jueves, 4 de febrero de 2010

Abaixadors

Casi treinta años con esta ilusión. Y ayer se hizo realidad. Donde nunca pisarían los “Sebagos” de MiGeorge, pero tampoco le gustaban mis pantalones de peto, y acabó casándose conmigo… ¡Matermaníacos, estoy felizzzz!

Os dejo el texto de una autora desconocida, recientemente encontrado dentro de una botella en el Ésera, en una poza del Congosto.


UNA APORÍA CON BOLSO.

Capítulo 1. Maru en el Born

Siempre disfrutaba bajando Las Ramblas.  Cuando llegó a Barcelona se aficionó a comprar en La Boquería, en unas Ramblas  con brisa del puerto y puestos de flores menos sofisticados, cuando el Ayuntamiento no había estandarizado los quioscos, y sólo había hamsters, loros y tortugas en los puestecillos de animales.  Ahora tienen sus días contados en virtud de esa extraña manera de entender la misericordia que tienen nuestros legisladores. Hay que preservar la intimidad y salud del loro.
Todavía quedaban vestigios de un tiempo novelesco detrás del Mercado. Las casetas de amanuenses, alineadas como confesonarios, incitaban a Maru, Imaginaba las historias que pasaban por las manos de esos notarios sin oposición,al dictado de hombres analfabetos. ¿Sentirían la tentación de cambiar algunas líneas para no despechar a la mujer que espera una respuesta, o tendrían la mala leche de inventarse giros para emponzoñar la cosa…?

En la frutería , preguntando el precio del plátano canario vió  un vértice de la miseria del Barrio Chino. La rubia despampanante que le dio la tanda tenía más barba que Fidel Castro, y la voz del que dobla a Bruce Willis. La visión idílica de la bohemia deslució bastante en la  fantasía provinciana de Maru, que lo más exótico-raro que había conocido de cerca era a un negro de la base paseando por La Independencia.

Tuenti-yiars-leiter … Maru sigue bajo el efecto atracción-rechazo que la marca y atormenta.  Deja a las estatuas humanas dándose la última capa de purpurina y se adentra hacia Via Layetana, buscando un lugar, cuanto más antro mejor, donde le enseñen a pintar.
Las farolas de la calle Ferrán, tan señorial y de abolengo, siempre le recuerdan su Aragón. Son como los pendientes de las baturras…Una tontería de esas que pueblan su dentro más íntimo. Una de tantas aporías ocultas, a las que no acaba de habituarse.

Santa María del Mar que se acicala y,  como a ninguna nos gusta que nos vean ponernos el rimel, coqueta, se cubre con velos de plástico. La más hermosa.

Abaixadors. No llega a la categoría de calle, pero es ahí. Huele a vómitos de juerga y pis.  Pero es ahí.

A primera vista parece desvencijado, apenas unos metros cuadrados, paredes de ladrillo y yeso, con esas bobedillas tan de moda en los apartamentos de los yupi-pijos que últimamente se han instalado en la zona. Pero aquí no es pose buscada. Son los vestigios de submundo que van quedando en esta Barcelona demasiado globalizada y decorada para el turismo.

Maru tiene taquicadias de gozo en su parte de corazón bohemio, y algo de pánico en el lado “madre conservadora”.

Treinta años esperando, marcan. En los 70 lo de “el Arte” sonaba a alcohol, sexo y drogas, y al final hizo Derecho. Engañada como una china, pensando en ser la Agustina de Aragón de la Justicia…historias viejas.

Pero ahora sí.

Están todos concentrados , apenas saludan. Le gustan los “blues” que suenan en un ipod, y el corazón maternal de zona alta se tranquiliza. No va a necesitar piercings para integrarse.

“Puedes coger cualquier bata”. No, Maru es muy Maru, como su propio nombre indica y trae su indumentaria.

“Dibujar es medir con la cabeza y dejarse llevar por la intuición”.

¡Ah, bueno! No va a ser tan difícil.  Maru lleva haciendo eso desde que nació.

                                                    (Continuará…)




P.D. En esta dirección podéis ver las casetas de amanuenses...no he podido pegarla.

http://www.flickr.com/photos/etecemedios/3574938377/




3 comentarios:

Pablo dijo...

¡Me encanta! Por fin la Maru consigue saciar su hambre bohemia pintando en lo más profundo de Barcelona.
Espero que esa sepsis generalizada de bacterias urinarias de los adoquines de Abaixadors infecte matermanías. Que sea como planchar.
Me imagino a la Maru con su bata "azul operario" y sus gafas, sus rastas ideológicas, piercings culinarios, pantalones "cagaos" y bufanda alternativa pintando. Con su gente.

Mariapi dijo...

Pero Pablo, ¿cómo has adivinado que Maru llevaba una bata "azul operario"? Yo lo se porque he leído todo el manuscrito...pero soy la única lectora de este incunable...Besotes y gracias por las correcciones.

Poto dijo...

Ese recorrido hasta Abaixadors, desde el centro más turístico, sentirte extranjero en tu propia ciudad... ¿me entenderá alguien si hablo en español? Fíjate, al ir a pagar, todos cuentan las monedas muy despacito, asegurándose de su valor dándoles la vuelta varias veces. Sigue bajando.

Fotografiando detalles en los que que nunca te has fijado, o detalles en lo que es mejor no fijarse nunca! Sigue bajando.

Tiendas, tiendas muy conocidas, hiper-conocidas, todo muy visto, muy comercial. Sigue bajando.

Plaza de la catedral, una mezcla de blues, guitarra española, sardanas, pop, pianola, violín, música, y con olor a muro de claustro gótico. Sigue bajando.

Cruzar Via Laietana es como llegar a otro mundo. Te despides de la catedral por la parte de atrás (y siguen fotografiándola!!) , calle de l'Argenteria, puestecillos de vestidos multicolr, rastas ideológicas, piercings XL, perros pulgosos con mirada perdida (como los pescados de Mercadona...), junto a hoteles de máxima puntuación estelar, tiendas de moda de la cara, talleres de tapas, droguerías en las que no cabe ni un utensilio más, terrazas de bar para hippies, snobs, guiris y rastafaris, heladerías y gofrerías de lo más fashion junto a las cafeterías-granja más catalanas, con detalles modernistas en sus escaparates, restaurantes de platos combinados a rebosar (huevos fritos con patatas y arroz con tomate, sangría de vino) y restaurants con platos de diseño (huevo de codorniz al baño caliente de líquido de oro acompañado de semilla de Oryza sativa y a los coros la salsa de baya solanácea bilocular y restallante de banana, acompañan “terpomo” doradas de textura crujiente): una armería: catanas, escopetas, navajas de todos los tamaños, pistolas del Far-West, y en la fachada del mismo edificio un escudo familiar de muchos años atrás. Barrio de contrastes.

Ahí está, Santa María del Mar, espléndida.

Pequeñísima, sin salida, a la derecha de la plaza y entre todos los contrastes, no destaca la calle Abaixadors. Frente a la luminosa plaza de Santa María del Mar queda escondida, retirada y avergonzada por ser estrecha, oscura, maloliente, sucia…
Pero ahí está, el taller de pintura de Maru, lleno de color, alegría, música relajante, luz, suciedad con arte, batas, pinceles, huele a aguarrás y óleos, carboncillo, huele a creatividad, sabe a caballete. Salva a la calle Abaixadors de su oscuridad.

Si Maru es feliz allí, yo también.