jueves, 27 de diciembre de 2012

El Manifiesto


Desde la Gran Hambruna Irlandesa, a la reciente Revolución Griega, esto de la patata siempre ha dado mucha guerra. Y es que el tubérculo rugoso y feote, sin cotizar en bolsa, parece que mueve el mundo. Ya se sabe, "la mano que pela patatas es la mano que...". Bueno, no sé si es exactamente así, que la Navidad me confunde con esto de las citas.

Pero el 25 de Diciembre, en lugar de amanecer con "Tregua de Navidad" para ésta y otras guerras, mi cocina apareció empapelada con pasquines reivindicativos.

Aunque el primer momento fue de ofuscación y revuelo mental, volando por mi cabeza eso de las margaritas y los cerdicos, lo de las palabras necias y los oídos sordos... enseguida me acordé de algunos latinajos, como "panem et circenses", "primum vivere deinde philosophare"... y sobre todo que era Navidad: hubo ternasquico, con patatas...y pastel de foie. 





Clikar para agrandar: No tiene desperdicio.

martes, 25 de diciembre de 2012

PostNavidad




Amanece pausadamente, dejando una nieblilla rosa. En un silencio y calma que contrastan con los tejemanejes de estas fechas, que entre el día y la noche no hay pared.

En la cocina encuentro un regalo: las copas fregadas y todo recogido.
Ya han crecido, y agradezco ése cariño de los hijos adultos, que aún sabe a aquellos besitos de esquimal y de mariposa con los que los llenábamos de mimos, pero que se ha hecho fuerte, lleno de "ahoras" concretos, de detalles reales, como este de quedarse hasta las tantas para recoger la cocina...y fregar las copas a mano, como le gusta a su madre.

25 de Diciembre.
Pasó la Nochebuena.
Sólo sé decir gracias. Por lo bueno y lo que no lo parece. Lo que tenemos y lo que en apariencia falta.
Por recibir tantos mimos.

Y ahora, otro día. Nuevo.
Para pintarlo enterito con los colores que quiera.
Para emprender el camino, como Ellos, en su compañía.



jueves, 20 de diciembre de 2012

PreNavidad





Preparando el Belén se han quedado amontonados los pastores, reyes y ovejas. 
Revueltos, en gestos incomprensibles fuera de su rincón de musgo, ése para el que fueron creados.
Como en un anden del metro. Esperando.
Y me acuerdo de tantas esperas. 

Me gusta esperar. 
En la estación, un tren que trae el abrazo del hijo. En el aeropuerto, rastreando los pasajeros  hasta encontrar el rostro del hermano.
Porque gran parte del gozo del encuetro se contiene ya en el "aguardar". Cuando esperamos confiamos, creemos, deseamos.Nos vestimos de ilusión.

Está siendo extraño este Diciembre. 
Acelerado, pero a fuego lento. 
Está la Espera haciendo"chup-chup"con sosiego y tranquilidad, pero ando derrapando en cada esquina. 

Esperamos estar todos juntos. Qué ganas tengo.
Esperamos una nueva nieta. Cuánto la quiero.
Esperamos el mejor Regalo. Lo deseo.







miércoles, 5 de diciembre de 2012

Termostatos


Empiezan los fríos y se acerca la Navidad: es hora de revisar el termostato, por si "nos salta la térmica", con tanto "calor de hogar"...




viernes, 30 de noviembre de 2012

Blanqueo





Está el sol tan tímido, que no sé si conseguirá devolver el resplandor perdido.
Pero es que me han entrado las prisas del último momento.
Aunque en teoría queda tiempo, no sé, al ver la luna tan redonda y brillante esta mañana, se han asomado las dudas, y me han empujado a aprovechar una mañana despejada, aunque está el sol como con telarañas. No sea que se adelante.
Que esos ímpetus de preparar el nido también nos entran a las abuelas. 
Que toca a arrebato el final de la espera. 
Que casi está aquí, con la Navidad o los Reyes, pero que ya llega.
Una nueva vida que nos regalan, Dios y sus padres.
Una nieta que no hemos visto, pero que ya tanto queremos.
Y hoy, con sol frío, me he puesto. 
Y ya está hecho.

martes, 27 de noviembre de 2012

Crónica a otro "tempo"



"Slow food" 


Minuto a minuto, parece que todos necesitamos urgentemente el "ahora".
La inmediatez se ha convertido en una exigencia.
Todo YA. En constante rapidez

Del horno de la vida, el tuiterío sirve la intimidad sin reposo, no sea que el souffle se baje. A lo mejor porque es eso, sólo espuma batida, pura inconsistencia superficial.

