuando buceas llega un momento que tu cuerpo necesita una bocanada de aire con urgencia. Es en ese momento cuando la niña que fuiste te empuja hacia arriba. Alejop! Allá vamos de nuevo. Un abrazo grande.
ResponderEliminarEl alma de esa niña guapa sigue en ti y en las cosas que escribes. Gracias por estar ahí y por querer y por amar y por hacernos participes de tus escritos. Un beso
ResponderEliminarGlup.
ResponderEliminarNo sé si decir "Glup" como Pablo o ¡Bufas!... Meollo, Mater.
ResponderEliminarPreciosa niña con mirada profunda y escrutadora. Ya prometías entonces, Mariapi. Besos...
Caramba, preciosa, profunda y maravillosa reflexión. "Saber querer y que me quieran" es muchísimo más delo que muchos aspiran. Enhorabuena
ResponderEliminarA medio camino de ese querer y que me quieran... espero que se me dé tiempo suficiente para mejorar.
ResponderEliminarEres moooona! Ojos de sobra para que te quieran y querer.
Beso
A medio camino de ese querer y que me quieran... espero que se me dé tiempo suficiente para mejorar.
ResponderEliminarEres moooona! Ojos de sobra para que te quieran y querer.
Beso
Hermosísimo, Mariapi, un abrazo apretaito para la niña, y para la de las canas ¡muac!
ResponderEliminarGracias Asun, me dejas sin palabras...pero muy feliz. SE que tu cariño no son solo palabras. GRACIAS.
ResponderEliminarAna, tal vez esa fuerza que impulsa hacia arriba, saltando con la despreocupación con la que saltan los niños, está el secreto de la felicidad...Mil gracias.
ResponderEliminarOles, creo que aún estoy en el intento...pero poco a poco.
ResponderEliminarMil gracias por tus palabras.
Pablo....mmmmmm...
ResponderEliminar¿ha quedado demasiado apocalíptico?
jaja...no era mi intención.
¡Gracias!
Sunsi...mil gracias. Como le decía a Pablo no pretendía demasiadas profundidades. Eran unas simples reflexiones mientras me tomaba un bocadillo de miércoles, que son mis días bohemios por excelencia...y salió esto "a bote pronto"...
ResponderEliminarUn abrazo y mil gracias. Ayer pasé por tus costas y me acordé de ti.
Lolo, creo que mejorar es simplemente seguir intentándolo. No hay otra, una y otra vez...menos mal que es lo único que no cansa.Estoy en el intento.
ResponderEliminarGracias mil.
Pilar, es mucho, lo sé, pero es lo único que hay. De eso sí que estoy segura...Mil gracias.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte a ti, Tita. Y gracias, de la niña y de la de las canas...(que procuro teñir, por purita coquetería...jeje)
ResponderEliminarPrecioso. No nos conocemos pero sabes que te leo siempre. Precioso! Marta
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