martes, 18 de septiembre de 2012

Gestos *








Desde que nacemos nos mecen miles de movimientos imperceptibles que tejen la cuna del alma. 

El modo de abrir los ojos, o cómo fruncimos la comisura de los labios, la modulación de la voz, y ése deje que nos señala por donde vamos con una denominación de origen. 

Son la herencia que recibimos con la vida compartida. 
Como el color de los ojos y los rizos del pelo, nos los entregan otros gratuitamente, sin pedirlo ni desearlo. El gen transmisor no es bioquímico, lo transmite el virus del cariño, el roce imperceptible que nos enseña a imitarnos. 

Es muy curioso contemplar desde fuera cualquier comunidad humana, después de unos meses de convivencia, crece y crece el denominador común, y van apareciendo expresiones, formas de reír palabras en clave que nos igualan.

Es sobre todo en  casa, con los nuestros, donde el amor  nos  moldea con caricias imperceptibles los gestos que nos van fotocopiando, intensificando los parecidos que ya nos rotularon los genes. Parece un milagro, como una imagen que se refleja en un espejo y se duplica hasta el infinito en repetición constante.

Algunos gestos los vemos repetidos en nosotros o en los nuestros, y el mismo paso  de mi padre , inclinando el pie hacia adentro , es el que ahora veo en mi hermano. 

Pero hay otros gestos, que aunque sin razón desaparecen del escenario de lo cotidiano , se quedan pegados en el fondo del corazón.  

Son modos concretos que contemplamos como espectadores pasivos, cuando somos niños pequeños , sin mediar explicaciones, porque nos parecen universales. Incluso algunos son pura repetición mecánica, sin que haya intención precisa de transmitir con ellos idearios ni valores. 

Pero no hay nada insípido, insustancial o inocuo en el hacer de los padres. 
Esos gestos son importantes. 
Son los cristales claros para entender el sentido de las horas y de los días. 
Son la excelencia cotidiana, el brillo eterno de lo diminuto.

Forman parte de una época que respetaba los símbolos, no sólo como convencionalismo. Porque  detrás de unos 
movimientos, imágenes u objetos, se agazapan  con discreción las convicciones poderosas que mueven los corazones.

Son gestos que alimentan. 
Como el pan de pueblo. 

El pan sobre la mesa de todos. Algo tan sencillo y familiar,  símbolo del alimento eterno.

Pan bendito. Como la simplicidad de levar harina y agua, y como representación de alimento y bienes que se comparten.

En el forro del alma se quedó prendido el gesto, la señal de la cruz que mi padre hacía en la base de aquellas hogazas del pan de cada día. 
La cruz en los panes tostados y olorosos, redondos como lunas gitanas, o recién peinados con aquellos dos moños encarados.
Antes de empezar a cortarlo en rebanadas, trazaba con el cuchillo la señal , la marca de acción de gracias.

Un gesto cotidiano que me enseñó con sencillez silenciosa la gratitud por la bendición inmerecida de tener pan en la mesa, y compartirlo en familia.






                            * Este verano mi padre cumplió años, y le regalé un libro: "Una vuelta a su mundo en 80 páginas".

Comparto algunas con vosotros.


4 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

El martes pasado volví a ver caminar a mi hijo pequeño junto a mi padre. Hacía meses que no se veían y me volcó el corazón ver que lo hacen igual, levantando igual las rodillas y los pies. Y también me emocionó ver los deditos del niño acariciando el brazo de su abuelo pidiéndole que le diera la manita para sentise seguro en la gran ciudad. Gestos, hay que abrir los ojos y no pestañear para no perderse ni uno.

que dificil la vida sin ti dijo...

Mariapi querida, cuando te leo me cuesta captar el mensaje porque me distrae la belleza con la que lo expresas.
Gracias por esta hermosura de post, majísima, mil gracias.
Te quiere y te admira
Asun

Mariapi dijo...

Es como si hubiese un hilo invisible que nos va uniendo a través de repetir innovando en cada uno¿verdad? Y fíjate que no creo que sea tanto tanto por la biología como por lo vivido que transmitimos...o todo junto, no sé. Se nos quedan tantos detalles de los otros prendidos en el subconsciente...Gracias, un abrazo Princesa.

Mariapi dijo...

Ay, Asun...te agradezco el cumplido, pero creo que es porque me miras con mucho cariño. Un abrazo, y mil gracias.