miércoles, 23 de febrero de 2011

Ventanas y cortinajes

Mis paseos están llenos de historias desconocidas que se recuerdan precisamente porque nunca sucedieron.

Se asoman cuando alguien deja un visillo descorrido, la contraventana suelta, o una luz encendida.

Las más hermosas  viven en las antiguas casitas de veraneo, que van desapareciendo poco a poco y se reemplazan por una arquitectura rectilínea, mucho más cómoda, pero sin  la hospitalidad que tienen las  tejas rojas, sin las redondeces femeninas de los dinteles, que invitan a pedir una tacita de arroz, o un poco de sal a la vecina.

Los misterios de las ventanas son apenas un susurro, hay que acostumbrar el oído  y la vista para entender. Pero dejan algunas pistas, y es cuestión de leer entre líneas.

Allí en la cancela han dejado un rastro: "Villa Mariona", o simplemente "Mercedes".

En otros, el forjado canta ecología: "Bell racó", "El Pi"...

Junto al dintel de entrada marcan casi siempre el año de construcción, o el deseo más caritativo, "Deu vos guard".

Hay que aprovechar estos días de invierno, cuando los árboles están aún tristones y dejan huecos abiertos en los jardines para aprender estos cuentos...


Hoy he escuchado una historia de vida cotidiana, amores concretos y sueños reales.

La contaban las ventanas de una casa blanca, en un jardín lleno de pinos oscuros que sueltan pinaza espesa y olorosa, una cerca descorchada, que deja ver los ladrillos, y un mensaje cifrado.
Una fecha y un nombre de mujer: Villa Carmen. 1936.

... ... ... Desde que se casaron vienen todos los veranos.

En Barcelona se pone ése calor húmedo, que hace sudar continuamente, y no da tregua por las noches. 
Enrique, prefiere madrugar y bajar en tren cada día,  para que la familia esté al fresco, desde finales de junio hasta pasada la Merced.

Primero iban a casa de lo suegros, con los niños han ido   alquilando  alguna casita con jardín pequeño.
Pero este verano estrenarán la suya.
Han pensado hasta el último detalle. La ferretería lo permite, tornillo a tornillo, y éste ha sido un buen año. Quedará para siempre unido a su casa, junto al nombre de ella.

Carmen trajina por dentro, limpiando y rezongando por lo cochinos que son los "paletas", que lo dejan todo patalero, y él quiere darle la sorpresa de unos geranios rojos, para celebrar su santo el 16  de julio, con petardos y cohetes, como si fuese la verbena de Sant Joan.

                               Todo el verano...toda la vida por delante... ... ...







10 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Es verdad que la casas dicen muchas cosas de quienes las habitamos. Como siempre, hay que saber mirar tras ese visillo, ver si el jardín tiene un columpio demasiado oxidado para que jueguen niños. Un beso

lolo dijo...

Mariapi, lo que me gusta inventar historias detrás de las cortinas, las ventanas..., las caras. Hoy nos presentas una preciosa galería que da para mucho. ¿Lo de los tornillos te lo has imaginado?

Y bastante envidia, de la de todos, insana, imaginando los visillos que pondría en estas casas... en fin.
Gracias y un beso.

Si me atrevo también me has dado una idea para un post.

Unknown dijo...

Mariapi... esos cortinajes entreabiertos abren un mundo a nuestra imaginación.
Cuando habitamos una casa, casi siempre creamos un hogar, el nuestro. Cada casa es un mundo, el mundo del que lo habita, y, sin darnos cuenta, la llenamos de detalles que dejan entrever un pedacito de nosotros mismos.

Qué considerado Enrique, que prefiere madrugar para que su familia esté más cómoda, que regala geranios rojos porque sabe que dará en el clavo...
Un bico

Mariapi dijo...

Las casa, sus ventanas, siempre son un acicate para la imaginación, tienen impregnado el olor de sus habitadores, y es toda una provocación eso de "si las paredes hablasen..." Un abrazo, Ana.

Mariapi dijo...

"Lo de los tornillos" me lo imagino de mil formas distintas cada vez que paso por delante de esa casita preciosa, y con esa fecha en el murete de entrada...siempre pienso que no fue un buen verano para estrenar una casa...aunque vaya usted a saber...hay alzamientos recientes que han dado lugar a bellas historias de amor...¿o no?

Venga, espero tu post. Gracias,

Mariapi dijo...

Dolores, es verdad, crear un hogar es mucho más que "poner la casa", es dejar huellas de la vida en sus rincones.
Lo de este imaginado Enrique era muy habitual por aquí...y sigue habiendo padres amorosos que lo hacen.
Un beso, y gracias miles, cumpleañera.

sunsi dijo...

Estas preciosas torres, Mariapi. Antiguas... tan características de aquella Barcelona que cambió tanto después de la Olimpiadas del 92. Se conservan pocas en buen estado. Yo no era tan pequeña como para imaginarme historias de amores no correspondidos o de ventanas que nunca se abrían... pero lo hacía. Durante un año, cada día subía y bajaba por la calle Iradier y pasaba frente a una de ellas. Y cuando dejé de pasar, conocí a una de sus habitantes. Un día me invitó a su casa. No sabía que era aquella en la que ubiqué un cuento. Ya no existe. O sí. Fue recreada ... con cortinillas volanderas que mecía la brisa de la mañana.

Qué raro se me hace recordar esa época... Y qué precioso este post.
Un beso, Mater.

Pablo dijo...

que bien sienta pasear!! ;-)

Mariapi dijo...

Sunsi, paso muchos días por esa calle,Iradier, y todavía quedan "casitas", convertidas ahora en auténticos objetos de lujo. Las de las foto no están en Barcelona, son de por aquí, cerca de casa, pero se parecen mucho, y hechizan la imaginación...bueno, no sé porqué, me da que la nuestra necesitan pocos incentivos para dispararse...Un abrazo, y gracias.

Mariapi dijo...

Que sí, doctor, que sí que te hago caso...Un besote.