jueves, 26 de enero de 2012

Primera hora






Al salir de casa la escarcha recorta los flequillos del césped, sombra en blanco mientras el verde duerme.
Ajusto los guantes y me froto los nudillos como gimnasia preventiva para acariciar el día.

Cuando el tren me deja en el centro, las bombillas aún están encendidas. Tiemblan al final de la guardia, toda la noche en alerta incandescente les ha  dejado el  brillo  en neblina.

Hay  vacío en la calle y  frío en las aceras desnudas del gentío habitual.
Los municipales juegan al corro en círculos dicharacheros, pero al arrebato de una señal que sólo ellos entienden,  se dispersan de dos en dos, listos para cosechar multas.
También en pareja cruzan desde San Agustín dos Hermanas de Calcuta, con  sari azul y sandalias. Pero ellas cosechan oracion y entrega.

Los kioscos se desperezan, y acumulan en desorden legajos con las noticias recién planchadas.
El mercado aún está apilado en cajas de madera. Con las persianas bajas los tenderos preparan el atrezzo de sus paradas con las frutas tropicales.

El paso lento y solitario abre mirillas que otros días están cerradas.  En el callejón dos prostitutas, ateridas, con los ojos tan vacíos como sus bocas, la droga se les ha comido los dientes y la esperanza.  El único brillo  que ilumina esa esquina es el blanco ajado de sus botas de charol.

Toda la luz ruge al final, en el puerto, salta la ciudad tendida en sombra,  y se empotra en el Tibidabo, en un chasquido de claridad que bajará poco a poco, desparramándose como la miel dorada, desde Collçerola hasta la playa. En ése brinco de saltimbanqui, la luz ha ido dejando desconchones naranjas en las torres más altas y las esquinas salientes que desobedecen la fila india de las disciplinadas calles. La  Luz. Como siempre, invita a elevar la mirada.

En estas primeras horas, la ciudad tiene el tedio e indiferencia de las amantes antiguas, el punto de distancia y soledad que la hace deseable, misteriosa.


jueves, 19 de enero de 2012

Soluble



Es la rutina matutina.
El buenos días de cada día: un vaso de leche blanco y limpito, sin estrenar.

Y las madres, para sobrealimentarlos, vamos echando colacao.
Cucharadita a cucharadita.
Nuestra vida en dosis minúsculas, partículas pulverizadas de corazón.
Alimento superenriquecido con cariños y exigencias, a partes iguales: besos sonoros, riñas destempladas, serenatas a pleno pulmón en el coche, deberes inacabables, tiritas rociadas con "curasanaculitoderana", castigos, cumpleaños, peli con palomitas, mentiras, disgustos, disculpas, vuelta a empezar, en esta casa se come de todo, en esta casa no existe el "nomeapetece", suspensos, rabietas, te quiero, no te aguanto, vete a tu cuarto, no me da la gana...y miles y miles de principios sustanciosos que van dando cuerpo y consistencia a ese vasito de leche,cada vez más cargadito, mas oscuro y denso, que se toma caliente, tibio o como refresco, según convenga, pero que lleva de todo, que ya se sabe que lo que no mata engorda, y todo, lo bueno y lo menos bueno, deja su instante de fuerza y peso en el amor.

Y un día te levantas- suele ser en primavera- y descubres que por arte de birlibirloque, está el vaso pálido y soso. Que ése no es tu vaso," que te lo han cambiao"...¿dónde están esas partículas mágicas que le daban sabor y que con tanto esfuerzo y cariño has ido espolvoreando cada mañana? ¿qué grieta oculta tenía el vaso?¿Por dónde se ha esfumado todo lo que has depositado y  que creías que estaba asimilado, consolidado e integrado?

¡Ah, bueno...! Mira, mira el calendario. Estamos en lo que algunos llaman "adolescencia". No es tan grave. Es una moda estilo sarampión, que nos ha llegado con un tiempo histórico en el que estamos tan hartos de todo, tan "sobraos", que nos permitimos estos lujos, como el de tener hijos aborrescentes.

Sólo se necesita tiempo, paciencia y fe. Para seguir poniendo cucharadita a cuchadita, creyendo sin ver. Aguantando sin percibir señal alguna. Tozudamente, en contra de cualquier atisbo de sensatez.