Los días nos recetan mini dosis de aturdimiento, para distraer y adormecer las ansias de profundizar, de contemplar : Hay que evitar el silencio interior a toda costa. Hay que evitar cualquier tentación que nos detenga ante la verdad.

No soy consciente de que vivo en este tempo Molto Vivace hasta que no me frena otro paisaje.

Primero un parón en seco en una ciudad de segunda, en una provincia de cuarta. 

Había olvidado que hay tiempos sociales, que las calles se quedan desiertas a la hora de comer. Acostumbrada a una ciudad que no duerme ni descansa, me quedo sola en la plaza,  espectadora del concierto con sordina que llega desde interior de las casas, ruidos de platos y cubiertos, el telediario, rumor de conversaciones y risas. Aún existe un mundo en el que los niños comen todos los días en su casa.

El viaje me deja finalmente junto a las montañas. Las mías, las de siempre. Se han desnudado y dejan ver otra vez los pueblos en sus espaldas. 
Es un otoño más lento que otros. 
Las hayas aún agitan su melena roja, pavoneando las hojas entre hilachos de nieblas,  dulces como la nata.
Sorprende que los álamos aún tengan  lazos amarillos, sujetando la belleza de los troncos de seda, en geometría blanquinegra.
Quisiera beberme los colores, aprender el tempo en Adagio de este intermedio hacia el invierno. Con movimientos suaves y majestuosos, el viento tibio alegra los caminos, hace cantar a los escaramujos y las bayas del serbal. Intento memorizarlo todo, pero no recordaré tantos contrastes, la perfección de los detalles de este paseo.

Todo en el pueblo tiene una cadencia lenta. Rítmo pausado en quienes cruzan la calle, la panadera, el de la tienda que tiene de todo. Regalan conversaciones convencionales extensas, mil vueltas sobre la previsión del tiempo y las nevadas, y que cuántos días sin vernos.

Siguen sonando en adagio las risas con vino y amigos, y algo más lento el canto en la duermevela, contemplando el fuego con los ojos cerrados.

La lluvia cierra estos días, y me devuelve a lo de siempre, Andante ma non Tropo.


Leña con Arte
Los caminos





jueves, 22 de noviembre de 2012

Utopía






Voy a hacer una confesión inconfesable. 
Soy consciente de que con ello arruinaré mi reputación, tal vez para siempre, y que seguramente me veré obligada a saltar a "los medios" y hacer ruedas de prensa y comunicados, incluso tendré que convertirme en tertuliana de lo  "rosa"(o verde loro, según se mire).

La valentía de otras blogueras, que un día confesaron sus enamoramientos de juventud, me ha animado a seguir sus pasos, y hacer público el idilio:  la sociedad necesita saber la verdad.

Tuve un amor imposible. Un hombre casado, y por dos veces. Mucho mayor que yo, vamos, que me sacaba unos quinientos años. Pero para el amor platónico no exsiten ni el espacio ni el tiempo.

Al principio fue curiosidad. 
Lo conocí en el cine dominical de los Salesianos. "Echaban" una peli algo subidita para la época,"Ana de los mil días", y él estaba agazapado entre los adulterios reales. En aquel salón repleto de adolescencia y sillas plegables, intuí su pasión, un hombre que creía en la verdad, coherente para ser libre, hasta la muerte.

Como los enamorados necesitan saberlo todo del amado, devoré enterita "Un hombre para la eternidad". Una y otra vez, saboreando las escenas, adorando a aquel héroe enfundado en tupidas medias Mariclaire.

Sí, me enamoré de Tomás Moro, Lord canciller de Inglaterra. Perdidamente.Para siempre.


Con un amor más maduro leí sus biografías y obras.

Me hacía reír, como cuando en el cadalso le pidió al verdugo: "Ayúdame a subir seguro, que ya bajaré por mis propios medios".

