No sé casi nada de las sociedades asiáticas. Mis referencias son los libros de Pearl S. Buck, y algunas películas como "Todos los caminos llevan a casa", "Despedidas" o "Deseando amar" , cine extraño, exquisito y lleno de belleza.
Por eso me cuesta analizar con "mirada oblicua" estas noticias:
"La cárcel, último reducto de los ancianos japoneses" y "China castigará a los hijos que no visiten a sus padres".
No es un problema "oriental", tal vez sea una consecuencia de importar modelos de vida que son extraños a esas culturas que veneraban la ancianidad, o que la globalización tiene algún aspecto negativo, de plaga aniquiladora y contamina con cánceres del alma todo lo que toca.
Lo inmediato es arrancarse despotricando contra esos hijos egoístas, ingratos. O centrarse en las contradicciones que implica una política dictatorial y controladora de la intimidad humana.
No, no es un tema sólo de Asia, exige una lectura, lenta, chino-chano.
También aquí nos pesan los cuidados que necesitan los niños, cargamos con ellos como un límite, un estorbo a nuestra realización personal, algo (ni siquiera "alguien") que superar como un estorbo para lograr el triunfo y la felicidad.
Y son nuestros hijos, y son niños, tiernos, dulces, alegres, vitales, frescos... ¿A quien le extraña que estorben los viejos, arrugados, gruñones, tristes, enfermos...?
Rechazamos el compromiso y todo o que incomoda a nuestra autonomía.
Hemos planificado un mundo inexistente, sólo para maduros sanos y perfectos.
La dependencia, la limitación, nos escandalizan, las rechazamos, y si no nos queda más remedio, y se cuelan por las rendijas, porque la verdad es así de tozuda, intentamos meterlas bajo la alfombra, y que sean otros los que se hagan cargo de viejos, niños y enfermos.
No podemos perder tiempo contando cuentos, echando la tarde en el parque, repasando las tablas, ayudando a pasarse la plancha a la niña que no quiere el pelo rizado, escuchando las proezas futbolísticas del adolescente ... ni acompañar al médico a nuestros padres, interesarnos por la tensión arterial , las enfermedades, los recuerdos de nuestros viejos...Eso lo pueden hacer otros, pagaremos si es necesario, pero nosotros somos demasiado importantes, y nuestro tiempo es valioso...
Y vamos creando una fantasía, instaurando formas de vida que olvidan la realidad que somos: frágiles, limitados.
Olvidamos que es precisamente nuestra vulnerabilidad la clave de la felicidad. Cuidar es amar.
15 comentarios:
Me planteo siempre lo mismo que tú expones. Somos tan egoístas y limitados que no sabemos ver que mañana los ancianos seremos nosotros, y seremos repudiados y olvidados por los que habrán aprendido de nuestro ejemplo. Los abuelos de antes eran toda una institución: venerados, admirados, respetados (salvo en casos contados, en que las relaciones eran difíciles).
Somos tan estúpidos que no tenemos lugar para los niños. Ni siquiera somos capaces de conciliar horarios. Qué asco.
Besos reflexivos, Madre antisistema.
No es un tema en exclusiva de la gente mayor, es el modo cómo vivimos. No es un asunto de paises lejanos, lo veo aqui cerca muy a menudo, lo he visto, y me sorpendió mucho entonces, en otros países"más adelantados" de Europa. Bueno, será cuestión de empezar "una revolución". Un beso, Princesa.
Una entrada importante, Mariapi. La belleza evidente en los pequeños se hace más honda e "invisible" en los mayores. En general creo que nos cuesta menos querer si nos vemos recompensados. El amor se convierte en un producto de nuestro tiempo, uno más que va perdiendo la esencia de lo que es. Y lo primero que es es dependiente y vulnerable, tú lo dices, y cualquier adulto maduro y sano debe saberlo.
Esa revolución empezaría por repensar y divulgar los valores que hacen al hombre persona, creo yo. Pero vamos, si hay que salir a la calle o lo que sea me apunto...
Me parece un buen punto de ignición para iniciar una revolución: repensar quien somos. Y ajustar a esa realidad la vida, nuestros días concretos.
Dices que"cualquier adulto maduro y sano debe saberlo"...no sé si lo sabemos, pero tengo la impresión de que vivimos como si el fin es ser "maduros triunfadores for ever". La vulnerabilidad y la dependencia son un límite, efectivamente, pero son tan "nuestros" que en ellos está el secreto de la felicidad, en la necesidad de ser con otros y para otros.En definitiva,lo que me preocupa y está detrás de este rollo, es el individualismo que veo crecer continuamente, y que va llenando los estilos familiares.
Igual estoy pelín pesimista...pero eso si, dispuesta a la revolución siempre.
Mil gracias.
Como es sábado y está tranquila la cosa nostra... El triunfo, el triunfo... cuánta pupa.
