(Fabrice Hadjadj dixit)
Dicen que cuando al torero Rafael el Gallo le presentaron a Ortega y Gasset, preguntó "quién era aquel gachó con pintas de estudiao". Le explicaron que era filósofo, que analizaba, estudiaba y reflexionaba sobre los problemas vitales del ser humano. El torero, asombrado sentenció: "Hay gente pa tó".
Qué profunda verdad.
Hay gente pa tó.
Incluso para dedicarse a entender el "razonamiento" de un virus.
Qué gran suerte que haya gente pa tó. Porque ayer Fabrice Hadjadj regaló una primera lección de "Epidemio-Lógica".
Tomé apuntes como una loca en mi cuaderno marrón, acumulando material intelectualmente digerible como para dos meses de aislamiento. Qué suerte que haya gente tan rara, cuánto bien hace la sabiduría de estos locos del pensamiento.
Este filósofo original, experto en juegos de palabras, hace malabarismos con las ideas, intentando sumergirse en la lógica del virus, hasta encontrar el meollo, el significado de estos días de binomios incomprensibles, amor y muerte, que dejan al descubierto la grandeza y la miseria en un solo golpe.
Hadjadj propone pasar de la SIDERACIÓN (Anulación total y repentina de todas las actividades emocionales y motoras de una persona tras sufrir un accidente o un suceso traumático) a la CONSIDERACIÓN (Dedicar atención a alguien o algo).
Y se basa en un enigma que planteó otro tipo raro, también filósofo y francés, Blaise Pascal, el "Enigma de la caña pensante":
El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua, bastan para matarlo. Pero, aun cuando el universo le aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, porque sabe que muere, y lo que el universo tiene de ventaja sobre él; el universo no sabe nada de esto.
En esta idea de comprensión simultánea de la Vulnerabilidad/Dignidad, está el punto de partida de la "sideración" que nos paraliza, para llegar a la "consideración".
Ser capaces de "pensarnos" y descubrirnos frágiles, humildes, quebradizos, en peligro por una simple partícula de vapor envenenado, nos sitúa contradictoriamente ante nuestra dignidad.
Ahí está el secreto mejor guardado: la fragilidad nos hace indestructibles, porque nuestra debilidad nos sirve de impulso y camino para aprender la grandeza para la que estamos hechos.
Cuando nos reconocemos necesitados, podemos "descentrarnos" y entender y acoger las necesidades del otro.
Cuando ponemos en marcha esa capacidad de pensar "in" y "out", empezamos a entender de qué va esto de la vida. Me gustaría contarlo. Pero eso para otro día.
Porque hoy creo que es día de aprender a dar las gracias.
Al fin y al cabo, si hoy tememos la angustia del dolor y la muerte, es porque hemos comprobado lo bueno, lo maravilloso que es vivir, la suerte que tenemos de haber recibido la vida, tal como es, incierta, insegura, misteriosamente sorprendente e indefinida, abierta a lo que cada uno de nosotros decida ser.
1 comentario:
Gracias M Pi. En cuanto me he dado cuenta ya estás por la segunda entrada. Precioso. Estamos asistiendo a lo que podríamos llamar una experiencia antropológica muy interesante. Nosotros los grandes dominadores del S. XXI (técnica, ciencia, bitecnología, trashumanismo, dueños de la vida y de la muerte de otros) hemos perdido el control no ya del futuro lejano, si no del mañana mismo. Despojados de nuestra propia agenda... Interesante y lleno de esperanza. Vamos a aprender muchas cosas como nos va a enseñar Matermanías.
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