jueves, 21 de julio de 2011

Orgullo rancio

Me gusta pintar en silencio. Con música en el aire.
Necesito la atención concentrada, y hablar de algo que no sean pinceles y luz  desbarajusta.

Hoy Sara tiene ganas de comunicar. He destrozado la sombra del jarrón con tanta cháchara, pero he aprendido a ver nuevos colores con su relato.

Se vino desde Venezuela hace trece años, empujada por una crisis, para terminar hoy en otra.
Agradecida con quienes le dieron la mano, disculpa a los que no supieron confiar en una desconocida con una formación académica que aquí no tiene ningún valor. Sobrevive, y sabe sonreír pintando.

Tiene los ojos cargaditos de esperanza, verdes con luz violeta. Hablamos de crisis, las de su país,las del nuestro, de las soluciones, de los cambios necesarios, de aprender una forma nueva de vivir, y ella insiste en un ingrediente esencial: solidaridad. Pero no tanto para dar, lo más difícil, lo que nos cuesta a los "de aquí", es sobretodo, dejarnos ayudar.


5 comentarios:

que dificil la vida sin ti dijo...

Precioso ¡qué suerte la de Sara que puede hablar contigo cara a cara! y qué talento el tuyo para explicarlo
¡Admirada!
Un beso
Asun

Ana, princesa del guisante dijo...

Muy real. ¿Andamos escasos de humildad? Supongo que sí. Un besico

Mariapi dijo...

¡Qué alegría leerte, Asun! Es muy enriquecedor poder hablar con otras experiencias y aprender a contemplar las situaciones desde perspectivas diferentes. La suerte la tengo yo,me admira su valentía y sobre todo su visión esperanzada, después de una vida difícil, mantener la seguridad de que el futuro es mejor, auqnue distinto, es algo que me admira, y agradezco el poder compartir con ella estos ratos de conversación.
¡Nos merecemos una buena "charrada" para ponernos al día, Asun!

Un besote, y mil gracias.

Mariapi dijo...

Ana, pues seguramente sí. Nuestro peor enemigo es nuestro yo. Saber pedir ayuda, y dejarse ayudar es de lo más generoso...no sólo en crisis económicas, no...

Mil gracias por pasarte, Ana, gracias por tu compañía fiel.

ana dijo...

Estamos acostumbrados a tenerlo todo, a ser más que nadie... así que... ¿por qué habríamos de recibir nada de nadie si somos lo más?...

... nos hemos perdido y no queremos reconocerlo.

Un abrazo muy fuerte.