Elevaba mi espíritu:

     Dame, Señor, un poco de sol,
    algo de trabajo y un poco de alegría.
    Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena
    digestión y algo para digerir.
    Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y
    los suspiros.
    No permitas que me preocupe demasiado
    por esta cosa embarazosa que soy yo.
    Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar la
    felicidad en esta vida y ser provechoso para los demás.
    Que siempre haya en mis labios una canción, una poesía o una
    historia para distraerme.
    Enséñame a comprender los sufrimientos
    y a no ver en ellos una maldición.
    Concédeme tener buen sentido,
    pues tengo mucha necesidad de él.


También hemos tenidos nuestros desencantos, como corresponde a un amor verdadero.
El último fue en el AVE. Por una obrita suya, que le hizo muy famoso: Utopía.
El nombre de esa isla que inventó ha quedado como sinónimo de mundo idealizado...
Al leerlo por primera vez no lo entendí. 
A mi, que me gusta pasear por los arrabales, me faltaba el aire en esa ciudad tan perfecta y organizada. Lo atribuía a que él es un hombre algo mayor, y yo una mujer postmoderna.
Pero algo me hacía barruntar que estaba siendo injusta, y en el viaje de vuelta le dije eso de "Thomas, tenemos que hablar". Mientras repasaba sus palabras con otros ojos, con paciencia me hizo ver la metáfora. 

Utopía es un canto a las virtudes sociales, a la justicia, y sobre todo a la esperanza. Ese es el ideal, la conquista que propone Utopía, educar amando las virtudes, con la esperanza de ser mejores.
Justo lo que necesitamos hoy, con la dichosa crisis, como en las crisis de hace tantos años.


Gracias Sir Thomas, una vez más, rendida a vuestros pies.

martes, 20 de noviembre de 2012

Tratamiento de Belleza






Ayer me dio un ataque "remember". 
Cosas del youtube. Que es como las pipas, o las cerezas, que queda más fino. Una engancha a la otra…y otra, y otra...ya se sabe.

Empecé por una delicia, para una amiga:  "La chanson del vieux amants", y me dejé llevar por las olas. De los recuerdos, de las emociones, de otros días vividos cuando era otra yo.

Todo un tratamiento refrescante para la piel del alma. Una mascarilla revitalizadora. En movimientos circulares, terminé otra vez con Brel: "Les bourgeois", un espejo que me devuelve el reflejo de un "yo" tal como era, modos y maneras que fueron míos y hoy al verlos en otros no quisiera reconocer. 
Después de los aceites y ungüentos en tantas melodías pasadas de moda, ésta canción me refrescó con el mejor tónico: una carcajada.

 Y es que a partir de una edad los espejos tienen dos rombos. 
Sólo son aptos para miradas adultas, que ya han aprendido a leer las arrugas y lineas de expresión. Deberían llevar una advertencia de esas: "algunas imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador".

Atreverse a mirar. 

Encontrar detrás de ésa arruguita en la frente, tantas horas estudiando, y los nervios al recoger las papeletas. 
Y en las patas de gallo  aquellas noches en duermevela, amamantando cada tres horas, y otras madrugadas llenas de amor, o de discusiones en tertulia, con chupitos, fumando cuando aún se podía fumar… 
No tienen demasiada importancia ni los "descolgamientos" ni las flaccideces, ni las "lorcicas" o las "alas de murciélago", porque están cuajados de minutos, uno tras otro, de idas y venidas, disgustos y alegrías, en definitiva, experiencia. Vida.

Qué importante es recordar, para juzgar con justicia, sin olvidar las gafas de misericordia, con los cristales de la propia experiencia.

Qué sano es recordar, con "antioxidantes para combatir los  radicales libres", como dicen los prospectos de la alta cosmética…
Aunque en realidad, justo eso de los "radicales libres",  es lo que más me gusta, me  recuerda tanto a esa otra,  la que fui, y que ahora me hace reír.




                                                                         (Merece la pena llegar al final )

viernes, 16 de noviembre de 2012

Confitura de Noviembre





En estos días mi calle está que revienta. 
Saltan los amarillos de árbol en árbol, y no se cansan de cambiar de matiz hasta que la luz se va.

En estos días mi amiga L. me cuenta  lo que le pasa cada tarde, en la consulta del ambulatorio . 
Que a la gente "le duele la vida", eso me dice, y que cuando ha visitados 45 pacientes, tiene tanta corteza en el alma, que se le ha comido los mimos que les quisiera regalar.

