jueves, 4 de marzo de 2010

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La lluvia los ha ido acorralando en los pasillos del metro. Cada uno tiene su rincón, su peculiaridad. 

Al final de la escalera, como una escultura en penumbra,  barba blanca, gabán largo y sombrero tapándole los ojos, se extiende una mano estática. Desconcierta la inusual elegancia con la que se sostiene erguido gracias a un bastón.

Los más jóvenes, en una conversación de monólogos, comparten alcohol en vasos de plástico. Enrojecidos, hinchados, de vez en cuando se levantan y pelean dando tumbos.

Un semi-esqueleto sin piernas reclama compasión con letras negras sobre un cartón.

Como cada tarde pasamos huyendo hacia la salida más cercana. 
Nunca sé que hacer. 
Me siento absolutamente chupóptera, acaparadora, mimada, desagradecida. 
Los presiento desahuciados de cariño, despojados de habilidades reparadoras y esperanza. Pero soy tan miserable,que no puedo ni mirarles a los ojos.

7 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

La sabia Mafalda no sabía dónde ponerse la tirita para el alma. Al mundo ya no le duele solo el Asia, le duele todo... Yo intento vivir la suerte de vida que me ha tocado, de forma intensa, aprovechando mis oportunidades al 100% y no puedo hacer gran cosa más que ver, y enseñar a mirar a mis hijos y que también ellos sepan la fortuna que tienen...
Que duro.

ana dijo...

No estoy de acuerdo en que sólo podamos mirar... algo habrá que se pueda hacer... algo... ahí... al volver la esquina. Son unos ojos totalmente desoladores; recuerdo la mirada de un niño al lado de su madre en el metro de Msdrid. Mi hermana y yo salimos de allí con total impotencia. Y sé que a ese en concreto, no lo puedo ayudar... pero a otros... a otros sí. Es cuestión de ver lo poco que tú puedes hacer en tu ciudad, en tu pueblo... no sé... esa es mi visión...

Mariapi dijo...

Principesca:
A mi me gustaría poder hacer algo más, me siento realmente "fatal" cuando paso por su lado, y no se me ocurre nada concreto, por esas personas concretas... la sola comparación con mi suerte en la vida, me resulta insoportable. Me gustaría que mis hijos fuesen capaces de encontrar caminos, además de como tu dices, reconocerse inexplicablemente afortunados. Un beso, y gracias por todo, Ana.

Mariapi dijo...

Si, Ana, es verdad y eso procuro. Pero te aseguro que el espectáculo de ayer tarde, toca el alma, y piensas un tu concreto, con un nombre...que como mínimo vale tanto como yo, o uno de mis hijos...me sentí indigna, vergonzosamente incapaz.
Pero me voy a quedar con lo positivo, y sacar de esto fuerza para pensar, seguro que hay algo más que puedo hacer, gracias or la sugerencia.

Miguel dijo...

Me encanta... no se puede decir más, sólo que te aseguro que has educado a tus hijos perfectamente, y que esa visión que tu tienes, nos la has pasado un besazo mami!

sunsi dijo...

Mariapi. A veces no se puede hacer demasiado. Pero por lo menos una mirada cálida... unas palabras de consuelo. Creo que hay que pararse.

Hace dos domingos estuve en casa de unos senegaleses. ¿Sabes cómo empezó la historia? Fathi, unos de ellos, lloraba en una esquina junto al Balcón del Mediterráneo... y decía en voz bajita:"mentira en mi corazón". Lo habían despedido y no le hicieron los papeles que el patrón le había prometido. Todos pasaban de largo. Mi amiga Carmen se paró, se acercó y le habló... Lo acompañó al centro de ayuda a inmigrantes ... pero antes le compró un bocadillo. Actualmente sus ayudas puntuales a Fathi y a toda su familia hacinada en unos pocos metros cuadrados... evitan que pasen hambre, que tengan que pedir en la calle. Algunos domingos los invitan a comer. Cuando Carmen llega y descarga la furgo es una fiesta. Nunca olvidaré ese día que la acompañé y lo que me dijo. No podemos arreglar el mundo, pero sí echar una mano al que tenemos al lado.

Me dio una lección que se me ha grabado a fuego.

Gracias, Mariapi. Un buen post... de los que te empujan a ser mejor persona.

Besos, mater.

Mariapi dijo...

Sunsi: Gracias por contarlo, de verdad. Me ayuda descubrir que existen heroínas como tu amiga Carmen. Un beso.