Este año se nos ha jubilado el panadero. Se nota que por el Belén también pasan los años.
A San José se le va la cabeza. Como cada año. Va acumulando los efectos secundarios de tratamientos a base de
Superglú y
PegamentoImedio...el cuello, que no perdona.
Pero Él sigue ahí, embobado, mirando con esos ojos que ponen los padres, haciéndose el "
machote", pero derretido por dentro, contemplando.
La Virgen está que no tiene manos. Nos pasa a muchas en estos días.
Pero Ella sabe llegar con el gesto y la mirada, sigue con sus bracitos en alto, haciéndole carantoñas al Niño, atendiendo a los pastores, se le han olvidado los golpes en la arcilla, ya no le duelen esos muñoncitos encolados.
Como a los pastores les hemos cambiado el musgo por los dorados, andan los pobres desorientados. Con las bajas por enfermedad laboral, todos llenos de desconchones, y tal como se están poniendo las ovejas, cada año más cojas, estaría más que justificado que esta Nochebuena se quedasen en su cajita, bien envueltitos en papeles de periódico viejo, cómodos al calorcito de lo propio.
Pero ahí andan. Intentando descifrar las indicaciones del Ángel
"Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Sin GPS, eso sí que es fiarse.
Y el Niño. Dios hecho indefensión, un recién nacido pobre, abandonado en un rincón oscuro de una tierra mísera, un desconocido, hijo de de unos transeúntes a quienes el parto "les ha pillado" sin ayuda ni cobijo.
Dios, a quien representamos con un muñequito de arcilla pintada de rosa.
Dios que nos ama.
Dios que nos enseña a amar en los momentos negros y fríos, como esa noche.
Dios, Niño Jesús.
Caldéanos el corazón con la Luz que traes.
Ayúdanos a saber querer, como guiaste a los pastores. A acertar queriendo, como ellos, sin teorías, en lo concreto del tu y ahora: Con un queso, y la cálida caricia que te dió aquella pastora, con un poco de leña y el beso en la frente que te dejó el rabadán, con la miel que guardaba para las grandes fiestas la lavandera y la dejó a tus pies, con las cabriolas que te baila aquél zagal. Enséñanos, Niño, a querete a Tí y a los demás. Aunque sólo sea a querer querer.
¡Feliz Navidad!
A quienes rozo en la
realidad-real y a quienes tengo cerca en esto de
lo virtual, a quienes me regaláis comentarios, y a los que tienen la generosidad de leer en silencio.
Un beso a todos, virtual pero de verdad.