En estos días a N. le ha llegado la nostalgia de la seguridad que le dejaban los abrazos de su madre, la certeza de estar a salvo, cuando todo se solucionaba en el regazo de mamá, y siente impotencia, porque nunca volverán.

En estos días veo sonreír a amigos que ya no tienen trabajo, y que bajo el peso aplastante de ésa realidad tan dura, aún se sienten afortunados, y encuentran mil motivos para seguir pedaleando.

En esto días también tropiezo con algunos que se  se consideran héroes, y su heroicidad no es otra cosa que soportar la pequeñez de su vida egótica.

En estos días hablamos buscando las diferencias entre precio y valor, verdad y opinión, justicia y amor.

En estos días mi padre me regaló una calabaza, fea, grandota y verrugosa. 
Tan sosa como las ídem.
Y ayer hice con ella una mermelada, y las hadas buenas de la cocina la han transformado en el sabor condensado de todas las Navidades de la infancia. 
Una belleza comestible.
Toda la luminosidad de los naranjas atrapada en un bote de cristal.
Una burbuja mágica para conservar sueños.

Y eso que era TAN fea, y TAN sosa…
¿Cómo podré hacer dulce confitura, con todo lo que pasa, en estos días?








miércoles, 14 de noviembre de 2012

Reportaje Gráfico


Hoy, sin quererlo, la huelga me ha regalado un paseo delicioso por calles solitarias y tibias. 

He descubierto nombres curiosos en esquinas nuevas.








Habitantes de otros mundos escalando las fachadas.


Clikar para agrandar



Jardines urbanos y verticales.




Detalles en puertas que nunca he visto cerradas.





Y gente con mucha paciencia.


También miradas de odio, injustas, violentas.

Un hombre de edad media, nada de obrero descamisado, con barba muy bien cuidada y ropa con logos, de pijo de mediopelo. Las manos en los bolsillos y los pies demasiado sueltos, dando patadas. 

Con una rabia casi ridícula, destrozando los montones de sillas apiladas de las terrazas, lanzando al suelo las pizarras del menú. 

Me ha dado tiempo para entrar en el bareto cotidiano, y  avisar para que echen la persiana. 
Allí me he quedado, con un café, comentando la jugada, que si vaya libertad, que si no estamos para más gastos, que no voy a perder cien euros, que no hay derecho a lo que nos está pasando... la gente, normal, sin perder la calma. 

Hasta que el energúmeno la ha emprendido con las sillas, y el dueño se le  ha encarado. 

Qué pena. Cuánta demagogia tan mal recitada.

Y después del calentón, otra vez a ordenarlo todo y  a abrir la persiana.


Sigo mi camino, pero los piquetes atacan de nuevo.
Me refugio en sagrado, como los perseguidos medievales, acogiéndome a la Pax Christi hasta que terminen de dar su serenata .
Silencio con sordina. Los helicopteros sobrevuelan el gregoriano, y crean un ambiente de misterio bélico.
Frente a la Madre. Ella en piedra blanca que sonrie, yo con el alma on the rocks, dejo que me derrita su mirada.







Trabajamos con la persiana medio cerrada. 


Por la tarde salgo antes de que comiencen los destrozos y encuentro en las placitas del Gótico la quietud de un pasado imaginado, con una magia extraña, como de un mundo aparte.













Los musicos siguen cantando, y los novios se hacen arrumacos. 





Pocas veces la vida hace huelga general.



martes, 13 de noviembre de 2012

Refrescos







Los argentinos le llaman "la tanada", refiriéndose al ancestro italiano que llevan dentro.
Yo le llamo "pantera interior", que ruge y se desmelena, "ese magma que brota en nuestro interior", como  dicen en el anuncio.

Reconozco que con los años hemos logrado mejorar la convivencia, y ya no me asalta sin preaviso, nos conocemos, y he aprendido a someterla.
No del todo, claro, ella se niega a pasar por el aro, una pantera no es un gatito cualquiera. Pero por el peso de los años, por costumbre o por lo que sea, la pantera rugiente no levanta sus bigotes con tanta violencia, se ha recortado las uñas, y ha perdido la fuerza. Sus garras ya no son lo que eran.

Otra cosa buena que tiene lo de cumplir años, porque el bicho éste, cuando se descontrolaba, me dejaba todo el paisaje interior revuelto, con arañazos, y moratones, que tardaban en curar lo suyo.

