domingo, 10 de febrero de 2013

Damas y Caballeros









Teníamos 18 años.
Si, ya sé que suena a algo que sucedió en la Edad Media.
A vuestros ojos seguramente éramos una sociedad  bárbara. Incluso fumábamos en clase, profesores y alumnos...así de incivilizados éramos.

Siendo hombres y mujeres de esa época pretérita, con costumbres tan primitivas, os sorprenderá que nos gustase discutir.  Argumentar y argumentar sin parar, de política, religión, filosofía, cine, música, libros, lo que fuera. Nos bastaba cualquier pretexto para debatir. 
Claro, diréis que influía lo aburrida que  era la vida antigua, viviendo tan aislados,lo de internet era pura ciencia ficción, sin móvil , ni ordenador ni iPad...

Con cervecItas o sin ellas. En los pasillos de la Facultad, en el bar con un medio de tortilla, en el autobús, o en un banco de la calle. Siempre estábamos dispuestos a la dialéctica virulenta.

Estrenábamos tantas cosas. Juventud, democracia, carrera...

Probablemente éramos unos cursis. Nos gustaba compartir y aderezar las tertulias con citas repolludas, que repetíamos como mantras, dándonos aires intelectuales. Y por si fuese poco, las escribíamos en  nuestras carpetas, de cartón verde con separadores. Era un intento por fijalas en el frontispicio de la posteridad.

Estos días he recordado con cariño una de aquellas citas, repetida hasta la saciedad: 
" Quien recurre a la violencia para defender sus ideas, demuestra  no tener fe ni convicción en ellas".

Era la luz de alarma si alguno levantaba la voz  más de lo acostumbrado, o pasaba a las argumentaciones ad hominem.

Nos batiamos en torneo con la palabra. 
Como reglamento, la cortesia aderezada de ingenio y mordacidad.
Algunas veces la lengua era un dardo hiriente, pero siempre  era una lucha argumentada, jamás lanzábamos la puya al corazón del contrincante. Hubiese sido un deshonor.

Eramos hijos de una dictadura, sí. 
Pero amábamos como propia la libertad ajena.



10 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

La libertad es algo demasiado grande, que ha sido utilizado con demasiada alegría durante algunos años. Incluso confundiendo lo que significa en realidad.
Gracias por ese retrato de una época no tan lejana.
Un beso

Marta piesdescalzos dijo...

"Pero amábamos como propia la libertad ajena" y por ello la ejercíamos con respeto y prudencia, añadiría, con tu permiso Mater.

Me encantó la pizarrita de La Ribera!
Un abrazo, fuerte!

Mariapi dijo...

Se nos llena la boca al hablar de libertad, pero siempre y cuando la libertad ajena sea para afirmas nuestra opinión. Creo que es un tema para darle muchas vueltas. Mil gracias y un beso, Ana.

Mariapi dijo...

Tu apostilla me parece genial, Marta, es lo que le faltaba al post para decir lo que quería expresar.
Mil gracias, un beso, y ya sabes, El Born te espera...

sunsi dijo...

Época de confrontación como ha habido pocas, Mariapi. Yo también lo he vivido. Cualquier lugar -el patio de la central, el bareto lleno de humo y con las sillas rotas... al sol o pringados por la lluvia- era propicio para la batalla dialéctica. Tú en derecho y yo en Filología. Como bien sabes, en Plaza Cataluña el debate era de la izquierda a la extrema izquierda... Los follones en el Paraninfo eran de órdago. Tendría que hacer un esfuerzo para recordar descalificaciones personales. Y no me da ningún apuro decir que, por mis ideas de entonces, ahora me hubieran linchado.

Demasiadas veces oigo/leo: "yo digo lo que me da la gana". No es tan sutil la diferencia entre esta postura y la de la persona que se sabe libre porque es persona. Esa libertad no puede ser arma arrojadiza para herir a la persona. Y creo que aquí debemos añadir: a cualquier persona sin excepción. Cuando se añaden supuestos... este principio se va al garete.

Me he extendido demasiado, Mariapi. Es este tema... que escuece:)
Un beso gordo, gordo.

Miguel dijo...

¡Qué bárbaros erais en esas épocas! jajajaja ahora solamente se hace eso en 'El Central', y suerte que he acabado allí, que sino sería más garrulico! por cierto chula, te confieso que he visto alguna de esas carpetas, pero incitado por un superior jejeje un besito muy fuerte!

Anónimo dijo...

¡Hola Mariapi!

Suelo leerte porque me encanta tu blog ¡felicidades! Yo formo parte de tu generación y recuerdo con muchísima nostalgia aquellos debates tan enriquecedores pero respetuosos con las personas.
Desgraciadamente nadie sabe lo que duele un ataque al honor y la indefensión que eso produce.
Es triste pero llego a la conclusión de que hay gente que pueden ser calificadas sin juzgarlas porque es la verdad, despiadadas y crueles.
Además, la maldad es como una piedra lanzada en un estanque que forma círculos concéntricos, no afecta solo al ofendido sino a su familia, buenos amigos...
En fin, ¡menos mal que también hay gente tan maja como tú! Y enhorabuena por tus deliciosos posts...
Cordialmente
"Clara Campoamor"

Mariapi dijo...

Siendo de natural vehemente, con esa edad...ni te cuento las sandeces que pude llegar a decir y soportar, pero tampoco recuerdo alusiones personales. Entonces no lo sabíamos, pero creo que el motivo era la certeza de que cada uno merecíamos el mismo respeto, separando la persona de la opinión...fue hermoso, y es una suerte poder compartir estos recuerdos.
Gracias, Sunsi.

Mariapi dijo...

Eran tiempos prehistóricos, Miguel...así comprenderás mejor nuestros desvaríos, y ésa manía que tengo con lo de "libertad es responsabilidad"...¿te suena?
Ah, y por mucho superior y tal y tal...nada de hurgar en las carpetas. Un día de estos hago una hoguera, evitaré muchas risas y chuflas, que ya sé cómo las gastais.
Muak.

Mariapi dijo...

Que me visite "Clara Campoamor" es todo un honor, una mujer luchadora, en un tiempo complicadísimo.
No voy a caer en un "buenismo" estúpido, es cierto que hay personas "despiadadas y crueles".
Todos podemos llegar a serlo, aunque sea involuntariamente. Algunas veces, quienes como yo nos apasionamos al hablar, hacemos daño sin quererlo. Siempre me arrepiento y me duele cuando en "el fragor" de la dialéctica se me va la lengua...y seguramente hay personas a quienes no les importe hacer daño a sabiendas. Esa crueldad creo que lleva en el pecado la penitencia. Debe ser muy duro quedarse a solas con un corazón tan duro.
Por eso me ha gustado tanto la apostilla que ha hecho Marta: Amamos la libertad, que sólo tienen las personas,y por eso mismo cuidamos cómo y cuando la ejercitamos.
Gracias por venir y comentar.