viernes, 27 de septiembre de 2013

Pontificar






Roma está cosida con puentes, que bordan paseos románticos sobre el Tiber, o simplemente pespuntean el camino del tranvía para las prisas modernas.

El Tíber reposa bajo sus arcos como un anciano cachazudo, sabio y expansivo. Confiado en la fuerza invisible del agua, capaz de esculpir las piedras hasta suavizarlas, perseverante hasta convertir la roca en arena. Por eso descansa plácido,porque como la verdad se sabe tozudamente eterno.

En el Ponte Milvio los enamorados modernos guerrean con el ayuntamiento que no les deja colgar candados, símbolo de su amor comprometido.

En el de Sant'Angelo los manteros venden por veinte euros  bolsos de Prada, y nos paramos los turistas para captar la luz del tramonto,un  arrebato de malvas y ocres como escenario, metáfora de la tristeza que siempre llega con la despedida, la del día, la de la vida.

Ahora que no se lleva nada "pontificar"*, ahora que la posmodernidad nos exige el tedio del conformismo, la desilusión de la fragmentación y el individualismo, estos puentes me parecen el mejor símbolo de esperanza, la imagen del mi proyecto de vida: Edificar Puentes.

Puentes que son mesas de fiesta para celebrarnos, o simplemente compartir unos macarrones.
Puentes que son tardes de contemplación mientras mis padres duermen la siesta y los niños piden la merienda.
Puentes para acompañar, para aprender empatía y hacer del otro, tan distinto, alguien enriquecedor y cercano, con una taza de té que nos caliente las manos o un tartufo helado, un abrazo o un guasap... Compartir y hacerse cargo...

Puentes con dos pilastras, las únicas que hacen posible el diálogo: comprensión y verdad. Argamasa indispensable para combatir la aluminosis del pensamiento postmoderno.


En el antiguo Pons Sancti Petri, los ángeles de Bernini me soplan al oído unas sabias palabras de Alejandro Llano: "El diablo trata de convencernos de que las cosas no pueden cambiar. Pero él si trata de cambiar las cosas...para mal".









 *  Exponer opiniones con tono dogmático y suficiente.
      Etimología: Pons facere: edificar puentes.







5 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Lo mejor de los puentes es que tienen doble sentido, que nos traen lo bueno y lo malo de los demás, para que podamos ser libres de escoger lo que queramos. Magnífico post, gracias por ese ángel que me ha enamorado

sunsi dijo...

He vuelto a abrir tu blog para comentar el post anterior... y me encuentro con esta "perla":) Mariapi, Mariapi... Puentes. Cuánta falta nos hacen. Inposible construirlos sin el ingeniero que, cuando lucen engalanados y transitados, desaparece. Maravillosa tarea, Mater.
Te está cundiendo Roma. Me alegro tanto... Un beso fuerte, querida Mariapi.

oles dijo...

Todas las imágenes, todas las luces vividas y recordadas en esos puentes con este magnifico relato. Como tu, yo también quiero trazar puentes en mi vida, para que todo sea mas fácil, mas liviano.
Besos

lolo dijo...

Precioso post. Y sin irme a A.Llano me contaron que el truco consiste en hacernos creer que estamos solos. No conocía la etimología de pontificar pero también "hacerse cargo" ayuda a que los puentes sigan en pie. Precioso lo que has escrito. Lo pensaré con calma.
Gracias, Mariapi.

Mariapi dijo...

Muchas gracias por entrar, leer, comentar. Disculpad mi falta de respeto, perdonadme por no contestar ni dar señales de vida bloguera. Ando como en fuga, adaptándome a nuevas circunstancias, con muchas ganas de escribir pero sin encontrar el momento.
Muchísimas gracias a todas de cada una.