Debe ser porque la piel con cicatrices es mucho más dura, o porque la vieja pantera ya ha aprendido que no merece la pena rugir y rugir tan alborotada, pero cuando se subleva ya no me duele tanto.

Y ahora, después de tanto tiempo trabajando como domadora dentro de mis bajos fondos, van los argentinos, y me descubren que bastaba con un vasito de limonada.


Y llevo todo el día haciendo "la ruta del super", en busca del refresco escondido.
Que remoje la bestia.
Aunque acabe sacando humo por las orejas.



viernes, 9 de noviembre de 2012

Sic transit




La calle Flassaders* es lo mas parecido a revolver por el granero, aquella buhardilla congelada del caserón familiar.

En la misma Casa de la Seca, donde se acuñaba la moneda de la Corona de Aragón, se han instalado los ateliers de diseñadores originales y divertidisimas tiendas "vintage"

Lo "vintage" es un concepto muy "cool" para seleccionar,  de entre las cosas viejas, aquellas que tienen un toque de sofisticación suficiente como para volver a la vida, en plan zombies de lujo y glamour.  No son simplemente objetos de chamarilero, ni tienen la pomposidad de las antigüedades serias. El auténtico "vintage" exige un grado mínimo de exquisitez y cierto toque gamberro.

Las historias que contienen estas mercancías tienen siempre un matiz superfluo, huelen a dias de amor y lujo, caviar con cava y fresas.

Entre sus prendas se acarician las noches templadas, para arebujarse en un chal de tules. 

Se escuchan los gorgoritos del Liceo entre los cuellos de marta cibelina, endurecidos, como pedruscos peludos. 

Se respira el mar de Montecarlo en las maletas de cuero reluciente, apiladas formando una pirámide, monumento funerario a tantos cruceros en yate.

Muchos miércoles, al mediodía, entro para cotillear y pasearme entre tantas historias de muertos vivientes.Me saludan con familiaridad los dependientes, que a esas horas están disimulando una siesta ante el ordenador.

Hoy he descubierto un rincón nuevo. Todo marcas de lujo en prendas de los años cincuenta- sesenta. 

Y ahí estaba él. Dando luz azul al escaparate en tonos otoñales. 

Sorprendida, he despertado a un depiladísimo cuarentón:

               - Disculpa,¿cuánto cuesta el birrete?

               -¿El ...what?

               - El birrete laureado del escaparate...

               - ...

               - El gorro azul... con flecos... el de la vitrina de la derecha.

               - Ahhh... el sombrerito, es superfashion. Todo diseño de los años sesenta, darling...   
                 Ochenta euros, una auténtica oportunidad.

No puedo evitar la carcajada.


              - No, verás, no es un gorrito de diseño, segurísimo. Es un birrete laureado, el                                   
               "sombrero"  que se ponen los doctores en los actos académicos, en la 
                Universidad...

              - Uyy, no me lo puedo creer...bueno, querida, pero que quede entre nosotros...
                No me digas que no quedaría divino como tocado en una boda de 
                mañana... superideal con un abriguito a lo jackie... ¿así que eres médico?

              - No, no, se trata de otro tipo de doctores. Este, azul celeste, lo llevan los doctores
                en Filosofía y letras...

              - Mmmm...ya...Mira, también tenemos esto, mira que divvvviiiino...es más para la
                noche...


Y me dejo agasajar por el derroche de información sobre una tiara de strass.


Al salir, me despido del birrete. 
Ochenta euros es mucho lujo, y lo abandono ahí, solito, entre sandalias de Vuitton y guantes largos. No sólo por el precio, es que me echan de mi casa si entro con más "porquerías" inútiles. 
Pero me gustaría revisar sus entretelas, repasar uno a uno los flecos, al más puro estilo CSI. Por si entre sus pliegues se ha quedado algún resto de neurona, algún rastro del cerebro que lo lució orgulloso en tantos actos protocolarios. 

Por conocer su historia, por saber cómo un chico como tu, puede acabar, con la identidad cambiada, en un sitio como éste.







* Flassaders: Fabricantes de mantas

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Locuras








Ahora que sé que lo mejor del amor no es enamorarse, me doy cuenta de lo loco que hay que estar.

Precisamente cuando la vida se pone tan seria. 

