martes, 15 de octubre de 2013

Hijos rebeldes





Unas risas para los martes otoñales.

Gracias Pablo.

viernes, 11 de octubre de 2013

Cruzar el Ebro






Cuando llega al mar, el Ebro ya se ha amansado.
Ayer crucé el Ebro contemplando la fecundidad del Delta, donde el río hace inventario de sus logros antes de echarse a la mar, y comenzar de nuevo.
No fue un "cruzar"al modo de Rubicón moderno.  Era un viaje de ida y vuelta.

Al regresar, para estirar las piernas, tomar un café y hacer un paréntesis en la monotonía de un viaje en solitario, aparqué en un área de servicio que casi parecía un Parador Nacional, con vistas al Mediterraneo y unas mesitas de piedra  y me senté allí, bajo unos pinos que al sol del mediodía parecían más dorados que verdes, con una sombra entreverada, dibujada a topos, llena de escalofríos.

Sin decir ni pío me rodearon. Eran unos veinte. Saltarines, impredecibles, desmochados.
Se estaban dando un banquete con los restos que habían dejado otros viajeros.
Agradecí la compañía de aquellos gorriones totalmente domesticados, les importaba muy poco mi presencia, me ignoraron por completo, y me hicieron recordar las muchas veces que, ante las dificultades en temas de dineros, mi "GeorgeClooney", me recordaba eso de la Providencia , los lirios del campo y los gorriones... Él siempre ha sido un hombre de fe contundente. Yo no lo tenía tan claro. Incluso me "mosqueaba" un poco esa seguridad suya, la interpretaba como síntoma de cierta despreocupación cachazuda o pasotismo. Después lo he ido viendo. Claro, cuando ya no era "cuestión de fe". Ahora, a la vuelta de los años, son hechos probados: La Providencia existe, yo me la encontré.
He recordado el "sucedido" que siempre nos contaba mi padre,el de la viejica a la que el buen párroco explicándole la bondad de la Providencia divina, interpelaba:

                   - ¿Acaso no cuida de los lirios y los gorriones del campo?

                   - Sí mósen, sí ... ... ... pero mire qué garricas tienen...

Me he reído sola, pero los gorriones ni se han enterado.



miércoles, 9 de octubre de 2013

Cuatro líneas un miércoles de lluvia.

¿Qué pensaría de mi vida la niña que fui? Creo que en algún rincón, en algún pliegue del alma aún encontraría su ADN.

Curiosamente, a mayor número de arrugas, cuando las canas se ponen más farrucas que nunca y amenazan con la invasión, la infancia se abre paso con mayor fuerza. Para simplificar, subrayando sólo lo importante, desechando lo que no es fundamento.

Al final, sólo dos o tres cosas son verdaderas y bellas y buenas. Las mismas que me importaban cuando era niña, las únicas que quisiera tener presentes en el momento de la muerte.
Haber sabido querer ...y que me quieran.