martes, 26 de febrero de 2013

Luces en la ciudad





Como en la mítica película de Chaplin, la ciudad bulle en historias de siempre.

Me gusta contemplarla en visión cenital. Así, recostada junto a la playa.
Respirando acompasadamente, medio dormida, o jadeando en su actividad.

Al acercarme a ella espero con impaciencia la sorpresa de sus luces cambiantes.

Conozco las curvas de memoria, y sé en cual se esconde, dónde salta y me atrapa y embelesa con su falsa quietud. Cada día.

En invierno, las mañanas suelen ser de grises y ocres. A veces helados azules, incluso recuerdo algún día en blanco y negro. 

Las tardes son  rosas y malvas, y las noches frías con luna llena, rozan el horizonte turquesa.

Los veranos son casi siempre días de luz magenta y rojos, desdibujados por el bochorno.

Así son las luces en mi ciudad. 

Este video recoge algunas.
Las filtra a través de la belleza de la Sagrada Familia, haciendo entrar el tiempo en la Eternidad.






viernes, 22 de febrero de 2013

Matices en negro





Busco excusas que justifiquen este post en negro matizado.

Es que está lloviendo sin fuerzas.
Me desespera esa desidia de las nubes, como queriendo sin querer.

Es que arrastro los bronquios cargados.
Se me pone jaqueca en el alma.

Es que las noticias apestan.
Me asoma el colmillo retorcido.

Es que en el tren veo caras largas.
No acabo de ver claro que la solución sea este negocio de ortopedia para sonrisas.
No consigue levantar las miradas.

Para dar luz al negro, hay que elevar los ojos y absorber la luz con las pupilas dilatadas.







Y si no hay suficiente negro, UN CORTO IMPRESCINDIBLE de rabiosa actualidad.







martes, 19 de febrero de 2013

Antigripales





Prometen el alivio sintomático de forma inmediata.
Pero  son patrañas publicitarias. 
Sin antigripales el trancazo dura una semana. Con ellos, siete días.

Es cuestión de dejar pasar el tiempo. 
Aprovechar los periodos de lucidez entre ibuprofenos para alguna lectura, una peli incluso,  y dejar que la batidora de la fiebre mezcle las ideas y la imaginación.

Es curioso como el cerebro acatarrado engulle palabras, imágenes y sonidos  a golpe de estornudo.
Poco a poco, entre toses y pañuelos vuelve la calma. La razón filtra y separa, ordena y da sentido a lo asimilado en estos días con gripe.

Justo antes de entrar en ése estado de decadencia, había leído un artículo de Claudio Magris, siempre estimulante.En pleno fragor mocoso, el fin de semana he leído una novela del archifamoso Ken Follett, totalmente prescindible, llena de tópicos y añagazas comerciales, que me ha confirmado la banalización cultural actual, la confusión entre valores y cantidad. También  he visto una película agridulce, "Les neiges du Kilimandjaro". Maravillosa, creo que es recomendable incluso para los que sienten fobia por el cine francés.

Todos estos ingredientes , en dosis suficientes y entremezcladas, han sido el medicamento prefecto: Al recobrar la  libertad respiratoria, sin dolor de cabeza, he encontrado una frase de Magris que resume el presente, al menos el trocito de presente que me corresponde: "El desencanto no es una razón para no querer cambiar el mundo, si no al contrario".





jueves, 14 de febrero de 2013

Nota de Prensa




Agencia Eme


En la mañana del jueves 14 de febrero del presente año, cuando D. MiGeorge Clooney se disponía a salir de su domicilio para dirigirse a su trabajo, al despedirse de su esposa, Dª Mater Matermanías y Maníasvarias, le dio el acostumbrado beso diciendo con voz recién despertada: 

- Felicidades.

En ése preciso instante, su hija de 17 años, que también se disponía a dejar el domicilio familiar, mientras se ponía el abrigo y se delineaba el ojo izquierdo con el eye liner de su madre,  ha  inquirido con voz curiosa :

- ¿Felicidades, porqué?

En un arranque de espontaneidad sin precedentes, el esposo, acercando su rostro al de su amada esposa. ha exclamado:

- Porque estamos enamorados.

Momentos como este merecen pasar a los anales de la Historia. Y ni siquiera las carcajadas de la joven podrán deslucir la transcendencia del instante.

El amor, también es cosa de viejos.