¿Y no crees que cualquier adulto y sano tiene oportunidad para reconocerse vulnerable y limitado en algún momento? ¿No crees que ese es por tanto el "punto de ignición" necesario? Lo que pasa es que esto pasa cada vez más tarde, en una adolescencia ampliada hasta los límites de casi la ancianidad. No sé. Cuando eso pasa, cuando nos damos cuentas de que necesitamos, sí o sí, puede que sea tarde, que ya no tenga vuelta atrás. Por eso hay que "ajustar" la realidad, cómo me ha gustado. Y por eso son un regalo los golpes de dependencia, de vulnerabilidad. Cuanto antes mejor. Estoy un pelín rayada hoy.
Ah, los orientales han perdido ese valor porque lo global tiene mucho de mancha, es verdad.
Me apunto a esa revolución, pero me parece que no es la de salir a la calle, si no la de vivir y contagiar. La de esgrimir sin temores. La de exponer con orgullo en una conversación de café. La de mostrar con la propia vida... Bueno, ejem, no sé si suena un poco a soflama sabatina.
Seguro que os suena...
*"Ellos ya han vivido lo suyo (referencia a los ancianos); ahora te toca vivir a ti".
*"No sé por qué estás tan pendiente (referencia a los hijos)... luego se irán y ni se acordarán ni te lo agradecerán".
...O "los proteges". Esta es la guinda. No creo que sea lo mismo proteger que cuidar, estar al lado de...
Por tanto, ¿la raíz es que en la búsqueda de felicidad personal solo cabe uno consigo mismo? ¿La felicidad se busca o sale a tu encuentro cuando has salido de ti mismo? Yo, Yo y Yo. Creo que quien no comparte las dificultades del otro y con el otro tampoco es capaz de alegrarse con el otro y con las alegrías del otro.
"No tengo tiempo". Es tan subjetiva esta sentencia... Depende de lo que hayas marcado como prioridades.
Mater... por circunstancias familiares en casa siempre estamos de "imaginaria". No recuerdo haber hecho planes personales sin otear previamente el horizonte de los que conviven conmigo. Por tanto, no tiene ningún mérito que no conciba el yo sin los otros. El ombligo grande te lleva, irremediablemente, a la soledad y a la tristeza. A veces, tener a tu cargo un "otro" dependiente, lleva "regalo". Paradojas... que se entienden cuando te pringas.
¿Dónde hay que firmar? ¿En qué ciudad y avenida es la mani?
Besos, Mariapi.
Hoy me ha dado vértigo leerte. Y mucha tristeza. Es una realidad como un templo, el culto a lo efímero no puede llevarnos muy lejos; o sí, a psiquiatras expertos en soledades y frustraciones. Se puede perder toda una vida en centros de belleza, reuniones multimillonarias...pero ojo con dar amor porque sí y menos aún a un anciano, no vaya a ser que nos baje la autoestima al rozar la idea de que podemos acabar como él. Los pilares se han distorsionado de tal modo que vamos a acabar aplastados con tanto egocentrismo. Uf! estoy apocalíptica...
Besos Mater, cada vez me gusta más tu agenda ;))
Lolo, éso que dices es el punto exacto: Son un regalo, los golpes de dependencia y vulnerabilidad...Gracias, me gusta lo que has dicho.
Pablo, para esta revolución se necesita más valentía y fortaleza que para salir a la calle y pegar cuatro gritos. Hay que contar con la incomprensión y el escándalo, y eso no siempre es fácil.
Un beso gordo.
Sunsi, te leo y me pregunto¿qué entendemos por realización personal? Justo lo contrario a perder el tiempo, "mi tiempo", simplemente cuidando , atendiendo en lo que no tiene ni siquiera importancia, y sin recibir por ello ni sueldo ni reconocimiento...fijate que incluso como "profesión" las acividades que implican servicio están desprestigiadas...tenemos que darle muchas vueltas, al menos yo, necesito hacerlo. Un abrazo, Sunsi.
Marta, no, tristes no, no pretendía eso...pero no puedo cerrar los ojos a algo que aunque la noticia sea en un mundo lejano, percibo en el día a día. Me imprsiona ver en las esperas médicas y de hospitales a ancianos que acuden solos...y probablemnte están "atendidos", pero solos...porque ya no queda tiempo para ellos en las familias. Nos hemos inventado un sistema que nos deja muy tranquilos para mantener a los hijos entretenidos mientras nosotros hacemos cosas importantes...pero está en nuestras manos otro modo, otra vida. Estoy convencida. Un abrazo.
Yo también creo que es una cuestión de prioridades. Es vedad que cuidar de un dependiente te agota física y emocionalmente, es tan triste ver que una persona a la que quieres tanto, se encuentra en esas condiciones; pero que satisfacción personal cuando te acaricia o te toma la mano, que felicidad cuando la ves sonreír o notas que te conoce. Maripi estoy contigo y os acompañaré en esa revolución, porque yo si soy cosciente de que un día puedo se dependiente.
abrazos.
Saberse vulnerable y dependiente de los otros es clave, en realidad hasta cuando estamos en el mayor momento de esplendor, estamos necesitados de los otros. Gracias por venir, Tournesol.
Me encantan vuestras reflexiones, me hacen pensar mucho!! gracias
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