Cuando los días se llenan de facturas, decisiones, horarios, insomnio, trabajos mal pagados, suspensos, médicos y todas las artimañas que tiene el día a día para hacer de la vida una aventura.

Cuando el amor se toca con las manos en la frente enfebrecida del hijo con anginas, o en las arrugas generosas del abuelo.

Cuando lo prometido en el flechazo se hace real, y ya no te quiero como imagino, si no que me enamora lo que somos, con nuestros "peros" incorporados en el quien único y total.

Cuando ya hemos pasado de buscar la felicidad a ser felices, en compañía íntima, ésa que saca de quicio a nuestros hijos y que nos comunica en silencio.

Ahora me doy cuenta de que hay que estar muy loco. 

Y que es verdad, el amor nos vuelve idiotas, o locos, o tontos…porque cuando la vida se pone tan seria, necesitamos ser locos,  idiotas o descerebrados para lanzarnos a las olas y nadar mar adentro, hasta lo más profundo del cariño, hasta la promesa cumplida de aquella tontuna. 
Era Noviembre. Eramos unos críos, idiotas y descerebrados.

Qué locura.

lunes, 29 de octubre de 2012

Superglú






Este fin de semana mi madre ha cumplido años.
No hace falta que sea su cumpleaños para que le de gracias a Dios por tenerla. Son tantas las cosas buenas que nos regala, y las que que nos ha ido dejando silenciosamente con su vida, que sólo la lista para enumerarlas sería un post demasiado largo.

Ayer, mientras cantábamos el cumpleaños feliz, ella recibía con ilusión agradecida las cuatro tonterías que le regalábamos. 

Pensé en la tarea de filigrana que es hacer familia.
Labor invisible y casi muda. 

Aquí no basta con "ser". Como en todo lo humano, también hay que querer. 

Somos padres, hijos, esposos, hermanos, abuelos, tíos o primos. 
Ahí estábamos todos cantando. 
Pero depende "de cada uno de todos"  que se vaya formando ése calor tibio que da el saberse querido sin condiciones.
Depende "de cada uno de todos", de cómo queramos dibujar estas palabras que definen nuestras identidades familiares, del color que  pongamos a los pequeños gestos de lo cotidiano.

Son "haceres" tan pequeños, que les quitamos importancia, y siempre tenemos una excusa para despreciarlos, siempre hay cosas más importantes y urgentes en nuestra vida que dedicarnos a perder el tiempo juntos, simplemente contemplándonos. 
Siempre hay algo "mío" más interesante y fundamental que ponerse a perder el tiempo con lo "nuestro": exámenes, excursiones, vacaciones, trabajo… Y puede ir pasando el tiempo, y nos vamos engañando diciendo,"luego", o "irán otros", "que lo hagan los demás". Siempre encontramos justificaciones.

Olvidamos que está en nuestra libertad el amar bien o mal. Y que el amor es, sobre todo, un verbo de la voluntad. 
La voluntad de querernos juntos, ése es el gran tesoro del cariño en familia, la unidad. El pegamento que da la fuerza cuando nos llega la dificultad.

Hoy le doy las gracias a mi madre de un modo especial por ser "superglú", por saber unir con tanta delicadeza, y por haber sido tan buen ejemplo como para que nos ilusione  llegar a ser un  "pegamento" tan amoroso como ella.


viernes, 26 de octubre de 2012

No ficción






Lluvia y calor. 
El vagón respira humedad. Cerrados, los paraguas descargan su aguacero en charcos sucios. 
En el metro nuestra humanidad huele a todo menos a ozono, el perfume preferido de las tormentas.

Dando tumbos se acerca a la plataforma un hombre enorme, joven pero con todas las arrugas de la miseria en su cara. Suelta sus bártulos, una mochila y dos bolsas de plástico. Su patrimonio. 
Grita un discurso desesperado. El de siempre, uno de tantos. Ya nos hemos acostumbrado.

           - Acabo de salir de la cárcel, hace cuatro días que no he comido…si llevan algo para     comer, por favor se lo pido, denme algo… 

Enfurecido. Llora.

          - Estoy sucio, no tengo a nadie, unas monedas, ¡POR FAVOR!

Los alaridos han hecho silencio en los rostros. 
No queremos mirar, ni oír. 