Música Vintage en vena, para aderezar el día.
¡Rrrrataratara!

miércoles, 13 de febrero de 2013

Gif Novela (4)


Soy una mujer silenciosa.
Suelo pasar desapercibida.
En parte porque así lo quiero, prefiero mirar y escuchar sin ser molestada.
Y además, no voy a engañarme, porque, aunque quisiera, nadie se fijaría en mi.
Clase media, belleza anodina, estilo discreto...la pura imagen del anonimato.
Con treinta y tantos y un trabajo rutinario en un torreón de cemento, aparcada todo el día en un cubículo aislante, soy una hormiga moderna en un enjambre de ordenadores.
Puedo contemplar las vidas de los otros bajo una capa de invisibilidad.
No me ven y se olvidan de ocultar ante mi sus miserias. Sin pudor alguno, dejan abiertas las ventanas de sus instintos, de sus verdaderas intenciones que ante los otros disimulan con una sonrisa, o con el silencio.
Conozco a fondo el corazón humano, soy recelosa y desconfiada. Si alguna vez percibo hacia mí una mirada, enseguida noto que es interesada.

Pero ya no es así.
Su voz con sonrisa me obligó a mirarlo a los ojos.
Al principio pensé que eran dulces por la miopía. Pero en cuanto me habló sólo a mi,  coloreándome por encima del gris circundante, algo extraño y desconocido se activó en mi interior.

Desde ése día estamos aprendiendo a mezclar muestras miradas.
Hay veces que he llegado al extremo de dejar sin fregar los cacharros para ayudarle con sus prácticas de buceo.
Me han dicho que es amor.



martes, 12 de febrero de 2013

Sonrisas con receta







Con cinco años era el más pequeño de su clase. Hacía pocos meses que había estrenado colegio. 

Mi madre siempre decía que no hay quinto malo...y al menos en este caso, el refrán se cumplía a rajatabla. 

Pero claro, ser el quinto con una madre algo despistada también tenía inconvenientes, sobre todo los lunes. 

Y ése lunes olvide que tenía excursión. 

D. Pablo, su maestro, experto en corazones infantiles, me llamó. Con voz paciente, me sugirio que me acercase a la estación desde donde empezarían la caminata, y que le llevase ropa y comida.

Como una posesa busqué unas botas, un anorac  e intenté preparar algún bocata... la nevera estaba casi vacía...pero tenía un bizcocho recién hecho, casi entero...lo envolví en papel de plata y llegué a tiempo.

Con tanto azúcar en sangre, al volver a casa mi "quinto" estaba feliz. 

- Mami, el bizcocho estaba buenísimo. Mi comida era la mejor... y les he dicho a todos que lo haces sólo con azúcar y huevos.

Desde ese día, el "Bizcocho de Saboya" tiene para siempre esta sonrisa.








domingo, 10 de febrero de 2013

Damas y Caballeros









Teníamos 18 años.
Si, ya sé que suena a algo que sucedió en la Edad Media.
A vuestros ojos seguramente éramos una sociedad  bárbara. Incluso fumábamos en clase, profesores y alumnos...así de incivilizados éramos.

Siendo hombres y mujeres de esa época pretérita, con costumbres tan primitivas, os sorprenderá que nos gustase discutir.  Argumentar y argumentar sin parar, de política, religión, filosofía, cine, música, libros, lo que fuera. Nos bastaba cualquier pretexto para debatir. 
Claro, diréis que influía lo aburrida que  era la vida antigua, viviendo tan aislados,lo de internet era pura ciencia ficción, sin móvil , ni ordenador ni iPad...

Con cervecItas o sin ellas. En los pasillos de la Facultad, en el bar con un medio de tortilla, en el autobús, o en un banco de la calle. Siempre estábamos dispuestos a la dialéctica virulenta.

Estrenábamos tantas cosas. Juventud, democracia, carrera...

Probablemente éramos unos cursis. Nos gustaba compartir y aderezar las tertulias con citas repolludas, que repetíamos como mantras, dándonos aires intelectuales. Y por si fuese poco, las escribíamos en  nuestras carpetas, de cartón verde con separadores. Era un intento por fijalas en el frontispicio de la posteridad.

Estos días he recordado con cariño una de aquellas citas, repetida hasta la saciedad: 
" Quien recurre a la violencia para defender sus ideas, demuestra  no tener fe ni convicción en ellas".

Era la luz de alarma si alguno levantaba la voz  más de lo acostumbrado, o pasaba a las argumentaciones ad hominem.

Nos batiamos en torneo con la palabra. 
Como reglamento, la cortesia aderezada de ingenio y mordacidad.
Algunas veces la lengua era un dardo hiriente, pero siempre  era una lucha argumentada, jamás lanzábamos la puya al corazón del contrincante. Hubiese sido un deshonor.

