Son veinte metros cuadrados de taller. Un tubo de piedra con tapa de cristal.
Al fondo, una bóveda de medio punto guarda los trabajos terminados, encima de estantes destartalados, archivados en carpetas enormes.
L'Artista envuelve los dibujos con esmero y papel de seda, como si cada uno fuese un regalo de cumpleaños.
Ama tanto su trabajo, que siempre aprecia el esfuerzo ajeno por captar y plasmar belleza.
En medio de todo, como un miércoles gigante, la enorme prensa para los grabados. Gobierna estática cualquier movimiento, vigila con fuerza metálica la obra inconclusa que los aprendices dejamos a su lado.
La cristalera hace las delicias de los guiris, que creen descubrir las tripas del Borne. De puntillas observan nuestra creativa inactividad.
Incumplen la normativa que l'Artista ha promulgado y colgado con celo: Fotos NO.
Ni caso. Los transeúntes aventureros, disparan el flash y escapan con nuestros perfiles digitalizados hacia el extranjero.
Siete aprendices se distribuyen las vistas, rodeando los bodegones con los caballetes.
Sólo hay ojos para las proporciones y matices. Casi siempre de fondo música de jazz, mezclada con la conversación italiana, cantarina, entre Federica y Silvana.
Pasamos horas contemplando las ramas de eucalipto que L'Artista compró en diciembre. En lucha por hacerlas propias sobre el plano.
Dentro de una jarra amarilla, cada día más secas y retorcidas, con flores como plumeros rojos.
Se han plasmado en carboncillo, sobre blanco y cartón, con sanguina y cretas, alguno ha osado pasar al color con acuarela. Pero son las mismas ramas, en tantas perspectivas como permite el reducido universo del taller. Las mismas hojas.
Siete aprendices se distribuyen las vistas, rodeando los bodegones con los caballetes.
Sólo hay ojos para las proporciones y matices. Casi siempre de fondo música de jazz, mezclada con la conversación italiana, cantarina, entre Federica y Silvana.
Pasamos horas contemplando las ramas de eucalipto que L'Artista compró en diciembre. En lucha por hacerlas propias sobre el plano.
Dentro de una jarra amarilla, cada día más secas y retorcidas, con flores como plumeros rojos.
Se han plasmado en carboncillo, sobre blanco y cartón, con sanguina y cretas, alguno ha osado pasar al color con acuarela. Pero son las mismas ramas, en tantas perspectivas como permite el reducido universo del taller. Las mismas hojas.
Única realidad, que ofrece en versiones individuales, una ración de verdad.
12 comentarios:
Imagino a los guiris... oh, it's typical spanish! jajaja
Y vosotras, con las gaficas en la punta de la nariz, ante vuestras pequeñas maravillas... qué envidia me dais las que sabéis pintar.
Y estoy de acuerdo. No es relativismo. Ojos diferentes ven diferentes cosas, y eso es bello.
Besos
Mariapi. Se te ve metida en el asunto. Siempre he envidiado la capacidad para plasmar en un lienzo lo que ve el ojo humano. No entiend mucho, pero imagino que es técnica y duende. ¿Harás una fotico cuando hayas terminado eleucaliptus?
Un beso, Mater.
¿Además pintora???, cada día me sorprendes. Reivindico foto!. Imagino lo que debes disfrutar y desconectar entre los caballetes, un abrazo
Ana, no sé qué debemos parecerles a los turistas...la verdad es que es un local muy chulo, con las paredes de piedra...y mis compis...de fotografía jajajaja. Un besote.
Sunsi, efectivamente, técnica y duende...pero un disfrutar continuo, te lo aseguro.
No, como dice mi profe, "fotos no", aún conservo algo de verguenza. Un abrazo, gracias.
Marta, es una desconexión total. Se me pasan las horas sin enterarme.¿Te apuntas? Mi sueño, un "stage" en Roma.
Aprendiendo de Caravaggio
Un abrazo.
"Única realidad, que ofrece en versiones individuales, una ración de verdad".
Pues eso... buscando la esencia de la verdad en cada pincelada...
qué envidia!!!!
y el olor? cuéntanos a que huele...
Es que ni me lo imagino, tan lejos me queda ese mundo. Pero sí que me gustaría ver cómo interpreta cada aprendiz y L'Artista.
Suena bohemio, encantador y antisistema. Me gusta; plural y rico.
Gracias por compartirlo.
Ana, en cada pincelada, en cada roce con el papel, hay un intento de aprehender ésa parcela de realidad.
Se habitúa el ojo a ver de un modo diferente, buscando el claroscuro, valorando el contraste...para pintar y para vivir.
A mi me ha ayudado muchísimo...venga, anímate y te vienes conmigo al taller. Un abrazo.
Veronicia, pues de fondo huele a humanidad... y se sobreponen los olores del óleo, los acrílicos,y lacas.
A ráfagas llegan golpes de olor con las plantas y ramas que vamos acumulando para pintar, junto a los limones y manzanas para jugar con las composiciones...regado con el prepotente aroma del disolvente.
A mi me huele a paz.
Un abrazo, gracias por tus comentarios.
Lolo, no es tan distinto de otras formas de comunicar y crear, como escribir.
Otro modo de componer, de representar lo real o imaginado, también con las palabras buscamos los claroscuros y coloreamos.
¿Sabes lo mejor? Que bajo ése aire bohemio y antisitema descubro que somos un "quien" único.No tan diferentes.
Un abrazo y gracias a ti, por leer y comentar.
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