Su drama, lo gigantesco de su cuerpo enrojecido o las greñas grasientas y mojadas, quién sabe cual ha sido el argumento, hacen que recoja más monedas de las que suele ser habitual en estas situaciones.

Bajamos en la misma estación. 
Lo siento a mi espalda en las escalera mecánicas.
Grita. Grita. Grita.

           -¡Para esta mierda, para esta miseria…hay que robar, yo vuelvo a  robar!

Y tengo miedo.
En dos segundos leo los titulares  en periódicos imaginarios:"Apuñalada en el metro","Indigente huye tras agredir a una mujer", "Horrendo crimen en las escaleras mecánicas", "Atacada por un expresidiario en libertad provisional, se desangra una mujer que estaba de paso por Madrid"...
Ya se sabe, la imaginación, ésa loca.

Se me hacen interminables las escaleras mecánicas de La Latina. Huir corriendo me parece una bofetada a la dignidad de ése hombre, pero su calor corporal tan cerca, vociferante, me impide girar la cabeza y mirarlo con la compasión que siento.
Miedo de verdad, lo confieso.

Cuando salgo al aire, acelero, sin pararme para  abrir el paraguas, dando trompicones con unas bolsas, que ya ni me pesan.
Lo que se dice una huída cobarde en toda regla.

Y me acuerdo de mis héroes literarios, de Jean Valjean, el protagonista de Los Miserables de Victor Hugo, y de la misericordia del Obispo Myriel frente a la rigidez de la justicia en Javert, el comisario.

En la no ficción, la compasión es más compleja que sobre el papel.
Al menos para los antihéroes como yo.





miércoles, 24 de octubre de 2012

Italianinis



Es antiguo, pero hoy nos hemos vuelto a reír.






jueves, 18 de octubre de 2012

El crimen de la calle Montcada





Ha sido un septiembre seco. El aire araña la garganta.
Ni una gota de lluvia que echarse a los pulmones. Aunque las noches mediterráneas son tan húmedas, que descomponen las basuras que quedan incrustadas en los resquicios de la calle. Sólo humedad en humo tibio, invisible. Las únicas aguas líquidas desde agosto son los orines de los borrachos. 

Ni una gota  que limpie y devuelva la sensacion de empezar de nuevo. 


El vapor de las madrugadas, tan cerca del mar, desintegra los aromas, los embrutece y ya no se distingue el salitre, ya no hay olores, solo  hedor. Indefinido, pringoso, putrefacto.

Desde primera hora estoy dando vueltas en busca de algo sólido, algo que no sean esos gases nauseabundos del puerto. He recorrido mil veces las sombras de la calle  Rec, hasta los adoquines de la palaciega Montcada, que  suele ser más generosa: Hay que acercarse a los ricos, siempre sueltan alguna migaja, lo decía mi madre. También decía que cuando los ricos hacen algo o comen alguna cosa desconocida,  seguro que es apetecible. Tiene razón, como siempre. Mi madre siempre tenía razon.

Pero por más que lo intento, hoy solo hay polvareda y piedras por los rincones. 
Los nervios empiezan a hacer de las suyas.  Anochece.  Mala cosa juntar  oscuridad con  tripas vacías. Hace que se  desconecten las pocas neuronas que caben en mi cabeza. 

Y además está el miedo. El presentimiento de un peligro que no veo, en realidad ni lo huelo, pero sé que está... ¿donde?  Esperaré a que empiecen los del mercado de Santa Caterina, algo se les caerá, sólo serán unas horas más. 
Me haré una bola en ése recoveco, y dormiré un rato.

El despertar dura un segundo. 
El tiempo imprescindible para sentir cómo se clavan las uñas en la garganta y oír la voz del asesino: ¡MIAU!. 
Así de breve. 
Como mi vida, la de un ratón cualquiera.


martes, 16 de octubre de 2012

Sólo es el principio







Según la jota, la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa. 
Habitualmente me fío mucho de lo que aseguran las jotas, pero con esta tengo mis dudas.

Confieso públicamente que me gusta el cine francés. Ya sé que es aburrido, pero precisamente por eso me fascina, por esos monólogos interminables y conversaciones de salón.  

Si a eso le añadimos el tema educativo, que ha sido la conversación habitual en la mesa familiar de mi infancia,  no puedo resistir la tentación. Disfruté con "La Classe" y con "Être et avoir".