Eramos hijos de una dictadura, sí. 
Pero amábamos como propia la libertad ajena.



viernes, 8 de febrero de 2013

La Ribera





En el Barrio de la Ribera todo son callejones de mala muerte. 
Casas oscuras pintadas de humedad. 
Pero es esa dejadez hastiada la que conmueve al paseante.

Los nombres de los gremios medievales, dando pedigrí a las calles, sitúan la escena: Flassaders, Assaonadors,Sabateret, Mirallers, Carders, Espasers, Giralt el Pelliser, La Barra de Ferro, Les Mosques...
En cuanto nos apartamos de las bambalinas de las calles principales, con la parafernalia típica para engatusar a los turistas, el barrio retoma su alma artesana y creadora.

Cada semana descubro un garito nuevo, una esquina olvidada, un juego de luces al cruzar la calle.
Ayer pasaba otra vez delante de su taller sin mirarlo, y no entiendo cómo no he podido verlo, porque es el único punto luminoso entre todas las persianas echadas.

Golpeo varias veces el cristal. No me gusta robar las fotos.
Con gestos de turista sin palabras pido su consentimiento.
Responde serio, elevando la voz, lentamente, con ese modo de hablar para tontos-sordos con el que hablamos a los extranjeros.
Me deja sacar la foto si no la hago a un objeto concreto.
Le doy las gracias, y me quedo con las ganas de explicarle que su sistema antipirateo hace aguas por todas partes...

Me gusta el bolso rojo, y los cinturones de cuero, la originalidad ordenada para mantener las herramientas al fondo del taller, la luz que entra desde el ventanuco, las hormas escondidas detrás de la vitrina y los patrones de cartón apilados a la izquierda.

Pero el objetivo de mi mirada está en la pequeña pizarra, en la vocación docente de este artesano del cuero.

Pura sabiduría.
Valentía comercial estando el patio como está.
Aquí, en la Ribera, la ciudad es otra.




jueves, 7 de febrero de 2013

¡Ay!







Aprovechando el olvido de mis lectores, que están durmiendo la siesta, me voy a permitir un exabrupto-quejido-autoconfidencia.

Ya sé que nos pasa a todos.
Esto del blog se ha convertido en un mar de dudas. 


Seguir o dejarlo.
Congelarlo o autodestruirlo.
Continuar sin rumbo fijo o centrarlo en un tema.
… o …


Como estos interrogantes me asaltan con la brevedad de los flashes, y ando dando tumbos por las cuatro esquinitas de mi cotidianeidad aventurera, ni delibero ni decido.

Sólo sé que me gusta escribir. 
... Aunque no necesariamente tiene que ser en un blog, porque el blog va creando unas expectativas de respuesta, que  cuando no hay respuesta, turban  el ego, ése "yo" tonto que siempre busca ser el centro, y se me pone más consentido que nunca,  necesita que le haga caso, y esa tontuna carga sobremanera.

Aquí ando, en la pura duda.
Sin acabar de decidirme ni tan siquiera por el título del post, porque no sé si es mejor un "exordio", que ponga a los oyentes-lectores en un estado de ánimo receptivo y atento, y así me hagan un poquito de caso, o bien lanzarme de cabeza a la "perorata", como parte final de mi argumentación-blog, y sacar la artillería pesada, los fuegos artificiales y los juegos malabares, para mover el sentimiento en un último intento de convencer a la audiencia y arrancar un aplauso final plagado de vítores virtuales.

Cuánta duda.
Pero es que soy un simple y vulgar oxímoron , una aporía con bolso.


miércoles, 6 de febrero de 2013

martes, 5 de febrero de 2013

Los niños del coro







Las estufas de butano soltaban calorías desengrasadas, incapaces de templar un sábado tan ventoso, y en la iglesia hacia frío húmedo. 
En los primeros bancos una docena de niños alborotaban, con risas sofocadas y empujones furtivos.
Era su debut como cantores, y no habían ensayado mucho. 

         - "Oh buen Jesús, yo creo firmemente…"

Cerrando los ojos se fue el frío. Cantar con los niños esa tarde fue suficiente para descansar de tejemanejes y preparativos, desaparecían las preocupaciones tontas al contemplarlas desde la belleza silvestre de sus canciones.

Fue el mejor modo de preparar  el  Bautizo de nuestra nieta. 
El domingo nació rosa y blanco, frío y claro. 
Con el corazón despejado para atender la Belleza del Ritual.

"…¿sabéis que os obligáis a educarlos en la fe,para que puedan conocer y corresponder al Amor que Dios nos tiene, y puedan amar al prójimo tal como Jesucristo nos ama y mandó que nos amásemos?"



Recordé el compromiso de amor que acepté al bautizar a mis hijos. 


Y renové las fuerzas para llevarlo a cabo. Hasta el final de mi final.