martes, 15 de julio de 2014

¡A los tacooneeees... !







Las modelos del taller suelen ser longilíneas, cuasi adolescentes.
Posan en sesiones de cinco minutos, en contorsiones fastidiosas, para poner a prueba la capacidad de intuir el escorzo.
Pero ayer la modelo era distinta.
No, nada de gorda. Tan sólo había integrado con armonía la dulzura de la curvatura,  que, como una huella invisible suele dejar la maternidad en el cuerpo de las mujeres.
Disfruté dibujándola.
Absorbiendo volúmenes, claros y sombras, daba vueltas a un asunto que viene ocupando mis tiempos de desvelo: la restauración de lo femenino en la mujer de edad media.
Bonito tema para una tesis.

Contemplando el panorama compruebo como, con el paso de los años, "ellas" somos en apariencia más "ellos".¿ O tal vez sea a la inversa, y ellos se redondean y acabamos así,  "de facto",  asumiendo las proclamas del igualitarismo más rancio?
No sé, siempre estas dudas, tan tontas ellas, que me persiguen aunque no quiera.
Lo cierto es que,  a poco que nos descuidemos, acabamos en una especie de híbrido-andrógino, entre camionero y matrona romana.
Si a esto le añadimos la moda del verano, al puro estilo mercadillo playero, legins, camiseta de tirantes, blusita suelta o pantalones pesqueros, seguimos por dejar la cana libre, y vamos al minimalismo estético, enarbolando enseñas de "la arruga es bella"...la aniquilación de la especie humana, como hombres y mujeres, pasa de amenaza a hechos recalcitrantes.
Es algo que me da miedo, porque cultivar la propia esencia, todo eso de la autoestima y la autoimagen, pasa por potenciar el "quien" que somos, en versión "él" o "ella". Desde la concepción hasta la muerte.

Como  firme defensora de que ante lo que no gusta, el cambio más efectivo es el de la mismidad- porque en el fondo es el único cambio que de verdad controlo- me aplico el cuento, intentando descubrir si ya se me han despertado algunos síntomas de ésa androginia pavorosa...y descubro que sí, que seguramente ya ha empezado la hecatombe...que el derrapaje empieza por los pies:  la búsqueda de la comodidad en los zapatos a toda costa. No se trata de comodidad justa, para determinados trabajos, excursiones, paseos, riscos y montañas...no, es otro tipo de cambio. Es la línea transgresora que decide, sin tapujos ni ambages, calzarse ya, para siempre, las mismísimas "barcas de San Pedro", lo que sería la delicia del ortopeda medio...lo que en casa denominan "zapatomonja"...

Así que, conclusiones de la clase de ayer mientras blandía el carboncillo en la dura batalla por la belleza perdida: Niñas/añosas...¡a los tacones!




6 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Pues.
Varias conclusiones en dos lecturas dilatadas apenas cinco minutos en el tiempo.
La primera lectura, en diagonal, me he quedado con el tema de la aceptación. Es decir, rendirse a lo que uno es, no es más que una mera aceptación. Dejo de luchar contra lo que no me gusta de mí, me acepto.
Segunda lectura, masticando cada bocado cincuenta veces, para digerir mejor: continúo sacando la misma conclusión que la lectura en diagonal, añadiendo la comprensión de lo que me dices. En realidad, la edad madura trae a la mujer esa masculinización hormonal inevitable de la caída de estrógenos. De cada mujer dependerá la lucha contra los elementos, y seguir pintándose las uñas, las canas, aferradas a las faldas, a los complementos y a la femineidad bien entendida.
Ah, amiga, los pies (los pienes, que decía una profesora mía) los pienes son harina de otro costal. La experiencia de lo vivido enseña que por la vida hay que ir bien calzado (igual a cómodo), igual que hay que hacer pipí antes de salir de casa. Creo que son cosas diferentes.
Y los zapatomonjas no deberían ni fabricarse, pero que hay que ir cómodo de pies, pues debería ser obligatorio.
Gracias gracias gracias por volver (¿cómo no voy a ser fiel a tus manías, reina?)
Besos

Mariapi dijo...

Ana, seguramente me he liado. Se ve que estoy oxidada, tanto tiempo entre memorias y formatos rígidos, me han dejado seco el cerebelo...intentaba animar a mis coetaneas a no sentirse derrotadas por el paso del tiempo, a luchar por la feminidad con las mismas ganas que a los veintitantos, porque es un modo de conseguir la supervivencia de la esencia que somos: mujeres.
Gracias por venir siempre.
Un bso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Lo mejor que tienen los blogs es cómo las palabras que escribimos toman vida propia en los ojos de quienes nos leen. Bajo mi filtro, han acabado así. Y me encanta comprender de dónde te nació el pensamiento

Mariapi dijo...

Claro, eso no lo tiene ni el "feisbu" ni el pio-pio...demasiada simplicidad para mi verborrea...jeje

Marta piesdescalzos dijo...

Mater, ya sabes que lo primero que te voy a decir es que te añoro... ¿será una imitadora o ha resucitado???.
Dos líneas para constatar que sí, es mi Mater, imposible plagiarla!!!! Gran alegría leyéndote tan tú la de siempre mencantan tus palabras,fondo y forma.
Y eso...he tenido que ser abuela para empezar a cuidarme y olvidarme que existen las barcazasZapatoMonja.
Mis hijas me han enseñado los mínimos de maquillaje, y sí, el tema mejora algo sin estridencias. Solo un poco...
Todo está bien así!
Un besazo y achuchón

Mariapi dijo...

¡Gracias Marta, bienvenida a la abuelidad!Maravillosa, ¿a que sí?

Besos.