jueves, 10 de enero de 2013

Infusiones





El orden sobrio de las cajas metálicas en los estantes y el aroma de tantas hierbas mezclándose en algarabia, contrasta con su silueta postmoderna : Pelo pincho bicolor, pelirojo natural, y las puntas teñidas en magenta.
Un delantal negro intenta darle un poco de formalidad. 
Sus ojos tienen demasiada fuerza, redondos y pequeños. La intensidad del azul oscuro bajo las pestañas rubias, centran la atención más que un rótulo luminoso, y el piercing de la ceja se mueve al compas de su voz. 

          -   Disculpa, no encuentro las bolsitas con manzanilla.

          -   Puej ej que no nos quedan, ej que la peña esta mu crispá, no quieren mas que  pa dormir.

No puedo evitar la carcajada

           -   ¿Y que vas a hacer con tanto té?

           -   Puej ya ves... es lo que hay...

Sobran tés y se han acabado las infusiones desestresantes, relajantes y antioxidantes... Será verdad, que a la peña le sobran nervios y trajines, prepotencias y malos modos.

Este invierno, más cálido que de costumbre, nos vestimos en grises y pardos. Anodinamente serios.
Se extiende en la calle la sensación de ahogo, como una mancha de aceite, y aunque nos deseamos un feliz año, los "expertos" nos van preparando, repitiendo el mantra "2013 va a ser peor".
No pretendo frivolizar.
Ni taparme los ojos ante la que está cayendo.
Pero la infusión que nos haría bien se llama "Amabilidad". 
No como sinónimo de cortesía, que se queda corta de sabor. 
Para limpiarnos el barro que nos dejan estos caminos de desencanto, necesitamos una amabilidad como proximidad afectuosa con los demás, que automáticamente ordena el corazón y la mente y nos da fuerza para afrontar miedos e inseguridades.
La amabilidad es una infusión que tiñe y hace medicinal la desazonada taza de agua hervida que es hoy nuestra realidad. Porque no toda la felicidad depende de la prima de riesgo. 

Me voy a hacer un té. Para estimular la imaginación, para que el corazón palpite, para calentar las manos entumecidas.
Y antes que nada, repetiré como mi amiga, la jovencísima vendedora de la casa de té: "Ej lo que hay, ej lo que hay..."

5 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Ej lo que hay. Me hago fanS desde ya jajaja

Muchas gracias, a mí, una de esas Amabilidad en taza grande, con sacarina (dichosos turrones)...

Besos grnades

que dificil la vida sin ti dijo...

Maravilloso. Pienso exactamente lo mismo. ¡Si todos fuéramos como tú! Amable es poco....
Mil besoncios (o más que te los mereces)

¡Y eso que yo soy de cafeína en vena!
Asun

lolo dijo...

Partidaria del café, descafeinado, eso sí, fuí hace poco a reponer las existencias infusionales y me costó encontrar el té sin nada, té porque sí. Té con menta, té rojo, té azul... Todo mezclado con otra cosa, anís, menta, qué sé yo.
Y pensé no en ser amable, sino en la descomplicación. Aunque ahora que lo dices... ej que sí que hace mucha falta, sí.

Mar dijo...

Un bálsamo es esa amabilidad, no cura pero reconforta. Y si me añades unas gotitas de buen humor, estaría sabrosón.

Besos.

Mariapi dijo...

Disculpad el "pasotismo" y el retraso. Son fuerzas mayores, todas buenas. Pero os agradezco muchísimo los comentarios y la compañía. Un beso.