No es magia, es ciencia. Un buen día llegarán las tormentas fuertes, de repente o poco a poco. La juventud se apoderará del vaso, y entonces, esas sacudidas elevarán de su fondo todo el cacao acumulado, más enriquecido que nunca lo soñaste, porque en el reposo de esa espera que parece estéril, la seguridad del calor que tiene tu mirada, ha cuajado, y tu cariño, triturado y pulverizado le dará sustancia y fuerza. Cuando sea joven o no lo sea tanto. Para siempre jamás. Como en los cuentos de hadas.

Lo malo es olvidarse de echar el cacao cada mañana...cuando empieza el día, y pretender encontrar color y sustancia a eso de media tarde, cuando acechan las primeras sombras.




martes, 17 de enero de 2012

Transdérmicos




Anne Brontë escribe con estilo suave, discreto, a media voz. Exige una sonrisa. Sus palabras son de otro siglo, pero describe también el hoy.

"Se sabe que los compañeros habituales ejercen gran influencia sobre sus mutuas mentes y maneras. Aquellos cuyas acciones están siempre ante nuestros ojos y cuyas palabras están siempre en nuestros oídos naturamente nos conducirán, aunque sea en contra de nuestra voluntad, lenta, gradual e imperceptiblemente, quizas, a actuar y a hablar como ellos. No pretendo determinar hasta dónde llega este poder de asimilación, pero si un hombre civilizado estuviese condenado a pasar una docena de años entre una raza de salvajes ingobernables, a no ser que tuviera el poder de mejorarlos, dudo mucho que al final de dicho periodo no se hubiese convertido él mismo en bárbaro, por lo menos.

("Agnes Grey")

Para decir más o menos lo mismo, el refranero es categórico: "Dime con quien andas y te diré quien eres", "Dos que duermen en un colchón, se vuelven de la misma opinión", y como no, el maravilloso latinajo que nos enseñó mi padre "Qui cum pueris pernocta, excrementatus alborea".


"Los otros" se nos cuelan por los poros de la piel.
Sin darnos cuenta, sin empujones ni violencias, penetran hasta la enjundia del saber y del hacer, atraviesan las murallas de defensa y prevenciones, y pasan a ser nosotros mismos, sin percibirlo siquiera. Así somos, imitativos sin remedio.

Y las madres nos preocupamos por "las amistades", esas que pueden ser tan peligrosas. Nos empeñamos en ver sólo un prisma .

La piel se penetra no sólo de veneno, también con medicina y con ungüentos nutritivos. Es precisamente a través de la apertura de nuestros poros por donde asimilamos eso que se llama"educación familiar". El roce continuo entre los que en una misma casa nos queremos,las caricias y contiendas de nuestra vida juntos, que provoca alguna ampolla y sarpullidos de contacto, sirve también para organizarnos por dentro, para agrandar el corazón y despejar la mente. Y creo yo, que esa especialidad del amor tan exclusiva que es el amor de familia, puede actuar con tanta fuerza, que nos inmuniza para repeler las toxinas de otros manoseos y restregones ajenos.

Tiene un pequeño inconveniente: Se necesita mucho-mucho-mucho tiempo. Cantidad y calidad. Una hora y otra, minutos reales, codo con codo, hablando o en silencio, haciendo, mirando. Pero hay que querer echarle tiempo. Incluso el que no tenemos.

sábado, 14 de enero de 2012

Tesis-anti-Tesis








Viaje-bala a la Complutense.
Quería ser aliento para una compañera-amiga.
El ritual académico tiene prestancia, incluso entre paredes atiborradas de pasquines, sillas desfondadas y terciopelos calvos. Nos rodean todos los RectoresMagníficos en sus retratos, autistas con la mirada fija, vestidos de Mariquita Pérez, como diría...
Siempre es un regalo para el intelecto contemplar cómo manejan el discurso los inteligentes, tiene la belleza del arte ésa explosión del saber. Cauta, eso sí, llena de rimbombancias, agradecimientos interminables, loas introductorias preparando el territorio para clavar la cuchillada.

Constaté que me he hecho mayor.  Fui vencida por el síndrome "madre-de-la-artista", y me sorprendí deseando que se le partiera la lengua a esa Doctora del Tribunal que se estaba ensañando. Con gusto le hubiera atizado con el bolso, como una madre de folclórica cualquiera.
No le hizo falta a "mi niña"... Sobresaliente "cum laude"con Mención Europea.

