lunes, 31 de enero de 2011

El nublado

La luz en el cristal rompe la transparencia, es una cotilla que va bisbiseando que el aire no es tan puro: miles de minúsculas motitas flotan lentamente, desde la ventana hasta el piano.

El sol de invierno ha llegado despacio, se queda en la nuca y el brazo mientras leo. No hace ruido, se conforma con pocas atenciones. Noto su presencia, el calor tierno, pero no lo siento ajeno. Como las manos de un esposo, son caricias conocidas.

Leer sorbe mi atención descaradamente y no veo nada más que la historia en letras.

Unos golpeccitos frios en el hombro me avisan, la visita se va.

En un instante el nubarrón ha dejado el aire lleno de azules y grises.  Frío, se encogen hasta los personajillos del libro.

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A veces, vienen otros nubarrones.
También dejan inquietud helada.
Son nubes negras que se ponen en el corazón. Así, de repente, sin saber con qué viento han volado, mientras estoy distraída con mil trabajos, me siento nublada.
Tengo que hacer un esfuerzo para saber el motivo que ha desatado el hilillo de tristeza.

La experiencia, que aunque tiene arrugas es de lo más bella, me ha enseñado que casi siempre estos nublados del alma vienen por un alfilerazo en el mismísimo "yo".
Sí, por un golpecito de nada en ese "amor propio" que nos enajena.

Hay un sistema infalible para espantar este tipo de nubes: Un espejo, sacar la lengua, y una buena carcajada.

13 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Sí, al fin y al cabo la luz siempre es la misma (y las nubes) todo depende de nosotros. Si tenemos el día melancólico, la mañana nubosa nos producirá nostalgia. Si tenemos el cuerpo bravo, disfrutaremos de la tormenta.
Y al final, pasó. Como todo. Todo pasa. Un beso, me ha gustado mucho el qué y el cómo.

Modestino dijo...

Tomo nota del recurso al espejo y a sacar la lengua, creo que me vendrá bien en ocasiones.

Feliz semana¡

Mariapi dijo...

A mi me ha gustado tu comentario, has dado una perspesctiva completa.
Creo que "progresar adecuadamente" en esto de vivir exige aprender a reirse de uno mismo, de no tomarnos demasiado en serio. Un beso.

Mariapi dijo...

Creo que es un recurso infalible, Modestino...ya me contarás qué tal funciona. Ideal para entrar en la madurez y no morir en el intento.
Feliz semana también para ti.

Marta piesdescalzos dijo...

Los nublados a veces sirven para valorar más la luz del sol.

(voy al espejo y vuelvo)

No se tú..pero yo me he visto fantástica y me caigo mejor. Hay que ver...si hubiera sabido que madurar es tan fácil!
Besos ;)

Pablo dijo...

No sé con qué quedarme si con la preciosa descripción del principio o con su "aplicación práctica".

ana dijo...

Yo de lo que tengo enormes ganas... es de que pase el invierno, aunque el nubarrón en el "yo" quizá no sea ese... pero le he cogido fijación, oye.

Un abrazo fuerte.

sunsi dijo...

Mariapi... ojalá fuéramos conscientes de que muchos nubarrones a veces nos los montamos solos...Pero son pasajeros. Me preocupan más los que se instalan en el pozo del alma y no sabemos qué cuerda es suficientemente larga para rescatarlos.

Afortunadamente, siempre hay un "ángel" que mide la distancia y nos echa el cable. Entonces ya... es cuestión de agarrarlo y confiar.

Un beso, Mater

Mariapi dijo...

Marta, el único inconveniente de esto de madurar es que es personal e intransferible. No bastan las experiencias ajenas...si, es muy fácil cuando ya has llegado. En el camino, hay que pasar muchos nublados.Esa es la gracia.
Corroboro: estás fantástica.

Un beso.

Mariapi dijo...

Gracias, Pablo. Mejor lo práctico...para que se vea que todo no son "filosofias"...Un beso enorrrme.

Mariapi dijo...

Ana, seguro que el nubarrón invernal no es de estos, tengo el presentimiento.
Pero mira, lo bueno de las nubes es que acaban "dispersándose". Auqnue sea con una buena tormenta de truenos y rayos...desaparecen.

Un beso.

Mariapi dijo...

Sunsi, es verdad, hay tantos tipos de nubes. Hay nieblas persistentes, y cirros que son sólo pinceladas. Y todoas no desaparecen con una tonterían en el espejo, es verdad. Pero lo que importa es no dejarlas crecer y crecer por dentro, permitirles que nos dejen a oscuras y el corazón se convierta en una zona pantanosa.

Un besico.

sunsi dijo...

Gracias, Mater. Eres un cielo.