El día después, tiempo para agradecer.
A TODOS.
Gracias por la fiesta, gracias por tanto cariño.
Driver me escribió un cuento. Nunca he tenido un cuento propio.
No sé como agradecerlo...
Leedlo, ya veréis...es un tesoro precioso.
Con cuatro mujeres en casa tengo hora para el baño a las 08:30.
Me da tiempo.
Veamos.
¿Pintar?, descartamos la brocha gorda y nos centramos en pintar.
¿Fresas?. Unas son rosáceas, otras rojas, colores impactantes. Manchamos el lienzo de rosa y rojo.
Empieza a funcionar la cosa.
¿Vino?. Bien..., viñedos, vid, verde, vida. Más manchas de color en un cuadro.
Esto funciona.
Juntémoslo todo.
EL CAMPO DE LA VIDA.
Érase una vez una mujer que amaba pintar.
No era consciente, pero estaba pintando un cuadro muy grande.
Tan ancho como la distancia que había entre el viñedo y el campo de fresas.
Tan alto como la vertical que marca el zenit de Huesca.
Directa al infinito.
Aquel cuadro era enorme.
Sus seis hijos estuvieron comprando lienzos durante décadas y décadas.
Llegaron a juntar varios cientos de lienzos, que unidos por los marcos de madera, alcanzaron una extensión enorme.
La mujer empezó a pintar desde pequeña, muy pequeña.
Al principio monigotes, como todos los niños.
Más tarde lunas y soles, como todos los adolescentes.
Y cuando le llegó la edad, caritas de niños, muchos niños.
...
Una vez dominó el arte de la composición, el color y la textura, se adentró en el territorio más deseado de todo pintor que se precie.
Las manchas. La imnpresión.
Su arte explosionó de forma rotunda.
El maletín de óleos nuevos.
El enorme lienzo montado por sus vástagos, ya estaba preparado.
Y ella, la mujer, empezó a pintar su obra definitiva.
En aquella enorme obra, al modo de los impresionistas, reflejadas en manchas de colores y puntitos de luz, se veían muchas cosas.
Un campo de fresas, puntitos de fresas.
Un campo de vid, manchas verdes y marrones.
Un mantel de cuadros amarillos y azules.
Un vestido de novia.
La entrada a una iglesia.
Una fachada de piedra arenisca.
Las volutas dibujadas por la sonrisa de un hijo
. ...
Manchas, trazos, reflejos, veladuras, colores mezclados, luces y sombras, volúmenes, líneas que escapan a la horizontal del atardecer dorado.
...
Era el cuadro de toda una vida.
Las emociones reflejadas en campos de fresas y viñedos.
El pálpito de un color rotundo y sincero.
...
Érase una vez una mujer que amaba pintar.
No era consciente, pero estaba pintando un cuadro muy grande.
Tan ancho como la distancia que había entre el viñedo y el campo de fresas.
Tan alto como la vertical que marca el zenit de Huesca. Directa al infinito.
Atentamente. Driver para Mariapi.
Un regalo entre padres trabajadores, en el día de Nuestro Señor, trece de mayo del dos mil diez.
No era consciente, pero estaba pintando un cuadro muy grande.
Tan ancho como la distancia que había entre el viñedo y el campo de fresas.
Tan alto como la vertical que marca el zenit de Huesca.
Directa al infinito.
Aquel cuadro era enorme.
Sus seis hijos estuvieron comprando lienzos durante décadas y décadas.
Llegaron a juntar varios cientos de lienzos, que unidos por los marcos de madera, alcanzaron una extensión enorme.
La mujer empezó a pintar desde pequeña, muy pequeña.
Al principio monigotes, como todos los niños.
Más tarde lunas y soles, como todos los adolescentes.
Y cuando le llegó la edad, caritas de niños, muchos niños.
...
Una vez dominó el arte de la composición, el color y la textura, se adentró en el territorio más deseado de todo pintor que se precie.
Las manchas. La imnpresión.
Su arte explosionó de forma rotunda.
El maletín de óleos nuevos.
El enorme lienzo montado por sus vástagos, ya estaba preparado.
Y ella, la mujer, empezó a pintar su obra definitiva.
En aquella enorme obra, al modo de los impresionistas, reflejadas en manchas de colores y puntitos de luz, se veían muchas cosas.
Un campo de fresas, puntitos de fresas.
Un campo de vid, manchas verdes y marrones.
Un mantel de cuadros amarillos y azules.
Un vestido de novia.
La entrada a una iglesia.
Una fachada de piedra arenisca.
Las volutas dibujadas por la sonrisa de un hijo
. ...
Manchas, trazos, reflejos, veladuras, colores mezclados, luces y sombras, volúmenes, líneas que escapan a la horizontal del atardecer dorado.
...
Era el cuadro de toda una vida.
Las emociones reflejadas en campos de fresas y viñedos.
El pálpito de un color rotundo y sincero.
...
Érase una vez una mujer que amaba pintar.
No era consciente, pero estaba pintando un cuadro muy grande.
Tan ancho como la distancia que había entre el viñedo y el campo de fresas.
Tan alto como la vertical que marca el zenit de Huesca. Directa al infinito.
Atentamente. Driver para Mariapi.
Un regalo entre padres trabajadores, en el día de Nuestro Señor, trece de mayo del dos mil diez.
Banda sonora para hoy
12 comentarios:
Querida, es que tú te mereces un cuento, e incluso más. Un novelón. Pedazo de mujer. ¡Guapa! :-P
(y mis felicitaciones para el autor del cuento, que tiene toda mi admiración)
Bonito, sí señor.
Un crack Driver, ¿verdad, Mariapi? Es un cuento precioso que te va como anillo al dedo.
Me ha gustado muchó la canción que has elegido. "Y que sea lo que sea..." Se te queda el cuerpo y el alma con la paz de un niño chico...Sea lo que sea... será que debe ser.
Un beso, hedbana Mater.
¿Te has recuperado de los estragos del fiestón...? Qué bien lo pasamos ayer...
Con resaca de tanto cumple he leído el cuento que te dedicaron. Precioso, adorna aún más tu blog.Ayer fue un dia divertido, te lo mereces, un abrazo
Precioso el cuento de Driver.
Feliz primer día de la mitad de tu carrera y que sea lo que sea... si no es, por algo será.
Te dejo una sonrisa en tu carretera.
Sea lo que sea... pues eso, por aquí andamos... a rachas.
Un abrazo.
Si, Ana, para una novela negra...Un besico para el fin de semana...quiero terminar las matrioskas XXL.
Gracias Modestino, es un artista este Driver, no es cuento.
Gracias Sunsi...por todo.Yo me siento muy identificada con los colores...exagera en los resultados, pero imaginarme en un lienzo un campo de fresas y las vides, con esos manchurrones de color...me inspir, cuando tenga tiempo, tengo que pintarlo.
Un besico, descansa.Lo pasé fenomenal en la fiesta.
Gracias Marta¿celebraste también en tu casa? hay mesecitos que no se para...
Un abrazo...¿nos tropezaremos un día de estos?
Lolo, gracias por tu sonrisa, es lo mejor que me podías regalar. Como dice otra canción de Jorge Dexler "me haces bien"(¿la conoces?)
Un besico.
¿Sabes Ana, que los títulos de las canciones de este autor, que me encanta, me recuerdan a los títulos de tus escritos...? Es curiosísimo, no tengo un porqué claro, es intuición...Buena racha, al menos para el fin de semana...
Un abrazo y gracias.
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