lunes, 6 de abril de 2020

Una Semana que importa






Llegamos a Fiumicino un domingo de septiembre a primera hora.
Pretendíamos aprovechar el día antes del Congreso, y mi compañera de viaje, cegada por el afán ahorrativo, decidió que debíamos probar el bus, en lugar de llegar a Roma con el "trenino".

45 minutos esperando sentadas sobre las maletas, al más puro estilo diáspora, las primeras de una fila de turistas mochileros.

Cuando por fin aparece el Bus, surge de la puerta un can Cerbero disfrazado de italianini macarra, bronceado, brillantemente hidratado, cejas depiladas, camiseta blanca con cuello de pico ceñida a unos músculos de gimnasio, que reventaban las mangas a mitad del biceps, pantalón dos-tallas-menos, más preti que la camiseta, gorra de beisbol y raybans espejadas.
Farfullando con chulería, pretendía dar prioridad a una manada de blancos y blandos aborrescentes americanos.
Pero ni el italiano ni mi compañera viajera sabían que dentro de una señora madura convencional, suele esconderse una agente doble, experta en la lucha por la supervivencia cotidiana, entrenada en la tanda del mercado, las esperas en el pediatra y el dentista, el remeneo en los mercadillos... acostumbrada a limpiar mocos de modo industrial, no iba a dejarme en tierra aquel mocoso con laca.

Al más puro estilo Agustina de Aragón, con todo mi cuerpo-persona, me interponía entre la masa americana y aquel narcisista de todo a cien, y machacando el italiano de forma dantesca, con un marcado acento de Huesca-Norte, proclamaba a voz en rito mis derechos adquiridos con anterioridad. Por toda respuesta el musculoso enemigo, sin quitarse siquiera las gafas como señal de deferencia,  levantó la barbilla semi afeitada y dijo displicente:

" Signora, no m'importa!"

Aquel monicaco no sabía lo que decía, no había calculado bien el impacto de sus palabras, acababa de firmar su sentencia de muerte.

Las madres de familia numerosa estamos especializadas en noquear a zanguangos de todos los pelajes, desde bebés con andadores a adolescentes desequilibrados. No me iba a acoquinar un Garibaldi de opereta.
Si no le importaba al italiano, por mis varices hinchadas con la espera,  aunque fuese por las bravas,  que se iba a interesar.
Tengo experimentado que en momentos de peligro me recorre el esqueleto una especie de "oregonización"general, que me incrusta en cada célula toda la dureza del mismísimo Pilar de la Virgen y el ímpetu de las aguas del Ésera. Con esa fuerza sobrehumana de aragonesa asediada, gritando algo así como "¡Maño, vas a ver tu lo que te importa!", empotré la maleta grande en la puerta y con aquel ariete le abrí paso a mi compañera. Este "sucedido" fue un antes y un después en nuestra relación. Descubrió la pantera negra que llevo dentro, me guarda respeto temeroso, y siempre cuenta esta anécdota para animar los "team building".

No hay mayor desprecio que un "No me importas".

Mucho más doloroso que el odio, que al menos confunde en un primer momento con la promesa engañosa del placer agridulce de la venganza.
No me importas es un golpe seco. Para el latido amoroso con el silencio.

¿No te importa?


¿No te importo?



Los dolores familiares tienen siempre este estribillo.
Nadie puede hacernos tanto daño como quienes deberían amarnos.
De quienes amamos no esperamos otra cosa, que les importemos. 
Esta es la pregunta clave: ¿Quién, de verdad, me importa?
Un termómetro fiable, un test de precisión para estos tiempos en los que todos andamos necesitados de un poquito más de amor.
Por eso se me han quedado en el alma , junto a la imagen de la Plaza de San Pedro desierta, estas palabras del Evangelio:


Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas  se echaban encima de la barca, hasta el punto de que la barca ya se inundaba. Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Entonces le despiertan, y le dicen: 


— Maestro, ¿no te importa que perezcamos?


Y, puesto en pie, increpó al viento y dijo al mar: 


— ¡Calla, enmudece!




Sí, le importamos tanto que nos dio la Vida con su Muerte.
Lo recordaremos, más que nunca, esta Semana Santa.

2 comentarios:

Loreto dijo...

Gracias Mami, me encanta la pregunta clave, sirve pa' to'! ❤

Pablo dijo...

Brillante, como siempre. Y quedamos todos advertidos de con quién nos jugamos los cuartos.