Aunque la estructura de madera parece un hueso roído después de un banquete de termitas, debe ser cierta la versión de mi padre, y el balcón resiste por unas escondidas vigas de hierro.
El balcón de Seira es un Tesoro Pirenaico.
No sólo por ser postal panorámica, aérea, siempre cambiante. El balcón de Seira es el salón multiusos, local social y comunitario con más vida que conozco.
A primera hora era el Oratorio de mi madre.
Después, la mejor y más potente secadora. Nunca el sol ha blanqueado tanto, nunca el aire oreó con tanta velocidad las sábanas.
A pleno sol, es un balcón-solarium. Testigo de extraños ungüentos para morenear, que escandalizarían a cualquier dermatólogo con sentido común, y ponen en duda las teorías sobre la capa de ozono. Untarse con grasa de vaca y yodo es un modo original de freírse, como un pollo al ajillo. Si es cierto lo del agujero, mi generación sería restos carbonizados, como el famoso “pollo negro” de nuestras “barbacues dominicales”.
Al atardecer se produce la gran metamorfosis. Hay que ir descubriendo el misterio en las sombras de Baciero, cada vez más moradas, oscuras y profundas en contraste con el reflejo naranja de los últimos picachos. En verano todavía quedan manchas de verde brillante, tierno y fresco. Al perderse la luz, van dejando fosforescencia y parecen borrones azules antes del negro.
Desde el balcón se oye el mantra polifónico de las vacas y ovejas que no han salido de vacaciones a otros pastos.
¡Priii, Priii! Celso acompaña al rebaño.“Rubia”, pequeña y con mala baba, ladra nerviosa a la pobre güella que se queda atrasada.
Se calla, por fin, la cigarra, mucho más aburrida que el coro de grillos que cogen la tanda.
Unos momentos de calma, dentro se cena y el balcón va preparando las candilejas del escenario.
Después del postre llega el espectáculo. Con su mínimo medio metro de ancho, tiene aforo ilimitado: dos sillas del comedor como tronos en la puerta. Los demás, acurrucados o estirados, según gustos contorsionistas y ausencias, nos alineábamos frente al plató.
Una guitarra. Mi padre siempre sabe la segunda voz: Clavelitos, Te voy a hacer unos calzones, Eres alta y delgada, alguna jota y las novedades del momento…un repertorio costumbrista, intergeneracional. El público calienta los ánimos del anfiteatro. Con risas y canciones inventadas, nos vamos quedando quietos contemplando. Lluvia de estrellas, un deseo. La vía láctea, Luna llena,Venus…¿cuál será la Osa Mayor ?
Las noches del balcón me dieron la primera nostalgia de Eternidad. Vértigo ante la oscuridad estrellada, la seguridad de ser algo más que un ahora. Ecos de Infinito, de lo Eterno.
Es curioso, porque ese mismo balcón me puso ante otra realidad: el límite ante el tiempo. Sentí celos de las montañas, ellas seguirán, y yo no estaré para contemplarlas.
3 comentarios:
¡¡¡¡¡ohhh!!!! ¡Super chulo mami!
¡PRECIOSO EN SERIOOO! =D
¡Me encanta el último párrafo!
Si no la has entendido Lore!!
Que ganas tengo de cruzar las curvas de campo y llegar a ese cartel que de pequeño tantas veces he leído con los ojos medio cerrados. Seira.
Y esas tardes preparando la cabaña en el balcón para acostarte en un saco en el suelo y levantarte en la litera... Misterios de Seira.
ESte si que me ha gustadoo!!!! me a encantado, ¿que digo? esplendido!!! braavooo!!! me e qedado paralizado de las cultas y bien colocadas palabras de mi madre, hay que ver con que sutileza escribe, con que ingenio,!, que mente tan bien formada y privilegiada! bueno, despuees de haber hecho la pelota un rato, aunque la pelota no por pelotear, sino porque sale. bueno, que cuando leis estos parrafos, era como si estuviese en el balcon de seira, donde tambien pasabamos las noches con los cojines marrones con forma de triangulo... increible!!! bueno, en conclusion, me ha encantado. felicidades mamii!!
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