Por si existe alguna duda sobre la importancia de los detalles.
¡¿De cuántas asignaturas de fundamentos tan sólo recordamos la anécdota ilustrativa con la que el
profe quiso amenizar el rollo?!
Parece que existe una inclinación natural hacia lo superficial, una especie de instinto de supervivencia que evita entrar en lo importante y bucear y perderse en lo accesorio.
Este fenómeno se materializa en un precioso palacete gótico, al lado de la mismísima Catedral, la
Casa l' Ardiaca.
Lo más fotografiado, por lo que se la conoce en
"guirilandia", no es por su flamígeno ascético, ni por el solemne patio. Es por el buzón de la fachada. Precioso, una maravilla modernista de mármol, pero que no deja de ser "un apaño", una "reforma", una obra menor de Domènec i Montaner en los tiempos en los que el edificio fue la sede del Colegio de Abogados.
Cuenta la leyenda urbana, que cuando lo instalaron, el decano del Colegio de Abogados le preguntó cual era el significado, y el arquitecto le explicó que era un símbolo de la Justicia: Tiene alas como las golondrinas para volar muy alto, pero sus procedimientos administrativos marchan tan lentos como el paso de una tortuga.
Protestó el jurista, diciéndo si no hubiese podido poner otro símbolo. El arquitecto le propuso con ironía, colocar con letras antiguas un refrán popular de la edad Media:
"Advocats y Procuradors, a l'infern de dos en dos" *
El artístico buzón y su mensaje zoológico es un maravilloso ejemplo de ésa tendencia tan eterna y que sigue estando de moda: evitar la esencia, perderse en las formas, marear la perdiz o coger el rábano por las hojas.
Y no es algo exclusivo para juristas, no.
Hay que querer mucho al otro para plantarse delante y decirle: tienes-tenemos éste problema.
Es más fácil aparentemente, más prudente, más seguro, dejar que pase el tiempo, esperar que la distancia resuelva, dejar que la vegetación crezca, y haga olvidar que sigue ahí, como una bomba, el dolor, el malentendido, el desprecio, la injusticia, el desamor...lo que sea.
Estas semanas sofocantes, en las que busco la sombra misericordiosa de las calles góticas, las golondrinas y la tortuga me han recordado que también en esto del amor se necesita acción rápida y directa. Muchas veces, lo prudente es precisamente hablar, enfrentarse a la verdad aunque sea incómoda, incluso aunque pueda llevarnos a distanciarnos de ésa persona a la que queremos de verdad y deseamos ayudar. La prudencia es injusticia sin la generosidad de la valentía.
Por eso os digo muchas veces, sí, tantas y tantas veces, que no me importa qué penséis hoy sobre mí...lo importante es lo que penséis dentro de veinte años.
*"Abogados y Procuradores, al infierno de dos en dos"
Con cariño, que soy del ramo...