Conclusión 1: La defensa de la tesis es un buen ejercicio de soberbia para los Miembros del Tribunal y sus enfáticos "yoes"...y un examen de humildad para el doctorando.
Conclusión 2: Si alguno de mis hijos llega a ese trance, me quedaré en casa, rezando y esperando, como las madres de los toreros.

jueves, 12 de enero de 2012

Relecturas




Los Reyes me dejaron una pantallita-libro.
La miré con escepticismo, intentando disimular, claro. Por nada del mundo quisiera ofender a Sus Majestades... Pero es que soy un poco maniática con las lecturas. No me van los best-sellers, y mis editoriales de cabecera- (uyyyy, que plin que suena eso...)-no suelen tener digitalizados sus libros, por falta de tirada.
Pero claramente, una vez más, los Reyes demostraron que su magia es sabiduría. He encontrado un filón de textos de autores olvidados, tanto, que no hay herederos que reclamen derechos, y que tienen sus obras preparadas para ser encapsuladas en mi pantallita.
De momento he devorado, con auténtica "angrucia", dos novelas de escritoras consideradas"menores", aunque ya quisieran rozar su verbo muchos autores actuales de "reconocido prestigio"...adquirido en forma de campaña de marketin.  Son dos relatos cortos, "Agnes Grey", de la pequeña de las Bronte,  Anne, y "La casa del páramo", de Elisabeth Gaskell. Sos historias sencillas, millones de veces contadas. De otra época, pero con la esencia eterna de la intimidad humana.  Cada una en su estilo, describen el alma, y al leerlas creo que son ellas las que estan leyendo con sus palabras mis propios afectos y sentimientos. Tan antiguas y tan incomparablemnte innovadoras en mi presente.

Me han recordado el título de una exposición del artista Perejaume en La Pedrera: "Ay, Perejaume, si vieras la cantidad de obras que te rodean, ¡no harías ni una más! "

Si...parece que ya se han escrito todas las historias, que ya se han pintado todos los colores... Es casi imposible ser original sin llegar a la "boutade", que tal vez escandaliza, pero nunca se admira. Y sin embargo... falta la novela, el libro distinto de cada uno. Con letras iguales que se desparraman formando frases únicas, con pinceladas repetidas que innovan el paisaje mil veces dibujado y monótono.

Y aquí estamos, todos, los incansables blogueros. Escribiendo y escribiendo. Más que nunca.

martes, 10 de enero de 2012

Los importantes




Nos empeñamos en crear barreras, en pintarle dos caras a la existencia y tener que elegir entre realidad y fantasía, entre lo ordinario y lo mágico, entre lo claustrofóbico y la apertura de horizontes, entre importantes y vencidos. Como si se tratase de elegir entre la vida y la muerte.

¿Porqué ése empeño?Parece que no es posible encontrar felicidad en lo pequeño, en lo imperfecto, oculto y tan cotidiano que nadie le da importancia...

Incluso los cuentos infantiles que quieren dar sentido a lo sencillo, tienen que terminar en boda con príncipe para acabar bien. El éxito de la cenicienta le exige disfrazarse de bella princesa con carroza y caballos blancos para conseguir el amor del príncipe azul, que nunca se hubiese fijado en sus cabellos dorados si se deja puesto el delantal. Y el cuento del patito feo acaba bien porque se transforma en cisne de cuello largo y alas sedosas. Pero nunca hubiese llegado a la fama si continúa creciendo como un pato flacucho y del montón, alegrando la vida de la charca con un cua-cua monótono y repetitivo, como la mayoría de los patos. Parece que sólo "son alguien" los importantes, los que no pueden perder un minuto de su valioso tiempo en tonterías ajenas, los que están tan ocupados que se creen exentos de cualquier tarea oscura y olvidada, eso que lo hagan los débiles.

Por eso me ha gustado tanto este cuento. Descubre la "realización" en la libertad de encerrarse y matizar los brillos propios para que otros tengan colores y luz. Otros que tal vez nunca lo entenderán, ni  darán las gracias.
Pero ni siquiera eso importa a los verdaderamente importantes.


jueves, 5 de enero de 2012

No existen


Vale. Eso dicen.
Pero por si acaso, ya he limpiado mis zapatos, y hoy me portaré muy bien, que las últimas impresiones cuentan mucho, y como son tan viejos, les debe fallar la memoria.
Y como cada año, les dejaremos agua y mandarinas para los camellos, una bandejita con los turrones supervivientes, y la botella de cava. Bien fría, con tres copas.
¡Qué nerrrvios, qué emoción!