Y ahora estoy que no vivo por ver esta peli-documental, que sólo "echan" en un cine de esos ratitos en toda la ciudad: "Solo es el principio"(Ce n'est qu'un debut).

El tema promete: Un taller de filosofía en una escuela pública de "la Banlieu" de Paris, con niños de 3 y 4 años. Dos años filmando una evolución.
El reto: aprender a pensar. Maravilloso.

Se me cae la baba cuando el pequeñajo dice"rèflèchir". Reflexionar…
Sueño imposible. 
Creo que eso sólo se da con el RH francés, aunque estos francesitos hoy sean negros como el  carbón o amarillo limón. Con tres añitos son capaces de decir semejante palabro. 
Y guardan silencio cuando habla Pascaline, la profesora-maga que enciende la vela del pensamiento.
Yo eso no lo he visto ni con alumnos de veintitantos.
Escuchar, pensar, hablar. 

Sobre el amor, la libertad, la justicia, la belleza… a partir de las experiencias y deseos de estos mocosos de cuatro años.

Enseñar a pensar, porque el ser humano es capaz de conocer la verdad.

Aprender a preguntarse el porqué. Filosofar es aprender a hablar, a hacer, a ser … a ser "con otros".

Me parece una de las medidas más eficaces contra tanta crisis. 

Aunque, claro, igual es sólo apta para franceses.







martes, 9 de octubre de 2012

Flashback o Regresión al futuro










Han sido unos días de volver a otro tiempo, un flashback de fin de semana. Hemos tenido a la sobrinada en casa: siete, entre 17 y 9 años, más los fijos de la temporada.


Un recuerdo de costumbres olvidadas: 
Que los niños se bañan antes de cenar, en una mesa apretujada, contando chistes de escatología infantil, el clásico caca-culo-pedo-pis con macarrones y pollo frito.
Y que hay que sacar de paseo al rebañico, dos veces al día, mañana y tarde, para que se mantenga la calma. 
Las bicis, los deberes del sábado, secarles el pelo, lavadoras con las batas de cole que salen "limpias" con las mismas manchas, y que hay que untarles la nocilla para merendar, y antes de las 12, ir recogiendo a los adolescentes, como un Taxi Driver profesional. 
Y para entretener el tiempo, el Domingo hacemos bombones caseros de nocilla, para cuando vuelvan "los papás".

Un ritmo intenso que se nos ha quedado enganchado en algún clavo suelto del corazón. De repente, volvemos a estar muchos juntos todo el rato.

Y me sepulta un alud de memoria, imágenes y sensaciones de lo que ya he vivido. 

Con 30 años ésa era la rueda de días con croquetas, deberes, uniformes, cuentos, palomitas, nenuco, partidos, fiebre,pañales,excursiones,piano,carne empanada,comprar zapatos, bajar el doble, limpiar mocos,canciones en el coche, vomitonas nocturnas,llegamos tarde al cole, Jesusito de mi Vida, la tabla del nueve, baños en fila, peleas, llantos, risas, muchas risas…y tardes sentada en el banco del parque. 

Un chachachá que no dejaba fisuras para tontadas.

Pero, cosas de la juventud, me perseguía la nube ésa del ¿me estaré realizando?, ésa nubosidad variable que se dispara tanto con los humores hormonales, y nos deja escrito en el cristal empañado del alma  eso de "mi tiempo y yo somos TAN importantes"…
Entonces siempre tenía la duda,  si eso realmente valía la pena.
Un tiempo de constantes minucias, intranscendentes, todo el tiempo ¿perdido?. 
Así fue. En realidad, sigue siendo así, aunque de otro modo. 


En la cocina pelo patatas. Como guarnición intelectual me acompaña Kevin, con su "Fin de fiesta". 
Estos momentos de soledad pensante, con el burbujeo de la freidora al fondo, son siempre estimulantes.
Sí, ahora que ya no hay nube. Ahora que sé que vale la pena-vale la pena-vale la pena, éste  fin de semana, ha sido una regresión al futuro:

Porque no hay ni nostalgia ni pena en ése flashback de "finde".

Kevin me da la clave: 
                                                       "… no me queda más memoria y no hay foto que quiera borrar!

                                                        "¡Si la vida es una orgía lenta, lo mejor debe estar por llegar! ".


Lo sé, es así, está por llegar. Estos días lo he visto y tocado.